Condenan a seis años de cárcel a los dos vecinos de San Jerónimo que mataron al delincuente que acosaba a su familia

Asesinato en Sevilla

Los dos acusados por la muerte de Pepuli alcanzan un acuerdo con las acusaciones, que inicialmente pedían entre 20 y 25 años de prisión, tras pagar 55.000 euros a los dos hermanos de la víctima

Familiares y amigos de los encausados, como ya ocurrió tras el suceso, les mostraron su apoyo con gritos de ánimo y cariño en la misma sala de la Audiencia de Sevilla

Un hombre muere apuñalado en plena calle en San Jerónimo

La víctima del crimen de San Jerónimo tenía antecedentes por tirones y robos con navajas

La escena del crimen, con restos de sangre de la víctima y la cadena de moto que usó en la discusión.
La escena del crimen, con restos de sangre de la víctima y la cadena de moto que usó en la discusión. / Juan Carlos Vázquez Osuna

El 26 de febrero de 2023, en vísperas del Día de Andalucía y en plena celebración de los carnavales del barrio, San Jerónimo almorzó con la noticia de que en una de sus calles había aparecido un cadáver. Era el de Jesús G.M., alias Pepuli, un delincuente habitual y conocido de la Policía por su amplio historial de sirlas y tirones. También era conocido en la barriada, ya que llevaba meses hostigando a quienes habían sido sus vecinos. De hecho, esa familia había optado por mudarse para acabar con el problema, pero ni así se libró del acoso. Esa situación explotó aquel día. Dos hombres, padre e hijo, zanjaron la última pelea por las malas y terminaron apuñalando a Pepuli después de que este amenazase con un pincho y la cadena de una moto a una joven familiar suya. Dos años después, ambos iban a ser juzgados por un jurado popular pero antes alcanzaron un acuerdo con la Fiscalía y los familiares de la víctima para atenuar su condena en la medida de lo posible. Y ayer, en la Audiencia de Sevilla, se conformaron con una pena de seis años de cárcel.

J.N. y R.S., que son los acusados, se enfrentaban a peticiones muy rotundas por parte de la Fiscalía, que solicitaba veinte años de prisión para cada uno, y por supuesto de los hermanos de la víctima, que reclamaban la pena máxima por el delito de asesinato: veinticinco años. La negociación entre unos y otros, y sobre todo la consignación previa de 55.000 euros para indemnizar a los familiares de Jesús G.M., permitieron limar sustancialmente las diferencias entre las defensas y las acusaciones y desembocaron en esa conformidad que los dos protagonistas firmaron en la misma sala, no sin cierta incertidumbre porque en el documento que se les presentó constaba como acusado la víctima en vez de R.S. Una vez solventado ese detalle, el magistrado-presidente del Tribunal del Jurado dictó sentencia en voz alta y los condenó por un delito de asesinato con alevosía y con la atenuante muy cualificada de reparación del daño, precisamente por ese importe aportado para resarcir al hermano y la hermana del fallecido. Finalmente, el juez decretó la firmeza de la sentencia.

Los hechos, que los homicidas reconocieron ayer, son los que relata la Fiscalía en ese escrito sellado por ambos. Todo empezó sobre las 13.01 horas del 26 de febrero de 2023 cuando J.N. se encontró con Jesús G.M. “en la vía pública a la altura de un bazar situado en el número 7 de la calle Marruecos”. “Existía entre ambos una mala relación previa por problemas vecinales” de cuando convivían casi pared con pared en un inmueble de la calle Esturión. “Empezó entonces una discusión entre ambos en el transcurso de la cual se agredieron mutuamente. Tuvieron que intervenir varios transeúntes para separarlos. Jesús se quedó en el lugar y J. se marchó a su domicilio, ubicado a muy pocos metros de donde se había peleado con el otro varón”, prosigue la narración de la fiscal.

Una vez en su piso, J.N. le contó lo ocurrido a su padre, el acusado R.S., y ambos “decidieron atentar contra la vida de Jesús”. Para ello, el primero cogió una navaja con una hoja de 86 milímetros de longitud y el segundo, un cuchillo de cocina con una hoja de 215 milímetros. A continuación bajaron a la calle y sobre las 13.07 horas regresaron a la altura del número 7 de la calle Marruecos, “donde todavía se encontraba Jesús”. Primero lo hizo el hijo y detrás, el padre.

