La libertad de los cinco sevillanos

La curva de Estafeta con Mercaderes, en el Prado

El Prenda, en los juzgados del Prado de San Sebastián.

El Prenda, en los juzgados del Prado de San Sebastián. / Antonio Pizarro

No es la primera vez que los juzgados de Sevilla suscitan una gran expectación mediática. Casos como el del Arny, los ERE, Farruquito, Ortega Cano, Marta del Castillo, son sólo algunos ejemplos que han hecho que el interés informativo se centre en el viejo edificio de los juzgados del Prado de San Sebastián, que desgraciadamente son una plaza de primera en estas lides. De hecho, basta recordar que en muchas ocasiones han llegado turistas para hacerse selfies a las puertas de la sede judicial, como si los juzgados fueran un emblemático lugar de Sevilla que uno ha de ver con sus propios, como si estuvieran en la magnífica Plaza de España, uno de los principales monumentos de la ciudad. Hay gente para todo.

La gran expectación desatada por la llegada de la Manada, tras su excarcelación la semana pasada en un sorprendente cambio de criterio de la Audiencia de Navarra –que hasta ahora siempre había mantenido la necesidad de mantener la medida cautelar de privación de libertad–, provocó que el frío pasillo que hay entre los edificios de los juzgados y el Palacio de Justicia, rememorara la tradicional curva de Estafeta con Mercaderes de la capital pamplonica cualquier 7 de julio, pero en este caso en la zona del Prado de San Sebastián de la capital hispalense.

Los clásicos cantos al patrón antes de iniciar el encierro, fueron sustituidos por los insultos que algunos curiosos que merodeaban por los juzgados fueron lanzando a cada miembro de la Manada que cumplía con el trámite de comparecer personalmente en el juzgado, como ha ordenado la Audiencia Provincial de Navarra como uno de los requisitos para permitir su salida de la cárcel.

Había vallas colocadas a modo de barrera para que los fotógrafos y cámaras no se agolparan de manera desordenada y colapsaran los accesos a la sede judicial. Había presencia policial, aunque moderada. Hubo algunas carreritas de los fotógrafos tras los miembros de la Manada. Y hasta un pisotón de una periodista al Prenda, el líder de la Manada, que éste encajó con buen sentido del humor. No hubo que lamentar heridos en este particular encierro (o salida, o llegada, o como queramos llamarlo) de la Manada a los juzgados.

Los cinco jóvenes sevillanos acudieron de forma escalonada a los juzgados de Sevilla, cada uno solo. En esta ocasión no les acompañaba el mediático abogado Agustín Martínez Becerra, que representa a cuatro de los acusados y que ayer estaba en Madrid.

La escena volverá a repetirse mañana, aunque la expectación irá descendiendo, claro, hasta que haya alguna novedad en el caso.

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