Política

Asedio al castillo de la camarlenga: el PP de Sevilla convertido en 13 Rue del Percebe

  • Virginia Pérez pierde apoyos. El PP andaluz ya no la protege más. Génova quiere a Ricardo Sánchez como presidente. El conflicto sucesorio es sordo hasta que pase el 10-N

Juanma Moreno con Virginia Peréz a su derecha y otros dirigentes del partido

Juanma Moreno con Virginia Peréz a su derecha y otros dirigentes del partido / M. G. (Sevilla)

Parece un cómic de 13 Rue del Percebe. Una casa condenada a no disfrutar de un período largo de paz desde que en el último congreso provincial quedó rota la mesa de camilla en la que se había establecido una suerte de turnismo en la presidencia: Tarno, Sanz y Bueno sucesivamente con Zoido desde fuera, pues el político de Fregenal de la Sierra era considerado el perfecto cartel electoral, pero sin destreza alguna para la política. La actual presidenta del partido en Sevilla, Virginia Pérez, ganó el congreso contra pronóstico a base de coraje y con la ayuda, entre muchos otros, del padre del PP andaluz, Javier Arenas.

Pero el contexto ha cambiado sustancialmente. Los críticos de Virginia Pérez han crecido poco a poco por efecto de varios factores: los que todavía no han digerido la derrota, los que no han soportado no poder ejercer una especie de tutela sobre una dirigente política todavía muy joven y quienes, por supuesto, desean directamente su cargo. La camarlenga, como así es conocida desde que en tiempos fue enviada desde la regional a la provincial, no ha hecho más que acumular unanimidades a su gestión al mismo tiempo que nuevos enemigos. Tan cierto es lo uno como lo otro.

Elías Bendodo, factótum del Gobierno y del PP andaluz Elías Bendodo, factótum del Gobierno y del PP andaluz

Elías Bendodo, factótum del Gobierno y del PP andaluz / M. G. (Sevilla)

Lo peor es que ahora tiene en contra al aparato de Génova, que no olvida su apoyo a Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias, su discurso crítico con el giro a la derecha del PP que acabó en el desastre de las últimas generales y la toma de ciertas decisiones sin consulta previa. No hay chispa entre la sede central del partido y la provincial. El último episodio que ha irritado a los perdedores de aquel congreso provincial ha sido el cese fulminante como miembros del comité ejecutivo provincial de Alicia Martínez, Minerva Salas, José Miguel Luque y el ex secretario general Andrés Parrado, así como el detalle de nombrar una coordinadora de las relaciones del partido con el gobierno, Macarena O´Neill, cuando ya existe un delegado del Gobierno de la Junta, Ricardo Sánchez. Todos montaron en cólera, las quejas llegaron a Génova y en la regional se quedaron sin argumentos para sostener “lo de Sevilla”. Demasiados ánimos encendidos por un estilo marcado por el coraje de la Tatcher de la provincial, más que por la amable figura de una camarlenga. Estas decisiones, además, fueron posteriores a la colocación de sus leales en puestos claves, caso del correoso Luis Paniagua como portavoz en la Diputación Provincial y número tres del partido, cosa que no fue del agrado de todos los sectores.

Javier Arenas, padre del centro derecha andaluz Javier Arenas, padre del centro derecha andaluz

Javier Arenas, padre del centro derecha andaluz / José Ángel García (Sevilla)

La estructura regional, con Juanma Moreno y Elías Bendodo al frente, ha protegido a Virginia Pérez de las embestidas de Génova no por ningún afecto especial para con la presidenta, sino porque a todo gobierno le conviene la paz. A Bendodo no le gusta el partido en Sevilla, pero dicen que tampoco tiene claro cómo quiere que sea. Moreno, como buen jefe del Ejecutivo, no desea ni el más mínimo riesgo de polvorín. Pero el asedio, todos lo saben, acaba de comenzar. Es sordo, por el momento, porque el 10 de noviembre hay comicios. La derecha ha de despertar y no pegarse el tiro en el pie, como es costumbre de la casa. Si no existiera la convocatoria del 10-N, el asedio ya se hubiera activado con descaro en un partido que ha perdido muchos de sus recursos económicos tras el trastazo de los 66 diputados.

Patricia del Pozo Patricia del Pozo

Patricia del Pozo / M. G. (Sevilla)

Jamás se puede olvidar la sombra alargada de Javier Arenas en todo lo que se cuece en el PP de Sevilla. Ni a Javié ni a sus apóstoles. Arenas representa los cimientos del PP andaluz. Por eso Moreno tuvo a bien defender que siguiera de senador autonómico y que, de algún modo, su figura se viera representada en la Consejería de Cultura por la vía de las Santas Justas y Rufina del arenismo: Patricia del Pozo y Macarena O´Neill, sin olvidar nunca a María del Mar Sánchez Estrella y Pía Halcón.

Arenas quiso colocar al alcalde de Carmona, Juan Ávila, como cabeza de lista por el Senado, pero Virginia Pérez prefirió apostar por mantener a José Luis Sanz, alcalde de Tomares con mayoría absoluta. Los hechos, quién lo diría, han unido momentáneamente a antiguos rivales en el agitado congreso: Virginia Pérez, José Luis Sanz y Ricardo Tarno, contrarios los tres al intervencionismo de Arenas.

¿Cómo se articula el cambio?

Arenas querría una presidenta del PP sevillano: las citadas Patricia del Pozo o Macarena O´Neill. En Génova quieren como presidente al delegado del Gobierno de la Junta en Sevilla, Ricardo Sánchez. ¿Cómo se articula el cambio? O de forma pacífica, como en Cádiz con el relevo de Ana Mestre por Antonio Sanz, o por la vía de una gestora que hasta podría presidir Jaime Raynaud, viceconsejero de Fomento, como figura de consenso hasta la celebración de un congreso provincial. En cualquier caso, la actual presidenta puede dar la batalla -aunque sus apoyos han menguado significativamente– o aceptar una salida honrosa, merecida según algunos dirigentes del PP por respeto a su actual cargo.

En el fondo de toda la cuestión está, como siempre, que el casadismo no tiene implantación en Andalucía y el hecho sobrevenido de haber alcanzado el Gobierno andaluz cuando ni en Génova daban un duro por un líder como Moreno Bonilla, que apoyó a Soraya y que se ha ganado muy pronto el respeto como presidente de la Junta. El PP de Sevilla es de nuevo un polvorín. La familia trata de mantener la sonrisa como en una tensa cena de Nochebuena. El patriarca Arenas mira a todos desde la atalaya de su veteranía. Nadie reconoce en público el asedio. Hay hasta algún Rompetechos.

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