'Bienvenidos a Zombieland': La fiesta de los muertos vivientes
Crítica
Bienvenidos a Zombieland. EEUU, 2009, 80 minutos. Comedia de terror. Dirección: Ruben Fleischer. Guión: Paul Wernick, Rhett Reese . Intérpretes: Jesse Eisenberg, Woody Harrelson, Emma Stone, Abigail Breslin, Amber Heard, Bill Murray. Música: David Sardy.
El éxito de títulos como El amanecer de los muertos, 28 días después, Planet Terror, Soy Leyenda, El diario de los muertos o Rec confirma la buena salud comercial de un género nacido en los márgenes de la serie B con la ya mítica La noche de los muertos vivientes (1968), de George A. Romero. Títulos que han sabido reescribir las claves del género para entrelazarlas con la comedia, el drama apocalíptico o las texturas del documental según se trate de celebrar por todo lo alto la fiesta del exterminio de los no-muertos o de subrayar el carácter metafórico (sobre el presente) que se esconde en sus argumentos.
De entre la vertiente más gamberra e iconoclasta de este revival, una cinta como Zombis party (Shaun of the dead, 2004), dirigida por Edgar Wright y protagonizada por el popular cómico británico Simon Pegg, nos dejaba la que es sin duda la más divertida de las remezclas entre cine de zombis, western posmoderno y comedia romántica. Es en este filme, que pasó sin pena ni gloria por la cartelera española, donde parece mirarse Bienvenidos a Zombieland, debú en la dirección de Ruben Fleisher que bajo el socorrido esquema de la road movie y la buddy movie propone un entretenido e ingenioso repaso a los lugares comunes del mondo-zombie desde un mainstream plenamente autoconsciente que reúne a dos generaciones de actores cómicos para celebrar una nueva fiesta de la destrucción y la anarquía: por un lado, la frescura de Jesse Eisenberg, Emma Stone y Abigail Breslin, procedentes del entorno Apatow (Aventureland y Supersalidos, respectivamente) o del nuevo cine indie para todos los públicos (Pequeña Miss Sunshine); por otro, Woody Harrelson y Bill Murray, iconos de la comedia televisiva y el cine de género de los 80 que nos regalan algunas secuencias delirantes en su huida por un país infestado de muertos vivientes.
La cinta de Fleisher condensa sus mejores momentos en un arranque frenético montado al ritmo de música rockera y rótulos tridimensionales que nos presenta a los protagonistas y su manual básico de supervivencia. A partir del encuentro con la pareja de chicas, la película se abandona a una dinámica algo más trivial, que tan sólo remonta con la aparición de Bill Murray en su papel autoparódico y que se cierra con el tibio gran final en un parque de atracciones al que tal vez le hubiéramos pedido algo más de desarrollo y nitroglicerina.
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