Paco Lola

Del corral de Triana a la jet

  • La vida de este personaje polifacético está marcada por la búsqueda de la creatividad. Paco Lola tiene habilidad para estar en primera fila con Albahaca y en segunda con Los Morancos. Ha cantado ante muchos miembros de la realeza

Paco Lola

Paco Lola / Rosell (Sevilla)

UNO de los responsables de protocolo y seguridad de la Casa Real telefoneó a Pulpón para rematar algunos detalles de la puesta de largo de la Infanta Elena, que habría de celebrarse el 7 de septiembre de 1983 en el Palacio de la Zarzuela. Uno de los grupos de moda, que ya se había dado a conocer en la selecta sala Al Andalus de Madrid, era Albahaca. La infanta quería que actuaran en su fiesta de juventud. El referido responsable habló con el representante de los artistas, al que le entró en corto y por derecho: “¿Ninguno de estos señores ha estado en la cárcel, verdad?” “¿Se les entiende cuando hablan?” “¿No contarán chistes verdes o de mal gusto?” Resueltas todas las dudas, Albahaca actuó en los jardines de la Zarzuela, como haría en otros sitios muy selectos de medio mundo: desde fincas regias hasta suntuosas embajadas. El mítico grupo que ayudó a modernizar la sevillana y sacarla del pozo del olvido en los años ochenta, siempre se hizo acreedor de la confianza de cierta jet de la sociedad por la discreción y saber estar de sus cuatro miembros: Miguel Magüesin, alias Doctor Keli; Sabino, Pepe Vela y Paco Lola.

Paco Lola (Sevilla, 1952) ve la luz en el Corral de los Fideos, en la calle Castilla, donde un azulejo conmemora el hecho. Trianero de nacimiento, es asiduo de la Basílica de la Macarena. Se emociona cuando le dicen que en algunas plazas de toros francesas tocan su marcha Caridad del Guadalquivir en faenas triunfales. El otro día, sin ir más lejos, la pudo escuchar Pablo Aguado en Nimes. Bético furibundo, Paco jugaba muy bien al fútbol. Vivió las fatiguitas de los últimos corrales de Triana, antes de que la piqueta acabara con la mayoría de aquellos edificios. Aunque vive en el Aljarafe, necesita pasear por la Calle Castilla de vez en cuando para sentirse en plenitud. Años y años en Matalascañas, su deseo ahora es tener su vivienda en Cádiz. Siempre ha elogiado la calidad del agua de Doñana para el cultivo de una de sus aficiones: la cocina. Cuando hay fiesta familiar, siempre está dispuesto a hacer fideos o sopa de tomate. Cuando quiere exaltar alguna circunstancia tiene dos frases recurrentes: “No se puede estar mejor” o “no se puede ser mejor”.

Su vida es un archivo de anécdotas de la jet set, bien sea de Marbella o de Somosaguas. En su álbum de fotos se le puede ver en las fiestas de las bodas de oro matrimoniales de don Juan de Borbón y doña María de las Mercedes, en un baile en la Embajada Española en Londres con Carlos de Inglaterra y Lady Di, en una fiesta en el Instituto Español de Nueva York, en muchísimas celebraciones de la familia Urquijo, ora en Madrid, ora en fincas de otras provincias, en saraos junto a Julio Iglesias... En definitiva, en Madrid, Barcelona, Nueva York, Londres... Hasta en Japón han sonado las sevillanas de Albahaca. Vecino de Tomares, conocida es su frase sobre lo poco que le gustan las imposturas para ir al Rocío: “Antes solo hacía falta una camiseta, unos pantalones viejos y muchas ganas de cantar y bailar”.

Desde siempre se mostró como un gran creativo. Su profesión no se puede restringir a un solo concepto. Paco Lola es, sobre todo, original en todo lo que hace. En todo momento busca la creatividad, ya sea al conversar, o al componer, escribir, completar textos, enriquecer o rematar composiciones, etcétera. Dicen que forma parte de una especie de Academia de Pensadores que hacen guiones para Los Morancos marcados por la chispa con la que se genera eso tan serio que es el buen humor. Tiene, además, un aire a lo Richard Gere de Triana que lo convierte en un personaje atractivo.

La sala Al Andalus de Madrid fue clave en la proyección de Albahaca. Los expertos dicen que aportaron a la sevillana modernidad y elegancia. El grupo siempre mantuvo muy buena relación con Rafael Romero San Juan. Ellos dieron una gran difusión a la célebre sevillana Pasa la vida.

Paco es un ejemplo de buen humor y de ocurrencia. En Albahaca supo y sabe estar en primera fila. Con Los Morancos quizás ha demostrado algo mucho más difícil:saber estar en segunda fila. De entrada puede resultar un tipo serio, pero está en la poole position de los que saben contar chistes.

De una canción con tono de nana sacó una de las marchas más populares de la Semana Santa: Caridad del Guadalquivir. Hizo la melodía y el maestro Puntas se encargó de instrumentarla. Se estrenó el Miércoles Santo de 2000 a la salida de la Virgen. Yel entonces hermano mayor, Joaquín Moeckel, ordenó que se volviera tocar nada menos que en La Campana. Poca gente sabe que Paco Lola es el autor de la segunda estrofa de Se te nota en la mirada, del recordado Rafa Serna, quien compuso la primera y el estribillo.

La vida es...

La vida es ser un orgulloso hijo de calafate en la Triana más marinera, de la que quizás queda ya muy poco. Es ser un amante sin complejos de las costumbres. Es no olvidar los orígenes de los corrales de Triana y actuar en el Hotel Palace de Madrid en una de las innumerables fiestas de la alta sociedad donde ha actuado junto a sus amigos. La vida es ser casero, muy casero, a pesar de lo que ha tenido que trabajar de noche por imperativos laborales. Es beber la cerveza en cantidades pequeñas, para lo cual se la hace servir en catavino. La vida es que todas las puertas se abran para Albahaca por la buena educación y el saber estar de los cuatro miembros en un mundillo donde quizás no primen siempre ambas virtudes. La vida es hablar mucho, ser un gran conversador, pero es fácil comprobar que habla poco de sí mismo. La vida es enviarse cada día memes de los más originales con José Manuel Soto o César el de los Morancos.

Ha actuado en cientos de fiestas privadas del más alto nivel. Desde la citada sala Al Andalus hasta el recordado club El Albondigón de la calle Miguel Ángel en el Madrid de los años 80, pasando por la discoteca Mau, a la que acudían las infantas. Antes del relumbrón de años y años de trabajo que aún perdura, el niño Paco Lola demostró ser un buscavidas desde el principio. Fabricó y vendió viseras para el público de sol de la plaza de toros de Sevilla.

Le encanta el fútbol, pero le oirán hablar muy poco, poquísimo, de asuntos del balompié. Cuando hay una celebración, es fácil que acabe jugando con los niños. Quizás porque, harto de las fiestas más cotizadas, donde muchos darían la vida por colarse con la barra del hielo si fuera preciso, este personaje polifacético sabe que en los niños siempre habita la verdad más desnuda. Hay adultos que conviene evitar casi tanto como los vinos blancos “con mucho azúcar”. Y la cerveza, en pequeña cantidad y siempre en catavino.

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