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La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

La derecha dormida

Sorprende la percepción de cierto conformismo en el PP cuando Sánchez está volcado en el objetivo

Parecen apóstoles en el huerto de Getsemaní. Tienen una segunda oportunidad a los pocos meses del descalabro y no se percibe entusiasmo alguno en sus filas. Están como la mayoría del personal: hartos. Pero ellos, los que ocupan cargos o simplemente son militantes, no exhiben ese plus de compromiso, ese valor añadido que cabría suponer. Esta derecha abúlica, peleada entre sus facciones como hijos a la hora de una herencia, se pone de perfil cuando debiera tener un cómitre marcando una velocidad de remo más fuerte. A qué esperan para zanjar ya cualquier asunto de las listas, reducir el populismo en los fichajes de última hora, tomar las calles y reducir el tacticismo de gurú y márquetin. Sí, han recibido el obsequio de la candidatura de Errejón cual Ratón Pérez que te deja un detalle debajo de la almohada a cambio del piño caído. Parecen confiados a esa carta. Será que Casado, en el fondo, se conforma con subir veinte o treinta escaños, como ocurría con el PP andaluz durante mucho tiempo. Debe ser la ventaja de haber caído tan bajo, que en el futuro ya sólo es posible sumar. Quizás crean que es posible la carambola andaluza de un bipartito con la incierta muleta del tío de la barba afilada. Tal vez el PP piense que sin moverse de la butaca se llevará todos los votos que pierdan los chicos de Rivera, quien se juega literalmente su futuro el 10 de noviembre. Rivera, por cierto, ya empieza a acumular años en el ruedo político sin haber tocado el pelo del poder. Los partidos no aguantan mucho en la abstinencia. Son estructuras concebidas con dos objetivos: alcanzar el gobierno y perpetuarse. Todas las generaciones que conviven en el PP actual saben qué es gobernar, conocen las mayorías absolutas y todavía se pueden permitir un margen de espera porque, de hecho, vivimos con los presupuestos de Rajoy. Pero no deja de sorprender cierta actitud confiada cuando el presidente del Gobierno, capaz de afirmar una cosa y la contraria, demuestra una agilidad y una ambición que de momento no se perciben en la acera de enfrente, donde deberían estar ya con la boga de ariete. Alguno todavía no se toma en serio a un tipo como Pedro Sánchez, al que desprecian con tres sartenazos verbales a la hora del aperitivo en el club privado, cuando se trata de un político astuto, al que los suyos echaron a los lobos y volvió como rey de la manada. Sánchez presentaba ayer su vídeo de campaña electoral mientras en Génova andan reflexionando sobre el sitio que debe ocupar un personaje como Juan José Cortés. Tal vez el Ratón Pérez traiga el regalito de la carambola, pero con tanto sueño se antojan muy complicados los 175 escaños de una mayoría absoluta. La derecha duerme. Y de vez en cuando se queda sin aire. Sufre apnea. Y ronca.

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