Meghan Markle, de heroína a villana

Cuando se cumple un año del anuncio de su compromiso con el príncipe Enrique, la duquesa de Sussex se mueve entre las alabanzas y las críticas por la modernidad que ha traído a la casa real británica y por querer imponer un estilo diferente al rígido protocolo que marca la reina Isabel II. Algunos medios, tras el anuncio de la mudanza de la pareja a Windsor y los rumores de la mala relación entre las princesas Meghan y Catalina, aseguran que la ‘luna de miel’ de Meghan Markle y la prensa rosa ha acabado definitivamente. Los despidos de algunos empleados de confianza en Kensington que han chocado con la duquesa de Sussex no hacen sino acrecentar la polémica.

El fuerte carácter de la duquesa, su manera de vestir y su forma de actuar entre la realeza han centrado desde hace ahora un año la atención de los medios, que la bautizaron como el ‘huracán Markle’. A pesar de que Markle aseguraba en una entrevista en 2017 que seguía “siendo la misma persona de siempre” y que nunca se había “definido por sus relaciones”, la vida de la ex actriz de Hollywood ha cambiado por completo en un año: romance, boda, nombramiento como duquesa, embarazo, visitas oficiales, nuevas relaciones familiares.

Tras ser reverenciada por el soplo de aire fresco que insufló a la familia real británica, la esposa de Enrique de Inglaterra empieza estos días a recibir algunas críticas por las duras exigencias a las que supuestamente ha sometido a gente de su entorno en el palacio, que terminaron por dimitir, entre ellas, su asistente Melissa Touabti. Pero la trayectoria de este ‘vendaval’ ya se podía prever meses antes de la boda, cuando Markle planeaba variar el protocolo habitual en los enlaces de la familia real casándose en sábado u ofreciendo un discurso a los invitados.

El estilo de la duquesa de Sussex ha llevado a que la reina Isabel II se haya ido separando paulatinamente de ella, según los medios británicos. La prensa del Reino Unido ya publicaba hace unos meses la brecha emocional que se había abierto entre ambas, después de que la duquesa quisiera llevar una tiara de esmeraldas el día de su enlace, un accesorio que la monarca consideraba “demasiado”, y de que vistiera de blanco a pesar de estar divorciada. Vogue, no obstante, situó a Meghan en junio entre una de las 25 mujeres más influyentes del Reino Unido porque su entrada en la monarquía británica “ayudará a que esta adopte una nueva identidad para el siglo XXI”.