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Continúa la tensión en Egipto tras la tragedia

  • Casi cuatrocientas personas resultan heridas en El Cairo durante los enfrentamientos entre seguidores del equipo Al Ahly y miembros de las fuerzas de seguridad.

Casi 400 personas resultaron heridas en el centro de El Cairo en los enfrentamientos registrados entre hinchas del equipo Al Ahly y miembros de las fuerzas de seguridad, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad.

El subsecretario de este departamento, Hisham Shiha, explicó que 122 de los heridos fueron ingresados en hospitales, mientras que el resto fue atendido en el lugar, en los alrededores del Ministerio del Interior, adonde se han trasladado numerosas ambulancias. La mayoría presentaba síntomas de asfixia, contusiones, fracturas y heridas de diversa consideración, según Shiha, quien señaló que por el momento no hay casos graves pero que se espera que la cifra de heridos aumente con el paso de las horas.

La situación de los heridos es estable, según las declaraciones a la televisión estatal egipcia de Shiha, que apuntó que 45 ambulancias participan en el traslado y atención a las víctimas en los alrededores de la plaza Tahrir. En esa zona se han instalado también varios hospitales de campaña. En uno de ellos, el médico Mahmud Saad explicó a Efe que han atendido a cientos de personas y que es imposible disponer de cifras exactas porque hay varios centros médicos. Saad dijo que los heridos presentaban síntomas de asfixia por los gases lacrimógenos, así como lesiones por el impacto de las balas de goma. El doctor, miembro de la Asociación de Médicos de Tahrir, indicó que la mayoría de las personas atendidas son hombres jóvenes, aunque también se han presentado mujeres y adultos. Este grupo de médicos, muy activos desde la revolución, ha levantado dos hospitales de campaña en la plaza, en los que trabajan 40 doctores y decenas de voluntarios.

Los enfrentamientos han estado motivados por las acusaciones de que las fuerzas de seguridad consintieron la masacre del estadio de Port Said (noreste), en la que murieron anoche más de 70 personas por los choques entre ultras de Al Ahly y Al Masry, el equipo local.

En la calle Mohamed Mahmud, que conecta la plaza Tahrir con el Ministerio del Interior, la policía dispara gases lacrimógenos para tratar de dispersar a la multitud, mientras los manifestantes les lanzan piedras. Esta zona ya vivió en noviembre y diciembre pasado violentos disturbios en protestas contra la Junta Militar, lo que llevó a las autoridades a construir muros de cemento para aislar la citada sede gubernamental.

Por su parte, el Ministerio del Interior pide en un comunicado a los ciudadanos que no sigan los "llamamientos maliciosos" que "pretenden propagar el caos y la inestabilidad". La nota indica que los manifestantes saltaron los muros de cemento para intentar llegar al ministerio, que está protegido por las fuerzas de seguridad.

Según pudo constar Efe, la primera línea de contención de los manifestantes está formada por los efectivos del Ministerio del Interior, pero en la retaguardia se concentran vehículos blindados del ejército egipcio

El primer ministro egipcio asume su responsabilidad política por la tragedia

El primer ministro egipcio, Kamal Ganzuri, reconoció su responsabilidad política por los disturbios en un partido de fútbol en Port Said, donde murieron más de 70 personas, y dijo que está dispuesto a rendir cuentas si se lo piden.

"Estoy dispuesto a cumplir con cualquier instrucción que me pida cuentas, porque sé que soy responsable políticamente", dijo Ganzuri en un discurso ante el Parlamento, que hoy celebra una reunión de urgencia para analizar los sucesos. Admitió que desde que asumió el poder, a finales de noviembre pasado, "la calle egipcia" no le quiere, aunque, agregó, eso no le ha llevado en ningún momento a "abandonar sus responsabilidades".

El primer ministro informó a la Cámara Baja del Parlamento de que ha destituido al jefe de los servicios de Inteligencia y de Seguridad de la ciudad de Port Said, donde ocurrieron los sucesos, y al presidente de la Federación de Fútbol Egipcia. Ganzuri agregó que también ha aceptado la renuncia del gobernador de Port Said.

Durante la sesión, el presidente del Parlamento, el islamista Saad Katatni, afirmó que la tragedia fue debida a la "deficiencia y la negligencia" de los aparatos de seguridad, y algunos diputados han pedido la dimisión del ministro del Interior, Mohamed Ibrahim.

Katatni, miembro del Partido Libertad y Justicia (PLJ), brazo político de los Hermanos Musulmanes, consideró que las fuerzas de seguridad "no cumplieron ni con su misión ni con su profesión por la falta de organización ante estos acontecimientos". En una sesión de urgencia en el Parlamento, el político islamista señaló que "hubo advertencias sobre lo que podía pasar que fueron difundidas con tiempo suficiente, pero esos avisos no acertaron a alertar a los cuerpos de seguridad para que cumplieran su trabajo".Y destacó que la "masacre" no es un incidente casual, sino que forma parte de una serie de sucesos que ha ocurrido en los últimos tiempos en el país. Por ello, instó a los diputados a analizar estos altercados "dentro del marco de esta etapa transitoria histórica que atraviesa Egipto desde la revolución (que acabó con el régimen de Hosni Mubarak, hace ahora un año)", exhortó.

La Junta Militar, que gobierna el país desde febrero pasado, declaró tres días de luto nacional y celebró una reunión extraordinaria para estudiar los acontecimientos.

La masacre devuelve a la policía egipcia a centro de la ira popular

La Revolución del 25 de Enero no solo se llevó por delante a Mubarak. También barrió el escaso prestigio que le restaba a una policía más conocida por sus arbitrariedades y torturas que por ser garantes de la seguridad ciudadana.

En sus últimas bocanadas como presidente, el propio Mubarak escogió al Ministerio del Interior como chivo expiatorio, al retirar a todos los policías de las calles, tres días después de que comenzaran las protestas, y encargar el mantenimiento del orden al ejército. A partir de entonces, la policía cayó en una irrelevancia cercana a la invisibilidad, lo que hizo dispararse en Egipto la percepción subjetiva de inseguridad.

Solo en ocasiones como en las protestas de la plaza Tahrir en los meses de noviembre y diciembre las fuerzas de seguridad recuperaron su escabroso protagonismo, con la brutal represión frente a los manifestantes contra la Junta Militar que dirige Egipto. En primera línea de batalla, tanto en esas manifestaciones como en las que llevaron a la caída de Mubarak hace un año, se situaron precisamente los ultras del club cairota de Al Ahly, que fueron, en una paradoja que tal vez no lo sea tanto, el objetivo de los hinchas del Al Masry en Port Said.

Según dijeron a Efe testigos presenciales, los hinchas del Al Masry no encontraron ninguna resistencia por parte de las decenas de agentes antidisturbios que había desplegados en el campo cuando invadieron el recinto tras el partido para "linchar" a los jugadores del Ahly. Los medios de comunicación independientes tampoco han evitado criticar el papel de la policía, y algún diario, como el Asshuruk ha querido ver en Port Said una reedición de la que se conoce como la Batalla del Camello. Ese día, decenas de seguidores del régimen mubarakista entraron en la cairota plaza Tahrir a lomos de camellos y caballos para intentar sembrar el pánico entre los miles de manifestantes que reclamaban un cambio de régimen.

La policía no actuó contra los hinchas por miedo

La policía no actuó para evitar la mayor tragedia del fútbol egipcio, que causó anoche 74 muertos, porque tenía miedo de los hinchas, aseguró este jueves el director del estadio de la ciudad mediterránea de Port Said, Mohamed Yunis. "Los policías no actuaron porque tenían miedo; se limitaron a mirar porque temían que los lincharan", señaló Yunis en el estadio, donde todavía quedan restos de la batalla campal con botellas, sillas arrancadas y zapatos en el césped.

Yunis adelantó que el fiscal acudirá en breve a las instalaciones deportivas para iniciar las pesquisas. La salvaje batalla entre los aficionados del club local de Port Said, Al Masry, y los del equipo rival, el cairota Al Ahly, estalló nada más pitar el árbitro el final del partido que habían ganado los primeros por 3-1. Yunis señaló que lo que ocurrió "venía de antes, porque desde la semana pasada los ultras de ambos equipos se calentaron en las redes sociales".

Según explicó un testigo presencial de los hechos, Hosam Mohamed Mustafa, los hinchas del Al Masry amenazaron de muerte desde el comienzo del encuentro a los seguidores y jugadores de rivales, y al final se lanzaron al campo para perseguirlos. La calma ha vuelto al estadio y sus inmediaciones, de donde todavía no han sido retirados algunos vehículos calcinados durante los disturbios.

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