'Autómata', una apuesta por una ciencia-ficción "más filosófica"
Antonio Banderas compite en San Sebastián con una historia sobre humanos y robots en un mundo "que ha perdido los valores.
Con barba y mucho mejor aspecto que el que luce su último personaje, el rapado y triste Jacq Vaucan, protagonista de Autómata, Antonio Banderas llegó al Festival de San Sebastián y se lo metió en el bolsillo. "Me apetece trabajar más en España", dijo en una entrevista con Efe. "Y me apetece más desde la producción o la dirección que desde la actuación, pero no voy a cerrar ninguna puerta -explicó-; en cualquier caso, probablemente viva en Estados Unidos y tenga ahí mi centro, pero voy a mantener una línea de trabajo más constante con mi país".
El actor y productor de la película de Gabe Ibáñez, una historia de ciencia ficción sobre el momento en el que las máquinas serán más inteligentes que los hombres, presentó ayer la cinta dentro de la competición por la Concha de Oro del festival donostiarra. Autómata fue recibida por el público con aplausos de reconocimiento, casi los mismos que le dedicaron los fotógrafos al malagueño, agradecidos por su extrema colaboración. "Me acuerdo que vine en el setenta y tantos al festival, era bastante joven y aquel año hacían la promoción de Star Wars paseando a C3PO por la ciudad. Aquello me pareció increíble, no lo he olvidado", recuerda mientras él mismo va acompañado de un robot que aparece en el filme, la autómata Cleo.
La película, situada en un futuro en el que lo que queda de la humanidad vive intramuros en un mundo sin océanos y se apoya en robots domésticos para sobrevivir, "visita la pérdida de valores y muestra cómo un hombre mata a otro como si fuera un perro. En Autómata, los robots son los buenos de la historia", afirma Banderas.
Un trabajo hecho con cinco millones de euros logrados gracias a los contactos personales del actor y a los favores prestados por sus amigos, desde la colaboración en la producción de la estadounidense Millenium, a la voz de Javier Bardem para el primer autómata que se da cuenta de que ya no tiene nada más que aprender de los humanos, y a su ex esposa, Melanie Griffith, a quienes está "muy agradecido".
Rodada en Bulgaria, donde "no hay desiertos", precisó Ibánez, la película utiliza de postproducción "la justa", porque la idea, añade Gabe, era seguir los parámetros del cine "sci fi" de los años 60 y 70, "más filosófico, con otro tempo" y con robots de verdad: seis criaturas que se movían con motores y a control remoto. El director madrileño expuso que, en esa época, las cintas de ciencia ficción "lejos de ser un cine palomitero para chavales era el género que daba lugar a tratar temas filosóficos sobre el ser humano. Nos interesaba ese cine, que trataba al espectador con seriedad, usando códigos del western o del género negro". Para Banderas, era "muy importante que el afán por volver la película más asequible, o comercial, no nos interrumpiera el proceso creativo que él tenía en la cabeza", dice Banderas, que defendió "que Gabe hiciera la película que él quería y como quería hacerla".
En competición también se vio La entrega, dirigida por el belga Michael Roskman (Bullhead), una obra que convenció y que cuenta con soberbias interpretaciones de Tom Hardy y Noomi Rapace y la última aparición cinematográfica del fallecido James Gandolfini. El aparentemente sencillo guión es de Dennis Lehane, experto en el género policial ambientado en las clases sociales más bajas y creador de los universos de Shutter Island, Mystic River o Adiós, pequeña, adiós.
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