La moto de Manuel Fraga

Mínima historia del PP

El fundador de Alianza Popular se echó a la izquierda en tiempos de Franco, a la derecha en la Transición, pero le costó encontrar lo que buscaba: el centro

Manuel Fraga, de campaña electoral en la provincia de Cádiz.
Manuel Fraga, de campaña electoral en la provincia de Cádiz. / DC

Manuel Fraga comparaba su posición política con el siempre complicado equilibrio del paquete de una moto: durante el franquismo, se echó a la izquierda; al inicio de la Transición, a la derecha, pero lo que buscaba era el centro. Su propia biografía política puede ser la del PP, a un lado y al otro de la vertical, pero a la búsqueda inconclusa, para él, de las aguas templadas, que son las que dieron los gobiernos del PP a José María Aznar y Mariano Rajoy. Lo mismo que ahora intentará su paisano, Alberto Núñez Feijóo.

Fraga (Villalba, 1922-Madrid, 2012) fue ministro de Información y Turismo durante uno de los gobiernos de Franco y ministro de Gobernación en el primer Ejecutivo del rey Juan Carlos I, fundó Alianza Popular (AP) en 1976 con el objetivo de ganarse lo que él denominaba la "mayoría natural" española, clases medias moderadas, que sin ser de derechas, formaban parte de eso que se denominó franquismo sociológico. Fraga había sido un aperturista del régimen, lideró la primera ley de Prensa que se aprobaba en España desde la Guerra Civil, la de 1966; concibió el turismo como una industria nacional, y redactó una ley de asociaciones políticas, muy tímida aún para un sistema democrático.

En 1976, Fraga, fundador de AP, declara al NYT que el Partido Comunista sería legalizado; el primer intento aperturista de Jua Carlos I descarriló

Estaba llamado a ser el líder de los conservadores españoles cuando se recuperase la democracia, de ahí su rivalidad con otro personaje evolucionado desde el franquismo, José María de Areliza, con quien compartió las principales carteras del primer Gobierno de Juan Carlos I, pero Adolfo Suárez se les coló a ambos como el preferido del Rey, una afinidad de edad, de generación, pero que también se debía a la volubilidad que se le suponía al joven de Ávila. De Fraga colgaban muchos adjetivos -volcánico, incansable, trabajador e irascible-, pero no el de manejable.

El primer Gobierno de Juan Carlos I, presidido por Carlos Arias Navarro, ensayó el aperturismo, pero fracasó. Ni Arias Navarro era un demócrata ni contaba con un plan para transitar hacia la democracia; en todo caso, aquello iba a consistir en algunas reformas de las leyes fundamentales del Estado para aparentar cierta europeidad, pero poco más. Fraga, que además de ministro de Gobernación, era vicepresidente, llevaba otro ritmo, y quiso contentar al mismo tiempo a la oposición antifranquista y a los militares que se revelarían esos años como el último baluarte del régimen. Así, el 19 de junio de 1976, Fraga declara al The New York Times, en una entrevista a Cyrus Sulzberger, que el Partido Comunista sería legalizado.

Alianza Popular integró a siete partidos; la UCD, a 16

Sólo hay que recodar el impacto que ello causó un años después en la cúpula militar, un efecto que duró hasta el intento de golpe del 23 de Febrero, para entender el descarrilamiento de Fraga. Sería el hombre que sucedió a Arias Navarro, Adolfo Suárez el que terminaría constituyendo el primer gran partido del centro y la derecha, la UCD que agrupaba, a su vez, a 16 formaciones políticas.

Algunos han visto en esta proliferación de partidos un mal endémico de la derecha española, su división, tan actual en los últimos años, pero aquella sopa de letras estaba más relacionada con la novedad que supuso la apertura de la inscripción de partidos políticos tras el franquismo que con las sutilezas ideológicas. Fraga puso a andar a Alianza Popular con siete ex ministros de Franco, los conocidos como los siete magníficos, cada uno de ellos con un partido político, que eran: Reforma Democrática, Unión del Pueblo Español, Acción Democrática Española, Democracia Social, Acción Regional, Unión Social Popular y Unión Nacional Española.

Los personajes eran conocidos en la opinión pública española por su participación en distintos gobiernos franquistas: Gonzalo Fernández de la Mora, Laureano López Rodó, Cruz Martínez Esteruelas, Federico Silva, Licinio de la Fuente, Gergorio López Bravo, Enrique Thomas de Carranza y Fraga, el patrón de la derecha. Las elecciones de 1977 no le fueron bien, AP sólo obtuvo 16 escaños.

Adiós a los siete magníficos

El bautismo con los siete magníficos no era, precisamente, la mejor carta de presentación para una democracia naciente, y no sería hasta 1982 cuando AP se convertiría en alternativa de Gobierno y primer partido de la oposición. Para, entonces, Fraga le había cambiado varias veces el nombre al partido -Coalición Democrática y Coalición Popular-, y en esas elecciones, las primeras que ganó Felipe González, integró al Partido Demócrata Popular, el Partido Aragonés Regionalista, Unión del Pueblo Navarro y Unión Valenciana.

1982 supuso la extinción de la UCD, Adolfo Suárez se marchó a fundar el Centro Democrático y Social, pero sería Manuel Fraga quien rentabilizase la desintegración del partido del centro. Miguel Herrero de Miñón, uno de los grandes intelectuales de la derecha española, ariete contra Suárez desde la misma bancada centrista, acabó en AP, donde ya destacaba como futuros dirigentes Francisco Álvarez Cascos, Rodrigo Rato, Federico Trillo, Alberto Ruiz Gallardón e Isabel Tocino.

En el partido de Fraga confluyeron todos los que no eran de izquierdas: centristas, liberales, democristianos, conservadores y monárquicos, pero además consiguió que la extrema derecha se quedase sin representación. Fuerza Nueva, de Blas Piñar, sólo llegó a lograr un escaños en una legislatura.

A pesar de consolidarse como bloque opositor, Manuel Fraga no podía liderar una alternativa a Felipe González. En 1986 dimitió, se retiró a Galicia, donde conseguiría sucesivas mayorías en la Xunta, y dejó al partido en manos de Herrero de Miñón.

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