El Don Tancredo de Vera
Del glamour y el "taco" que trajo el ladrillo a tratar de superar tiempos difíciles con un Ayuntamiento en quiebra
FÉLIX López vuelve, como cada cuatro años y ya van cuatro legislaturas, como candidato del Partido Andalucista a la alcaldía de Vera. Es "rara avis" dentro del complejo mundo del municipalismo, sobre todo si no perteneces a un partido de los grandes. Es la gota en el aceite que permanece intacta por más que lo muevas. Impasible, como Don Tancredo, es difícil de derribar pese a los intentos permanentes de sus enemigos.
Comenzó de concejal del Partido Socialista cuando gobernaba César Martín Cuadrado. No aguantó mucho las órdenes del que fuera su mentor y pronto decidió volar por libre. Se hizo acompañar de Francisco Vázquez y desde hace más de una década rigen los destinos de una de las localidades con más raigambre y solera del Levante de Almería. Vera ha sido, es y esperan que siga siendo así una especie de referente, una especie de termómetro del desarrollo turístico y del ladrillo de la provincia de Almería.
El alcalde andalucista es ya un icono en el andalucismo en Almería, como lo fue en su momento Antonio Cruz Amario. Incluso llegó a la liderar la formación a nivel provincial, aunque aquí pinchó en hueso y fracasó de forma estrepitosa. Primero porque el nacionalismo andaluz nunca ha prendido en esta provincia y, segundo, porque tampoco le interesó ir más allá de su pueblo, en un tiempo en el que el crecimiento era como un maná diario y en el que el dinero, el glamour y la proyección se inyectaba en vena como el suero.
Luego han llegado los tiempos hoscos. Tiempos en los que "el taco" brilla por su ausencia, las licencias de obras pasaron a la historia, -son una especie en extinción- y las deudas del Ayuntamiento se acumulan sin saber como hacerles frente. Pese a ello, el alcalde mantiene cierta reputación de gestor, aunque se ha alejado de los focos en la misma medida que evita cualquier encontronazo con los vecinos o con los funcionarios.
Ha sido tentado en la misma medida por el PSOE (regresar a sus orígenes) o por el PP. Nunca ha aceptado, bien porque no le ha interesado la propuesta que le hacían, o bien porque desde el PA es tan libre como si dirigiera un partido independiente. Sea como fuere, mantiene el halo de romanticismo de un clásico; el poso profundo de un histórico; la forma de hacer política de los primeros años de la democracia y la demagogia fina como la lluvia invernal en mañanas de primavera. Un cóctel que hasta ahora le ha funcionado y que espera siga siendo rentable el 22. Veremos a ver.
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