Mutis ha muerto, viva Maqroll

Mutis es Maqroll, Maqroll es Mutis. Si García Márquez creó Macondo y Juan Rulfo Comala, Álvaro Mutis se inventó Maqroll, el gaviero. Un personaje que también es, en el fondo, un territorio mítico. El Quijote fue un idealista buscador de aventuras; Maqroll fue un quijote a su modo, un escéptico desencantado que dejaba que las aventuras le buscaran a él. Uno de esos, dijo uno de los personajes de Mutis, que "andan por el mundo tropezando como burros ciegos". Y anda así porque Maqroll no pertenece a nada, ni a ningún país, ni a ninguna familia. Su propio nombre es un enigma. Sin raíces, vaga -principalmente por mar, la tierra firme le ahoga- sin rumbo fijo, dejando que el azar, que a veces Mutis llama destino, lo deje a un punto de la locura en una mina abandonada, o lo lleve en un desesperado y febril viaje corriente arriba por las aguas del Xurandó; o le permita crear un prostíbulo imposible en Panamá con sus amigos Ilona y Abdul Bashur, o lo transporte a una casi inverosímil historia de contrabando de alfombras orientales en Marsella. Maqroll jamás tiene un objetivo en susdesventuras -porque casi todas terminan mal- más allá de sentirse irremediablemente atraído por el riesgo a veces insensato. No es la aventura por la aventura. Él mismo nos lo dice: es ahuyentar el tedio y nuestra propia muerte. Porque la vida, proclamó Mutis, es una ráfaga de luz entre dos inmensas oscuridades y al final en todo este absurdo lo que merece la pena es "el deslumbrante testimonio de los sentidos y su comunión con el orden del mundo". Maqroll, álter ego de Mutis, erra por la vida al son del viento y recibe golpes uno tras otro, como el Quijote. Pero vive. Como Mutis, ama las vidas de santos y las grandes historias de la Edad Media, quizás por esa desazón que le produce, como a Mutis el hombre occidental del siglo XX, que, "como los plátanos, se quedan en un sitio sin saber lo que es la vida". Mutis es Macqroll. Macqroll es Mutis.