Cultura

Declaración, mágica y vivaz, de principios

Teatro Tascabile di Bergamo. Dirección: Renzo Vescovi. Intérpretes: Alessandro Rigoletti, Caterina Scotti, Calcaterra, Silvia Baudin, Franco Pasi, Tiziana Barbiero. Bailarines: Rosa Da Lima Iannone, Mauro Danesi, Giuseppe Chierichetti, Ruben Manenti. Técnicos: Lorenzo Bucci, Antonietta Fusco. Lugar: Plaza del Triunfo. Fecha: Jueves, 6 de setiembre. Aforo: Lleno.

La dirección de La Bienal hace toda una declaración de principios al incluir en su programación esta mascarada exótica del Teatro tascabile di Bergamo. Con una maestría arrolladora, esta veterana compañía ha transportado a un público de lo más diverso a orígenes inquietantes habitados por personajes fantásticos: reyes y ministros estrafalarios, coloridos guerreros y cómicos, bailarines versados en las danzas de la India y un mono tan gritón como cantor.

Storie del giardino dei peri ha recorrido y sembrado de escenarios heterogéneos y mestizos la Plaza del Triunfo. Ciertamente es su intervención impetuosa, pero no por ello menos sutil. Se visten sedas y zancos, se lucen joyas y bastones de oro, se despliegan paraguas sagrados. Sí. Pero el color y la jovialidad no disimulan el carácter enardecedor, en cierta forma, oscuro, de lo que a primera vista no es más que un pasacalles inocente. Se quiere involucrar al público, pero ese deseo tiene más de encantamiento que de engatusamiento. Hay hechizo, pero no edulcorante.

Es uno de los propósitos de esta Bienal el llevar al artista a la calle e inundar los espacios públicos con el arte jondo y su mundo. La potencia de esta obra consigue que el espectador redescubra paisajes tan monumentales como cotidianos, que los recorra como por primera vez y quizás que en el futuro atisbe restos ceremoniales y mágicos entre la piedra y el asfalto. (Qué pena que la intervención del espacio fuera en parte reprimida por las autoridades, en lugar de celebrada y cobijada.)

También invita a la reflexión ese itinerario danzante y en apariencia despreocupado. Sirve de metáfora. Itinerario de todos los itinerarios. Principio de todos los principios. También del gitano. Es un remontarse a las posibles raíces orientales, en concreto indias, del flamenco. La propuesta acerca al público a algunas de las danzas del subcontinente (el kathak y el khatakali). Pero lo interesante es que genera lo que podríamos llamar "parecidos de familia" entre esas formas foráneas y otras más cercanas, tendiendo puentes entre culturas y generando discursos y diálogos enriquecedores. Sin, por ello, ignorar las diferencias, los contrastes.

La propuesta abre los ojos y genera espacios donde reina el interrogante, y no la respuesta. La Plaza del Triunfo estaba repleta de ojos felices que al acabar el despliegue de máscaras se hacían todo tipo de preguntas a raíz de lo visto. Qué necesario es ese arte que educa tanto como inquieta.

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