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Todos pendientes del Brexit

  • La encuestas dan el triunfo al 'remain', pero las instituciones europeas aguardan con inquietud y prudencia el resultado del referéndum.

Reino Unido celebra este jueves un histórico referéndum que decidirá no sólo su continuidad en la Unión Europea, sino el futuro mismo de un proyecto comunitario que podría sufrir consecuencias imprevisibles si la segunda economía del continente apuesta por adentrarse en una travesía de salida sin retorno y sobre la que no hay precedentes. 

Las urnas estarán abriertas desde las 07:00 a las 22:00 locales para permitir a millones de personas emitir su voto en el referéndum, donde deberán elegir entre dejar o permanecer dentro de la UE. 

La más reciente encuesta de opinión publicada anoche reveló que la campaña Remain (Permanecer) dentro de la Unión Europea se encuentra a la cabeza respecto a los que quieren salirse del bloque de naciones, con ocho puntos de ventaja. 

La encuestadora ComRes indicó que Remain suma 54%, tres puntos arriba respecto al último sondeo, mientras que los partidarios de abandonar la UE (Leave) contaban con 46%, tres puntos menos que la anterior consulta. 

Una segunda encuesta de YouGov señaló que Remain se encuentra a la cabeza, con apenas dos puntos porcentuales (51%), respecto al Leave (49%). 

En las últimas semanas se revirtió la tendencia sobre la intención del voto. El 6 de junio, YouGov indicaba que un 45% de los votantes encuestados preferían salir de la Unión Europea contra 41% que favorecían permanecer en la mancomunidad europea. 

Tras semanas de enconada campaña, Stronger In (Más Fuertes Dentro) y Vote Leave (Vota Abandonar) han aprovechado la última jornada para intentar convencer a los indecisos con las principales armas de las que se han valido para decantar la votación a su favor: la conveniencia económica de continuar y el carácter irreversible del 'Brexit' por parte de los defensores de la permanencia; y la recuperación de la soberanía y del control de fronteras con el 'Día de la Independencia' prometido por los partidarios del divorcio. 

El empate técnico que prácticamente había dominado las encuestas desde que el primer ministro, David Cameron, cerrase en febrero el acuerdo para renovar el estatus británico en Bruselas se ha mantenido hasta el final, si bien la opción de la permanencia ha registrado un cierto repunte desde el salvaje asesinato de la diputada laborista Jo Cox el pasado jueves, un crimen de motivación política que podría haber desequilibrado la balanza. 

No obstante, ante lo ajustado de los sondeos, el veredicto dependerá en gran medida de los indecisos y notablemente de la participación. El bando a favor de la UE es consciente de que una baja concurrencia supone una de sus principales amenazas, por lo que está a expensas de la movilización ciudadana. Será fundamental que quienes habitualmente se implican en las generales, pero no en las europeas, acudan a los colegios este jueves.

Compleja disyuntiva

El electorado deberá resolver una compleja disyuntiva sobre la identidad misma de Reino Unido y el lugar que aspira a ocupar en el orden internacional de este arranque de milenio. 

La última vez que tuvo la oportunidad de decidir en la correosa cuestión europea fue en 1975, cuando aceptó la entrada en el Mercado Común al que el país se había incorporado dos años antes. 

Transcurridos 41 años, la única coincidencia entre el bando a favor de la permanencia y el frente que aboga por el Brexit es que este nuevo plebiscito constituye una de las decisiones más trascendentales que Reino Unido jamás ha afrontado como país. Además de su futuro en la UE, su dictamen marcará el legado de Cameron y su permanencia en Downing Street: independientemente del veredicto final, Cameron pasará a la historia como el 'premier' que zanjó la siempre complicada relación con Bruselas.

Temor en Europa

La Unión Europea, sus instituciones, aguardan con inquietud y prudencia el resultado del referéndum con el que los británicos decidirán este jueves si quieren seguir siendo parte del club comunitario o iniciar el proceso de divorcio. 

Bruselas ha optado hasta ahora por un perfil bajo durante la campaña por miedo a que, como ocurrió con el referéndum griego o el holandés, su toma de partido se volviera en contra de los intereses de la Unión Europea. 

Lo más lejos que ha ido el jefe del Ejecutivo, Jean-Claude Juncker, ha sido decir que la UE quiere que Reino Unido siga siendo parte de ella y que los británicos deben de tener claro que "no habrá ningún tipo de renegociación". "Fuera es fuera", ha zanjado en una comparecencia la víspera del voto. 

El presidente del Consejo europeo, Donald Tusk, por su parte, ha sido más dramático en sus mensajes de las últimas semanas, advirtiendo de los riesgos económicos y geopolíticos del 'Brexit'. "Los enemigos internos y externos de la UE abrirán sus botellas de champán", dijo esta semana, sobre las consecuencias de un voto negativo. 

A primera hora del viernes, cuando ya sea oficial el resultado de la consulta, Juncker recibirá en su despacho al presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, y al del Consejo europeo, Donald Tusk, además de al primer ministro holandés y presidente de turno de la UE, Mark Rutte. 

El objetivo es intentar ofrecer una respuesta a un proceso en el que todos son "primerizos" y cuyos pasos a seguir son una incógnita, según admiten diversas fuentes consultadas, aunque no se ha confirmado por el momento que comparezcan ante los medios al término del encuentro. Según la mayoría de líderes comunitarios, la salida podría generar un efecto dominó entre otros integrantes de los Veintiocho y un peligroso auge del populismo. 

En el caso de España, y en caso de triunfar el 'Brexit' en el referéndum, el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, ya anunció que hablará con los líderes de los principales partidos españoles para llevar "una postura común" a la cumbre europea que se celebra la próxima semana. 

Para Londres, por su parte, la ruptura implicaría inevitablemente una espinosa negociación, sobre todo por la vulnerable posición del Gobierno. Es complicado que David Cameron saliese indemne, no sólo por cómo la campaña ha menoscabado su liderato, sino porque su legitimidad quedaría mortalmente dañada si el electorado ignora su consejo. 

El Tratado de la Unión Europea prevé en su artículo 50 la posibilidad de que un Estado miembro que no quiera seguir siéndolo pueda negociar su salida, sin embargo lo hace de manera que deja abiertas muchas incógnitas sobre cuál debe ser la modalidad y el calendario de salida. 

Las partes cuentan con un plazo de hasta dos años (prorrogables si así lo considera el Consejo) para negociar los términos del divorcio, aunque llevarlo a la práctica y el desarrollo de la legislación que reemplace en Reino Unido las normas comunitarias puede llevar años, más de una década para los más pesimistas. 

También deberán resolver, por ejemplo, cuál será el futuro de los funcionarios británicos con puestos en las instituciones europeas o el papel de los 73 eurodiputados que obtuvo el país para esta legislatura. 

En cualquier caso, el tiempo empezará a correr a partir de que el primer ministro británico, David Cameron, notifique formalmente el resultado del referéndum y la decisión de su Gobierno de salir -o quedarse- en la UE.

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