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Jazz

Intakt Records: el sello total

  • La discográfica suiza celebra este año sus tres décadas de vida, en las que ha ido dando forma a un excelente catálogo definido por la continuidad y el valor de sus propuestas.

Su primera referencia presentaba un trabajo de la pianista suiza Irène Schweizer bajo el título de Live at Taktlos (1986). Las circunstancias habían hecho de las suyas y lo que en principio iba a ser una referencia casi aislada, surgida a partir del concierto coliderado junto al trombonista de Chicago George Lewis en el Taktlos Music Festival de 1984, organizado por el periodista Patrik Landolt, se convirtió a la postre en el inicio de una brillante aventura discográfica. En realidad, la etiqueta Intakt Records había surgido un año antes con el objetivo de dar salida a los registros de Schweizer que Landolt había ido coleccionando y enviando a distintos sellos sin respuesta positiva. Y de hecho, ocho de las diez primeras referencias de Intakt llevaron la firma de la pianista, incluyendo una señera serie de duetos con baterías como Louis Moholo, Günter Sommer, Han Bennink, Andrew Cyrille o Pierre Favre que, más tarde, convirtieron en serie dicho formato instrumental.

La filosofía de Intakt Records quedó expuesta en aquellas iniciales grabaciones: "Entre composición e improvisación y la emocionante y mutua inspiración de dos tradiciones musicales: Europa y Estados Unidos", en palabras de Landolt. Unas coordenadas -compartidas también por otros sellos suizos como HatHut- que orientaron un desarrollo inscrito en la parcela más comprometida y menos dogmática del jazz contemporáneo a través de propuestas que ensamblaban la tradición norteamericana con las formas étnicas o la improvisación europea con los influjos del rock.

Continuidad y exigencia se han erigido desde entonces en las bases de una marca ubicada en Zúrich cuya expansión y estabilidad hubiesen sido imposibles sin la implicación de otros agentes que han terminado por convertir a Intakt Records en un proyecto en equipo, casi familiar. Productores, ingenieros de grabación o diseñadores, además de los propios músicos, han sumado esfuerzos a un catálogo reforzado por una cuidada estética y presentación. El impulso concluyente lo aportó una estrategia comercial basada en una política de suscripciones a las Intakt Series, en el reforzamiento de la proyección digital de sus discos y en el establecimiento de una política de alianzas con otros sellos como Pi o Maya y distribuidoras (en España, Distrijazz).

Pero todo este entramado industrial no tendría sentido sin un extraordinario lote de referencias asociadas a nombres de la dimensión de Barry Guy y la London Jazz Composers Orchestra, Anthony Braxton, Marilyn Crispell, Cecil Taylor, Evan Parker, la Globe Unity Orchestra, Alexander von Schlippenbach, Aki Takase, Wadada Leo Smith, Sylvie Courvoisier, Ingrid Laubrock, Steve Lacy, Oliver Lake o Chico Freeman, entre muchos otros. Una nómina convertida en trampolín gracias a la cual Intakt Records se enorgullece de su pasado pero no olvida su presente.

Y así, su lote de registros producidos en este 2016 alcanza los 270 como refrendo de un excelente estado al que parece no afectar en exceso el ocaso de la industria discográfica: el emblema del sello, Irène Schweizer, vuelve a hacer aparición con un nuevo dueto con el batería Han Bennink titulado explícitamente Welcome Back; el también batería Tom Rainey se descuelga con un sólido trabajo a trío, Hotel Grief, junto a la guitarrista Mary Halvorson y la saxofonista Ingrid Laubrock; mientras que el cubano Aruán Ortiz pide turno en la primera fila del trío de piano de la mano del magnífico Hidden Voices, sin duda una de las entregas de la temporada.

La veteranía impone su grado tanto en el notable In Motion -firmado por el batería Richard Poole, el contrabajista Gary Peacock y la pianista Marilyn Crispell- como en el orquestal The Blue Shroud del maestro Barry Guy, a la vez que otro asiduo del sello, el curtido guitarrista Fred Frith, apuesta por la improvisación pura y dura con Another Day in Fucking Paradise. No faltan recuperaciones del peso de Musical Monster -un ardiente registro en directo de 1980 protagonizado por los legendarios Don Cherry y John Tchicai y que hasta ahora reposaba en los archivos del Jazzfestival Willisau-, ni tampoco convincentes bazas de jazz contemporáneo suscritas por el batería Jim Black y su trío (The Constant), el cuarteto de lujo formado por Sylvie Courvoisier, Evan Parker, Mark Feldman y Ikue Mori (Miller's Tale) o la oferta percusiva de Pierre Favre DrumSights en Now. La voz de Sarah Buechi, el acordeón de Luciano Biondini, los saxos de Ulrich Gumpert o el ramalazo africano encarnado en el balafón de Aly Keita completan un mosaico rico y exigente donde explorar sin miedo al tropiezo.

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