Ha fallecido el símbolo de un país. No solamente un cantante, compositor y productor reconocido mundialmente. Cuando el presidente, Andrés Manuel López Obrador, anunciaba hoy a todos sus compatriotas mexicanos que Armando Manzanero había dejado de existir, mientras la voz de este sonaba tras él cantando Adoro, tuvo que cortar en ese momento la rueda de prensa que ofrecía para no verse anegado por las lágrimas.

Aunque las últimas noticias sobre que se le había retirado la respiración asistida eran esperanzadoras, finalmente, tras luchar durante la última quincena contra el covid-19, las secuelas del virus, unidas a sus problemas renales, han terminado con la vida de uno de los compositores más célebres, prolíficos y longevos de la música popular en español. Armando Manzanero deja tras de sí a siete hijos y dieciséis nietos, fruto de los seis matrimonios que ha tenido en sus 86 años de vida, porque aunque las fechas oficiales sitúen su nacimiento el 7 de diciembre de 1935, realmente nació un año antes, en Mérida, la ciudad del Yucatán a la que también regresarán sus cenizas.

Armando Manzanero estaba predestinado a ser músico porque su padre, Don Santiago Manzanero, fundador e integrante de la orquesta Yucalpetén, se lo inculcó desde muy pequeñito y antes de cumplir los diez años ya le había hecho realizar tempraneras incursiones en esta disciplina, que fue moldeando después en las escuelas de Bellas Artes de su ciudad y de la capital de México, en las que adquirió la destreza necesaria para convertirse en un notable pianista, una vez que comprendió que la guitarra no era lo suyo y prefería sentarse al piano que su madre había intercambiado por una máquina de coser. También reunió los conocimientos que le llevaron a despuntar en el mundo de la música desde muy joven, componiendo su primera canción, Nunca en el mundo, a los quince años y haciéndose cargo de la sucursal azteca de la multinacional discográfica CBS apenas seis años más tarde.

A medida que avanzaba la década de los 60 su reconocimiento se fue multiplicando a uno y otro lado de la frontera entre su país y los Estados Unidos con sus éxitos en festivales de México y Miami que le llevaron a comenzar a sonar en las emisoras de radio, con su canción No, y a poder publicar su primer disco largo en 1967, Mi primera grabación, con canciones propias que ya llevaban marcado el sello de romanticismo que le caracterizó durante toda su carrera, en la que dejó más de cuatrocientas canciones que han hecho bailar, cantar, llorar y celebrar a varias generaciones con las dulces melodías de Somos novios, Esta tarde vi llover, Contigo aprendí, Te extraño, Dormir contigo y muchas otras canciones de incuestionable renombre mundial. No solamente interpretadas por él, sino por cantantes de diferentes tendencias musicales y estilos tan diversos como Raphael y Bisbal, Miguel Bosé y Andrés Calamaro, Rocío Dúrcal, Ana Torroja, Roberto Carlos… la popularidad de sus canciones trascendió fronteras y lenguas y pudimos también escucharlas en inglés en voces enormes como las de Elvis Presley o Tony Bennett.

Igualmente, Manzanero se distinguió como productor, poniendo sus conocimientos al servicio de otras voces almibaradas como la de Luis Miguel; como arreglista y pianista de intérpretes de la talla de Pedro Vargas, Daniel Riolobos o Lucho Gatica y como socio en la composición de éxitos de cantantes que nunca le abandonaron durante su vida, como Angélica María, Libertad Lamarque o Vicente Fernández.

Pese a que era una figura legendaria desde hacía mucho tiempo y a que la revista Billboard le había otorgado ya el Premio a la Excelencia en 1993, tuvo que esperar hasta el inicio de este siglo para que se acordasen de él en los Grammy, obteniendo el premio al Mejor Dúo o Grupo Pop Vocal con Duetos, una producción compartida por figuras de la talla de Olga Tañón, Alejandro Sanz o Ricardo Montaner. Posteriormente, en 2010 volvió a ser honrado por los organizadores de los Grammy con el Premio a la Excelencia Musical de la Academia Latina de la Grabación. Ese mismo año asumió también la presidencia del comité directivo de la Sociedad de Autores y Compositores de México, su único cargo como funcionario musical, que ejerció guiado por la doctrina de que si todos se aficionasen a la música el mundo sería mucho más agradable, con más respeto, sin violencia; porque la gente que lleva la música dentro es una gente que indudablemente es más creativa, menos violenta, de mucha paz. «La música es la compañera más importante que puede tener cualquier ser viviente; hasta las flores y las plantas, cuando escuchan música, se sienten mejor», son palabras recientes del maestro Armando Manzanero, que están totalmente ajustadas a lo que fue su vida y son un perfecto epitafio a ella.