Poemas y canciones para Sevilla

CAROLINA MONCADA & BORJA MARIÑO | CRÍTICA

Carolina Moncada y Borja Mariño en Labradores.
Carolina Moncada y Borja Mariño en Labradores. / Federico Mantecón
Andrés Moreno Mengíbar

08 de abril 2022 - 11:56

La ficha

****Programa: Canciones de E. Granados, A. Vives, B. Mariño, E. de Zubeldía, M. Castillo, M. Ortega y J. García Leoz. Soprano: Carolina Moncada. Piano: Borja Mariño. Lugar: Real Círculo de Labradores. Fecha: Jueves, 7 de abril. Aforo: Un tercio.

No es el del lied un género que parezca haber calado hasta el momento en la agenda mental de los aficionados a la música sevillanos, a la vista de su casi inexistente presencia en la programación de los espacios sevillanos y (lo que es aún más grave) la escuálida y sonrojante respuesta del público cuando es posible disfrutarlo.

Por todo ello adquiere gran relevancia la apuesta del Círculo de Labradores, de su vocal de Cultura Ignacio Trujillo y del coordinador musical Francisco Soriano por programar cada año un pequeño ciclo de canción de concierto. Este año, además, se ha iniciado una iniciativa que se quiere tenga continuidad de futuro de encargo de canciones sobre textos de autores sevillanos. Se ha iniciado esta línea con la comisión a Borja Mariño de cuatro canciones sobre poemas de Juan Lamillar, Lutgardo García, José María Jurado e Ignacio Trujillo. Mariño ha sabido captar el ambiente anímico de cada canción, desde la más recogida e intimista de Lamillar (con una sinuosa línea vocal muy bien graduada por Moncada) a las más alegres y efusivas de García y Trujillo, pasando por las más reflexivas de Jurado. Buen melodismo de cuño moderno, salpicado de cromatismos en una brillante escritura pianística y una escritura vocal muy adecuada a la voz de Moncada.

La cantante navarra, dueña de una voz de amplios medios, considerable volumen y cuerpo, con graves muy bien apoyados (como los de La maja dolorosa I), la puso al servicio de la expresión de los textos (que se le entendieron a la perfección) gracias a una gran capacidad de regulación y de matización, con momentos muy delicados, a flor de labios (Madre, la mi madre) y pianissimi de gran factura. como los de Canzón pra Virxe de Castillo. Y todo ello con el dominio del color del piano de Borja Mariño como soporte y cómplice.

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