Brillante regreso de Gardiner
Con menos publicidad de la que hubiera sido necesaria, lo que ocasionó cierto malestar entre algunos melómanos, John Eliot Gardiner volvió a Sevilla, donde, si mi memoria y mis datos no fallan, no actuaba en concierto público desde el año 1992.
Grandísimo maestro en buena parte del repertorio barroco y clásico, Gardiner ha conseguido el milagro de mantener al Coro Monteverdi durante más de treinta años a la cabeza de los conjuntos europeos de sus características, sin que los inevitables relevos de miembros se hayan notado casi en ningún momento de su impecable trayectoria. El Monteverdi ha frecuentado menos la música renacentista, donde ha caído tradicionalmente prisionero del característico estilo británico, dominado por la brillantez antes que por la expresividad.
Bien que se notó esta circunstancia ayer, en especial en las obras de los compositores españoles, que sonaron menos hondas de lo que es hoy habitual en otros conjuntos continentales. Aprovechando las posibilidades espaciales del templo, Gardiner fue distribuyendo a los miembros de sus conjuntos (los English Baroque se reducían esta vez a un grupo de ministriles -cuatro sacabuches, una corneta- y un continuo a base de cello, contrabajo, órgano y archilaúd) en función de las diferentes obras. Los triples coros del Sanctus de Gabrieli y el Duo Seraphim de Guerrero sonaron ante el altar mayor, potentes, redondos, afinadísimos, solemnes, privilegiando siempre el brillo de las voces más agudas y destacando la verticalidad absoluta de la música, con grandes bloques de acordes que caían sobre los oyentes como losas. Desde el coro y a cappella, los miembros del Monteverdi hicieron una versión muy contenida del Versa est in luctum de Lobo y hallaron hermosos matices de elegante ternura en el Ave Virgo de Guerrero.
La obra central del programa, las Musikalische Exequien de Schütz, sonaron en una versión más plácida y luminosa que terrible y angustiosa, con algunas intervenciones solistas de relieve (Fuge, Daniels) en los pequeños conciertos espirituales y un intensísimo motete a doble coro.
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