La fuerza del entusiasmo

En la ciudad de la pandemia y en la España de los ERTE, Antonio y Santiago preparan desayunos en La Candelaria para ser consumidos en casa o en el trabajo. No es la hora de lamentos, sino de reinvertarse.

Antonio y Santiago en el tajo en tiempos de pandemia
Antonio y Santiago en el tajo en tiempos de pandemia / Juan Carlos Muñoz

Sevilla/Hay muy pocos negocios abiertos. Empecemos por ahí. La ciudad está al ralentí. La televisión proyecta una imagen de debate políticos, gresca e imposturas que no coincide en nada con el ambiente quieto de la calle. “¿Se puede?”. Hay que preguntar para acceder al supermercado. No hay cola porque hay lluvia. Se puede pedir café en el bar La Candelaria y tomárselo en casa o debajo de un naranjo, a esas horas en que la ciudad todavía acaricia el alba. Candela, nos hace falta mucha candela para seguir adelante. Sólo desayunos a la vera de San Nicolás. No es poco. El templo abre, hay espacios restringidos con cintas de la Policía Local en su interior, pero algunos preferimos seguir rezando ante los azulejos. ¿Acaso no es bonito orar ante la imagen que aparece en esos altares perpetuos? En las redes sociales se comenta qué bien se encuentra el cardenal Amigo, que el domingo presidió la misa que ofrece en directo La 2 de TVE. “Esta conservado en manteca”, dice un tuitero. Como lo está don Manuel Clavero, el catedrático y el ex ministro, que nos consta que sigue la actualidad al minuto y de forma activa.

En el informativo dicen ahora que no son recomendables los guantes de plástico. Antes eran impepinables. Nos van a volver locos. Ni la alta clase dirigente andaluza tiene claras determinadas cuestiones de la vida cotidiana. El documento del Gobierno dicta que no se deben visitar a las personas vulnerables, pero el ministro de las gafas de pasta da permiso mientras no se superen los diez reunidos. ¿Abuelos sí o no? Mejor ser prudentes. Un taxista lamenta que no pueda acudir todavía a su parcelita en Aracena, donde tiene su huerto. “Me da la vida. No quiero saber nada de la playa”. Aracena tiene, amén de una lista de hijos ilustres, una arquitectura bella, un jamón de categoría y una confitería de primera con sucursal en la Plaza de Cuba de Sevilla. “Yo espero a que haya paletillas descartadas y ese es el jamón que como, ¿sabe usted?”.

Otro taxista me pregunta si soy “Juan Carlos Navarro”. Claro que sí, le respondo. Como diría el metre de Becerrita: “Estamos por agradar”. El taxista es hermano de San Benito y quiere que le devuelvan el dinero de las sillas de la carrera oficial. Vaya por Dios. Habrá que ponerse una mascarilla más grande para que no le pregunten a un por asuntos tan delicados. ¿El rebrote de la pandemia? ¿La Organización Mundial de la Salud? ¿La ratio de los colegios en el próximo curso? ¿El reinicio de la Liga? ¿Juan de Dios Mellado cargándose el debate de Mariló Montero?.

Otra imagen de los dueños del bar La Candelaria
Otra imagen de los dueños del bar La Candelaria / Juan Carlos Muñoz

Esos temas son baladíes comparados con las verdades del taxista. “Esquivias debió ganar las elecciones, ¿sabe usted?. Y el que tiene que ser presidente ahora es el señor Moeckel, hombre por Dios, ¡con lo que ha hecho ese hombre por su cofradía!”. Le insisto en que eso no será posible, que si su admirado abogado se presenta en concurrencia con otra candidatura, no tiene opciones porque Sevilla es la ciudad de la envidia. Distinto sería que se presentara solo. Pero el conductor insiste mientras circula junto a un campo de la Feria que, ahora sí, esta ya prácticamente desmontado. Me afianzo el cinturón de seguridad y me dispongo a seguir escuchando con paciencia. Hemos arreglado el Consejo en diez minutos.

Antonio y Santiago

Los hermanos Santiago y Antonio reparten café y tostadas. Representan la alegría, el entusiasmo, la ilusión, las ganas de salir adelante como seguro que la tienen cientos de taberneros sevillanos y miles de empresarios españoles. Conciben el trabajo con un sentido cristiano: fuente de alegría y bienestar. Han reabierto al mismo tiempo que el templo. Ora et labora en veinte metros cuadrados. Se ora en la iglesia, donde es párroco don Miguel Ángel Núñez, y se trabaja en la acera de enfrente, donde los parroquianos se acercan al bar que atiende desde la puerta, como si fuera la impartición de un sacramento a deshoras.

Elías reparte estopa

Bendodo le arrea estopa a Susana Díaz en Canal Sur. “Insulta a los profesionales del SAS” que propusieron el desconfinamiento de gran parte de las provincias de Málaga y Granada. El Estado no hizo caso y dejó encerrados a malagueños y granadinos. Nada menos que 2,6 millones de andaluces. Elías, el santo sin cofradía, se muestra tal cual ante la pantalla. Muy relajado. A veces parece que esta en la radio por lo confortable que se le aprecia. Tanto que parece estar en una tertulia de amigos. Elías se remueve en el sillón, gesticula sin límites, mira hacia todos lados mientras responde al entrevistador. Parece que fuera a rematar un córner… Luce chalequillo sin mangas, el símbolo del régimen. En la Andalucía de centro-derecha hay escudo, sello y prenda. ¿Qué falta? ¡Canal Sur! La gente cree que la cúpula de la RTVA completa es de PP y Cs. Tururú. Incierto. En la cúpula cohabita de facto un tripartito por efecto o culpa (elija cada cual el calificativo) de Juan Marín, que pactó el Gobierno con el PP, pero mantuvo ciertas consideraciones con el PSOE con respecto a la RTVA. Ay, Juan, pillín. Y de ahí las tensiones actuales que se viven en una casa con contrastados profesionales. Unos creen que el PSOE volverá a gobernar Andalucía más pronto que tarde y se dedican a nadar y guardar la ropa. Otros que Ciudadanos puede acabar como UCD tras el congreso de Palma de Mallorca. ¡Ojú! Incluso hay quienes afinan más y ven ya al partido de la naranja convertido en una suerte de CDS. ¿Recuerdan aquel CDS que celebraba las cenas mítines? En ellas ya se guardaba la distancia interpersonal de la poca gente que había. La cena mítin era como el jamón del pobre No cuadraba. O mítin o cena. O el jamón estaba malo, o el enfermo andaba en las últimas.

Pablo Casado, con perfecta barba de beduino, trata de ganar espacio en los telediarios. Trabajo le cuesta. En Sevilla todo parece quieto, pero hay mucho movimiento soterrado. Nunca se fíen de las apariencias de una ciudad que prepara sus revoluciones cuando llega agosto. La terraza de Río Grande y poco más. La realidad dicta que hay poco más donde elegir. Todo es lento, muy lento. Los bares se niegan a abrir para empatar. Robles tiene 300 empleados, El Rinconcillo 45. ¿se pueden pagan los sueldos con las terrazas al 50%? En Granada y Málaga están peor, pero eso no es consuelo de los afligidos. Han inventado un robot camarero. Tira la cerveza con más espuma que una fuente con Fairy. Para ser perfecto le falta tutear al cliente. Hay que probarlo.

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