La agresión que acabó con la vida de la víctima fue empezada por J.N., que “lo abordó sin mediar palabra y le propinó una puñalada en el costado izquierdo”. “Segundos después” irrumpió su padre y, “sin dar opción alguna a defenderse” al tercer varón, le asestó otra puñalada “desde arriba hacia abajo en la zona cervical izquierda”. Al mismo tiempo, J. insistió con una tercera cuchillada en el costado. Jesús cayó al suelo y los dos encausados abandonaron el lugar.

Como consecuencia de estos hechos, Jesús M.G. sufrió tres heridas. La primera, en la zona axilar izquierda, le afectó a una costilla y al pulmón izquierdo. La segunda, en la espalda, no llegó a alcanzarle la columna vertebral. Y la tercera, la de las cervicales, llegó hasta el tórax y le dañó también el pulmón izquierdo. El conjunto de lesiones le provocó un “cuadro hipovolémico severo (anemia visceral generalizada) por hemorragia interna y externa masiva” fruto del cual murió. En otras palabras, se desangró. Falleció allí mismo, en la acera, cuando ya estaba siendo atendido por los servicios de emergencias.

La Policía, que rápidamente acordonó la escena del delito, no tardó más que unas horas en detener a a uno de los sospechosos e intervenirle la navaja. Al día siguiente, el 27 de febrero sobre las 13.45, otra dotación policial encontró el cuchillo de cocina escondido en un vehículo que estaba aparcado en el barrio.

El 1 de marzo de 2023, el Juzgado de Instrucción número 14 de Sevilla tomó declaración a ambos y posteriormente les mandó a prisión provisional, comunicada y sin fianza. Así pues, en 2025 ya estaban a punto de cumplir los dos años en esa situación y había que decidir si se prorrogaba esa medida o eran puestos en libertad. El 15 de enero, el mismo órgano judicial acordó ampliar su estancia en la cárcel. Los casi 25 meses que llevan encerrados, lógicamente, se descontarán de los seis años que aceptaron ayer.

Hasta aquí, los hechos por los que J.N. y R.S. fueron condenados a la pena que les consiguieron sus abogadas, Esperanza Lozano e Isabel Muñoz, con la conformidad del Ministerio Público y de la acusación particular. Como hubo acuerdo antes de la vista oral, el jurado popular ni siquiera llegó a constituirse. El inicio del juicio estaba señalado para el 21 de marzo y habría durado hasta principios de abril.

En cuanto a las indemnizaciones, también quedaba reflejado en el escrito firmado ayer por los acusados que los familiares del fallecido, un hermano y una hermana, reclamaban “lo que a su derecho corresponda”. La cantidad que los procesados consiguieron reunir, con mucho esfuerzo y mucha ayuda, es de 31.500 euros para el hermano que convivía con Jesús G.M. y 23.500 para su hermana.

Ánimo y cariño a los acusados en la misma sala

Quizás no sea políticamente correcto decirlo, pero la realidad es que lo ocurrido el 26 de febrero de 2023 no provocó ninguna crítica a los autores del homicidio sino más bien lo contrario entre el vecindario de San Jerónimo. Hay que tener en cuenta que ninguno de ellos tenía antecedentes penales y la víctima era todo lo opuesto. De hecho, en los días siguientes al suceso se organizó una recogida de firmas para apoyar al padre y al hijo arrestados.

“Queremos dejar constancia de que somos conocedores de que el fallecido y su hermano son dos personas conflictivas y venían ejerciendo amenazas constantes y prolongadas en el tiempo sobre la familia”, decía el documento, que calificaba a J.N. y R.S. como “personas muy queridas en el barrio que jamás han tenido conflictos con nadie y son respetuosos, serviciales y muy buenas personas”. “La familia abandonó su hogar para evitar que los conflictos generados por Pepuli y su hermano cesaran”, agregaba.

Ese respaldo popular volvió a vivirse ayer en la Audiencia de Sevilla. Familiares, amigos y vecinos de los dos juzgados llenaron la sala y al terminar la sesión, en la que por cierto guardaron un respetuoso silencio, les dedicaron gritos de ánimo y cariño cuando ya salían custodiados por dos parejas de policías nacionales.

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