La mejor receta para el arranque

Los sevillanos abarrotaron el real en la primera jornada de Feria gracias a la buena climatología · Las calles empezaron a lucir los farolillos, ausentes en la noche del alumbrado.

La belleza es un elemento consustancial a la Feria. El atavío de lassevillanas estos días convierte el real en el mejor escaparate de la moda flamenca.
La belleza es un elemento consustancial a la Feria. El atavío de lassevillanas estos días convierte el real en el mejor escaparate de la moda flamenca.
Diego J. Geniz

04 de mayo 2011 - 01:00

El sol, los primeros farolillos y muchas ganas de fiesta. Ingredientes básicos para el inicio. Mayo cuenta ya sus días sin despedirse de abril. La Feria hace lo propio. Jornada primera. Adiós a la lluvia y bienvenida al buen tiempo. Temperatura más que agradable. Ni mucho frío ni mucho calor. Justo equilibrio para una primavera que parecía haberse envuelto en las horas del otoño. La mejor receta para un buen arranque.

El martes de Feria es día de ojeras en las caras y cuerpos a medio dormir. La noche del alumbrado se prolonga hasta que la madrugada le da la mano a la amanecida. Algunos, incluso, se olvidaron de que este martes no era festivo. Hay que trabajar, verbo que en estos tiempos es todo un lujo poner en práctica. Pese a ello, no hay cansancio que se resista a la ilusión del estreno. El sevillano, aunque vive en una constante víspera -pasa con la Cuaresma, pasa con la preferia-, no pierde el entusiasmo por un arranque que aunque más que conocido no deja de ser nuevo cada año. Ayer era día de reencuentro con un real ya paseado durante el fin de semana. En los periódicos locales Ben Laden y la portada eran protagonistas al 50% de sus titulares. Hace dos años lo fueron la gripe A y la Feria. Cara y cruz de la actualidad que esta semana pierde un poco su sentido cuando los farolillos visten las calles del recinto de Los Remedios. Hasta ayer no se vieron. De nuevo la inauguración estuvo exenta de este adorno tan característico. Bombillas desnudas para la noche de la luz. Grácil coincidencia por culpa de la lluvia (en retirada hasta el viernes).

El martes también es el día de más recepciones. Agenda completa para los rostros cien mil veces repetidos en estas citas oficiales. Los mismos en los mismos sitios. Hay que ser experto en esto de estar en todas las casetas en menos de tres horas. Y hacerlo, además, en el momento en el que los objetivos de los fotógrafos están en alto. De lo contrario, no tiene mérito. La caseta municipal fue ayer lugar de encuentro de hermanos mayores, oficiales de junta de gobierno y gente de cofradía. Mucha gente, más aún tras ser referido el éxito que cosechó el año pasado el nuevo catering encargado de servir las viandas que degustan los invitados. Desde revueltos de espárragos a salpicón de mariscos. Difícil equilibrio para sostener cazuela y copa.

A esa hora en la que se rellenaban los fondos de los estómagos se constataban ya las tendencias en moda flamenca. Telas ligeras y encajes en los volantes. Vuelven los 70. Aunque algunas lo que volvieron fue a rebuscar en los altillos de los armarios para encontrar modelos pretéritos.

A las cinco de la tarde el real bullía de gente. Costaba trabajo avanzar por las calles en línea recta. Hubo más personas a la hora de la siesta que a la de la comida. ¿Efectos de la crisis o resaca? Una vez lleno el buche en las recepciones lo mejor fue descansar en una caseta familiar, como la de Maite Rocha (Joselito El Gallo 196) donde nadie se resistía a probar la tortilla de patatas, única en su especie. Tras el ágape llegaron los dulces y de merienda, el jamón. No hay descanso para el estómago. El lunes será día de dietas y lamentos. Hasta entonces, la diversión es la mejor gula.

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