Anécdotas judiciales

Las anécdotas en los juicios por los problemas con el lenguaje: "¿e-ya-cu...qué?"

Las anécdotas en los juicios por los problemas con el lenguaje

Las anécdotas en los juicios por los problemas con el lenguaje

El lenguaje judicial y el nerviosismo con el que muchos ciudadanos comparecen en ocasiones ante la Justicia es un caldo propicio para que se produzcan las anécdotas. Cada día surgen multitud de situaciones divertidas en los juzgados españoles.

En el juzgado de guardia nos hacemos eco hoy de una anécdota publicada en la red twitter por un fiscal, @fiscallme, que habla precisamente de las confusiones de los imputados, aunque en este caso más que un desconocimiento de la Justicia, el ciudadano muestra otras carencias.

La anécdota es la siguiente. Dice el fiscal que suele estar "acostumbrado" a que la juez lo utilice para hacer el "trabajo sucio", a lo que no suele negarme por el bien de su relación, que afortunadamente es muy buena, o como su mujer dice, porque lo lleva en su "sangre de auténtico calzonazos". El caso concreto es que hay temas, como el sexual, que ruborizan a la juez y en los que reclama la colaboración del fiscal "a gritos" aunque sea con una simple mirada.

Continúa el fiscal que bajo la excusa de su turno de preguntas lo utilizó "vilmente" para preguntarle al investigado "lo que ella no pudo preguntarle por vergüenza" porque, cuando los tecnicismos "no funcionan para entendernos con el justiciable, lo mejor es acudir a un lenguaje más coloquial, especialmente cuando se trata de gente joven".

El fiscal dice que suele ser bastante cuidadoso con el lenguaje, pero cuando no hay manera, pues no hay manera. Todo ocurrió durante una guardia en la que entró un caso de presunto abuso sexual. (El asunto ha quedado en nada, y ha sido archivado, lo que le permite contar la anécdota, de lo contrario no lo haría, dice el fiscal).

El caso es que durante el interrogatorio del investigado, prosigue el fiscal, la juez fue realizando distintas preguntas, que iban subiendo la incomodidad de la magistrada hasta que planteó la gran pregunta:

-Juez: ¿Usted eyaculó?

-Investigado: ¿Cómo?

-Juez: ¿Si usted eyaculó?

-I.: ¿Pero eso qué es?

-La juez, cada vez más incómoda:  Vamos a ver, si usted, como decirlo, mmm, si usted, pues eso, ¿si eyaculó?

-I., mudo y ojiplático: ¿Eh?

-J.: Sí, eyacular, e-ya-cu-lar, es que ¿no sabe lo que es eso?

-I.: De verdad señoría, que yo no sé lo que me dice.

-J., complicando aún más la situación: Pues eso, que si usted eyectó, e-yec-tooo -replicó la juez haciendo ya gestos.

-I., con cara de preocupación:  No sé lo que me dice señoría, ¡Yo soy inocenteee!
Fue entonces cuando la juez requirió la intervención del fiscal.
-J.: Señor fiscal, ¿Puede hacernos el favor de preguntarle al investigado de forma más clara si eyaculó?, y de paso haga las preguntas que considere oportunas.
-El fiscal: Vamos a ver.... ¿Usted se corrió?
-Investigado: Ahhhh, ¡Sí, dos veces!
-El fiscal: Muy bien, muchas gracias. No hay más preguntas.
-La juez, con alivio: ¡Aleluya!

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