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Cultura

Infiernos, milagros y conversos coinciden en la Plaza Nueva

  • La presencia de lo diabólico en la obra de Cervantes o la capacidad de la literatura como remedio contra el dolor fueron algunos temas que se trataron en el día de ayer

La Feria del Libro siempre invita a desplazamientos insospechados, pero ayer uno de los viajes tenía como destino los abismos abrasadores del infierno. El mexicano Ignacio Padilla aseguraba que "todos necesitamos un descenso al inframundo para volver de ahí, para renacer". Sus razones tenía: el escritor recogía el Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos por un ensayo sobre la presencia de lo diabólico en la producción de Miguel de Cervantes. Había viajado desde Querétaro para confesar que su devoción al autor de Don Quijote le llegó tarde. "Soy un lector tardío de Cervantes", admitía, "un converso, y por lo tanto un fanático". Tardó en creer porque su padre "cometió el error cariñoso de insistir en que leyéramos una obra para la que no estábamos preparados, hay edades para leer ciertos libros". Pero luego vino el deslumbramiento, y por eso Padilla ha hecho un ensayo "que se lee como una novela", según Joaquín Pérez Azaústre, miembro del jurado de este galardón convocado por la Fundación José Manuel Lara. El mexicano lo confirmaba: "Creo que el ensayo, los libros que carecen de ficción, tienen que ser apasionados y en ellos debemos hablar en primera persona para transmitir el entusiasmo".

Era un día del infierno -un calor del demonio parecía decirlo- pero también aguardaban portentos. María Isabel Cintas Guillén recibía el Domínguez Ortiz de Biografías por un estudio sobre Manuel Chaves Nogales disertando sobre los milagros literarios. La prueba: que el escritor hiciera Juan Belmonte, matador de toros "sin haber entrado en una plaza, sin ser aficionado" y lograra "que en una ciudad como Sevilla muchos toreros tuvieran aquella obra como su libro preferido". La doctora en Filología Hispánica admira a Chaves Nogales "desde el día que leí las primeras líneas de sus trabajos", cuando supo que aquel autor "me iba a arrastrar, como así ha sido". La especialista ha realizado "una labor callada y solitaria" para trazar el recorrido de un hombre que "conoció la aventura, el éxito, pero también los rigores del exilio, la soledad y la lucha desesperada por encontrar un lugar para desarrollar su vocación".

Aunque cayó lluvia al mediodía, el cielo ofreció finalmente una tarde de playa, la excusa para que Alfredo Taján hablara de Torremolinos, el escenario de su última novela, Pez espada (Ediciones del Viento),que el argentino afincado en Málaga presentó junto al crítico de Diario de Sevilla Ignacio F. Garmendia. El autor definió su creación como "una novela bastante sarcástica sobre los aspectos oscuros de la Andalucía de los años 60", una ficción que escoge el mítico hotel de la Costa del Sol como "caja de resonancia" de aquel tiempo. Taján se documentó "tomado muchísimos dry martinis allí, y escuchando a trabajadores que estuvieron en aquella época heroica, en la que la Costa del Sol no había sido agredida por la especulación". Para el director del Instituto Municipal del Libro de Málaga, el proceso de degradación del litoral "aún no ha acabado. Lo de la Gil Époque no ha sido el fin, era el principio del principio".

La mayor multitud del día la congregó el argentino Jorge Bucay. Que este médico que ha encontrado un remedio para la pesadumbre en la literatura era una estrella ya se sabía -se comunica mediante uno de esos micrófonos que se llevan colocados en la oreja y que popularizó Madonna-, pero su capacidad para que el público mantuviese la atención a sus historias se percibió en la Carpa, donde más de un centenar de personas le escuchaban. Albert Espinosa, otra presencia de la Feria,también sabe lo que es conectar con los lectores: ha vendido 200.000 copias de su novela Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven (Grijalbo), un título llamativo que según contó ayer surgió de una conversación con una señora en la panadería. Espinosa, que también triunfa en la televisión catalana con una serie, dedica el libro a "todo el mundo que es diferente". Elige a un protagonista -Dani, un detective que busca a niños desaparecidos- que parece normal, aunque, en determinada página, Espinosa reserva una sorpresa que hará replantearse el relato de otro modo. Como Bucay, Espinosa inspira optimismo: su historia empieza en ese momento en el que "cuando crees que conoces todas las respuestas, llega el Universo y te cambia las preguntas", pero en el enfoque que toma el escritor, "toda pérdida puede ser una ganancia".

Entre los actos programados estuvieron la presentación del libro Los hermanos musulmanes (La Catarata), un acto organizado por la Fundación Tres Culturas donde el periodista Javier Martín analizó esta organización islamista, y la de Cruzar la Raya. Portugueses en la baja Andalucía, un estudio del historiador Antonio Luis López Martínez publicado por el Centro de Estudios Andaluces.

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