Joaquín Araújo | Naturalista y escritor

"El urbanita es un parásito de lo rural"

"El urbanita es un parásito de lo rural"

"El urbanita es un parásito de lo rural" / álex cámara

Joaquín Araújo (Madrid, 1947) confiesa: "Soy demasiadas cosas". Divulgador, naturalista, escritor, conferenciante, fotógrafo, director de cine, guionista, campesino... Asegura que suma "93 oficios" en su trayectoria vital. A los 20 años dejó la ciudad para hacerse campesino. Visitó Granada con motivo de la inauguración de la exposición fotográfica Salvemos los bosques, de la que es comisario y está organizada por la Fundación AXA. La muestra, que es itinerante y comenzó su andadura en Madrid, quiere ser una llamada de atención.

-¿Una imagen de un bosque quemado vale más que mil palabras sobre cambio climático?

-Soy escritor y trabajo mucho con la palabra. Es posible que alguno de los problemas de incomprensión que padece la especie se deba a ese absoluto dominio de la imagen sobre la palabra. Somos visuales, pero curiosamente el sentido que más permite comprender es el oído. Cuando hablamos de imagen hablamos de pantallas, ahí está el riesgo de alejarnos de la comprensión de nosotros mismos y de lo que es el planeta.

"¿Sabe cómo se arregla de un plumazo? Aboliendo la PAC, fuera subvenciones y pagando más al agricultor"

-Ahora está sobre la mesa el cambio de términos para hablar de cambio climático. Se habla de emergencia climática...

-Los eufemismos son lo más peligroso que usamos los seres humanos. No es ni cambio ni emergencia. Es catástrofe. Ése es el término. Es una tragedia para infinidad de seres vivos.

-¿Hemos pasado de dominadores a esclavos de la naturaleza?

-Somos esclavos de la torpeza, de la codicia y de una forma de vivir que se ha convertido en un sinvivir. Hemos cambiado los mejores proyectos de la especie por los peores, sencillamente. El humano ha inventado todas las sabidurías y todas las torpezas, pero cuando llega la hora de elegir se elige lo peor.

-Tendremos alguna esperanza...

-¡Tenemos muchas! Hay quienes dicen que cargamos las tintas, pero en realidad aflora muy poco de lo que está pasando.

-¿Qué escucha cuando un urbanita habla del medio rural?

-Escucho todos los abismos que ha propiciado la insensatez del modelo civilizatorio. Que todas las cuestiones de poder estén centradas en la urbe es posiblemente el mayor proceso de injusticia acumulada del planeta. Si el ser humano es un parásito del mundo vegetal, el urbanita es un parásito del mundo rural. En lugar de discriminar, mal pagar y, prácticamente, destruir la cultura rural debería estar, simplemente, agradecido. Hay una tautología que me encanta: el ciudadano no tiene ni idea de la realidad más clara, y es que las ciudades están en el campo. La ciudad no produce nada esencial para la vida. Nada. En cambio expele una gran cantidad de aspectos dañinos. Señores, ustedes desde las ciudades mandan. Tienen allí el poder político, económico, social y cultural pero no dejan de ser ustedes unos parásitos. El que se atreve a mirar por encima del hombro a la cultura rural está siendo un ignorante y un mezquino desagradecido.

-Es escéptico cuando los políticos hablan de apoyo al medio rural...

-Lo han traicionado hasta el delirio. Es una traición que se da con la mujer, con la naturaleza y con la cultura rural. Tener cuidado con la cultura rural, ¿sabe cómo se arregla de un plumazo?

-¿Cómo?

-Aboliendo la PAC y pagándole al agricultor y al ganadero lo que se merece. Y se merece de ocho a diez veces más de lo que está ganando. Fuera subvenciones. Durante siglos al agricultor le llegaba el 40% del precio de venta de sus productos. Suban el precio para que el que trabaja porque sigamos vivos reciba lo necesario por ese trabajo. Lo necesario y lo justo.

-¿Ha cambiado en algo la brecha entre lo rural y lo urbano con la tecnología? Ahora puede pensarse que es elección personal dónde vivir...

-Ha aumentado y mucho. No por el lado de las cifras macroeconómicas sino por el mantenimiento de la dignidad y de una sabiduría. La inmensa parte de los productores del planeta son una pequeña extensión de la vida en la ciudad. Necesitamos ese bien hacer, esa sabiduría ancestral para tener más elementos para combatir la extinción de las especies, la contaminación de los océanos... Y es rentable.

-¿Qué grado de radicalidad es necesario para hablar de estos temas?

-Se nos acusa de exaltados, de radicales o de cosas peores... en el fondo no somos todo lo radicales de lo que deberíamos ser. Hemos entrado en guerra contra el clima. Deberíamos acometer una economía de guerra. Todavía se está jugando al escondite.

-¿Hay mucho postureo?

-Hay de todo. Hay parte de los políticos profesionales que se apuntan a última hora cuando tienen un largo historial de agresiones al medio ambiente. Es el juego del travestismo. En la juventud hay más nobleza, ingenuidad incluso. Nos mienten mucho menos los que salen a manifestarse los viernes. Veo bastante autenticidad en esos movimientos.

-En Andalucía, hicieron huelga 40 docentes en toda la comunidad en una de las convocatorias de viernes por el clima.

-Es una pésima noticia. También está en marcha el proyecto Profesores por el futuro y les estoy apoyando. El movimiento Salvemos la Vega de Granada comienza con los profesores, los docentes, que empezaron a movilizarse.

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