Chencho Fernández | crítica

Reinventar el concepto de belleza

  • Chencho Fernández, acompañado por los músicos de All La Glory, su banda por derecho propio, ofreció en la noche del viernes un fascinante concierto lleno de pasión, que arrebató el alma a todos los espectadores congregados en la sala Malandar

Chencho Fernández

Chencho Fernández / JM Carrasco

Leves, suaves, los versos de Chencho Fernández al comienzo de su grandioso concierto del viernes en la sala Malandar, el último antes de comenzar firmemente el trabajo que desembocará en su tercer disco; la frágil belleza de Y entonces lloré, precisamente elegida de entre las que lo van a componer, fue el primer paso de su camino al infinito. Este matrimonio no casa, inmediatamente después, no serviría en absoluto para describir la relación que sostiene con All La Glory, su banda por derecho, la que con su música a la vez oscura y vitalista insufla intensidad a cada segundo de las fuertes y memorables canciones de Chencho. Poesía y electricidad, dulzura y poder puro, interacción gloriosa del uno con los otros y de los otros entre sí; Israel Diezma y Juano Azagra, si el primero nos mordió las entrañas hasta la muerte con su guitarra en El rayo a punto de caer, el segundo nos levantó de las cenizas y nos hizo volar con la suya después en Una buena noche.

Alternó Chencho algunas de sus Baladas de plata con otras de las que Dadá le inspiró, a las que sumó otras canciones nuevas y recuperadas de tiempos atrás; nuevas eran las adelantadas del próximo disco: la primera del concierto y Vuelta al mono, en los bises, aunque las diese a conocer ya el pasado verano en el concierto del PopCAAC. Reinventó el concepto de belleza en la adaptación que hizo de He venido a decirte que me voy, la maravilla que Serge Gainsbourg compuso a su vez partiendo de la Canción de otoño de Paul Verlaine, y recordó a Burning en 9 de mayo, que Chencho ha compuesto para interpretarla con Los Fusiles, llamada así por ser esa la fecha en la que fallecieron Toño Martín y Pepe Risi -seis años después-, a los que dedicó su interpretación de hoy.

Una buena noche, la canción que marcó la mitad del recorrido, trazos de pura y simple lírica, se queda corta ante la magnitud de esta noche real, la mejor que hemos pasado con Chencho, una aseveración que es tan verdad como el hielo y el fuego, como él mismo cantó en uno de los versos de Amor bajo cero que, aunque es una adaptación del Love minus zero de Dylan, la banda acercó más al Sweet Jane tal como Lou Reed la interpretaba en el Rock and Roll animal. Nunca antes habían hecho Calle Imagen en directo, una canción intimista en muchos momentos, rítmicamente alegre en otros, envolvente, cálida, entrañable, para enamorarte de ella seriamente. Y después llegó La noche americana, una debilidad con la que me repito: mientras Chencho la esté cantando en Sevilla el pasado nunca será pasado… todos se han ido ya, pero tú te has quedado

Se fueron del escenario, aunque todos sabíamos que volverían; lo hizo primero Chencho para interpretar La garçonne a solas con su guitarra acústica, seguida del 9 de mayo, tan desnuda también como la parca que se llevó a sus protagonistas. Todos juntos de nuevo nos trajeron el sonido pulcro de Mi pequeña muerte en ti, tarareos y aires de festival italiano en los acordes de la guitarra de Israel y los teclados de Juano. Este cogió para el final una guitarra con mucha historia detrás, que perteneció a Juanjo Pizarro, a quien le dedicó Radio Fun Club, la que todos cantamos a la vez, en un encanto de principio a fin, que se tornó definitivo con la apoteosis de guitarras de La estación del Prado y sus versos afines a nuestros sentimientos: cuando te volvamos a ver, Chencho, volverán las sonrisas y el vino.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios