Pastora Galván | Crítica

El universo de la bulería

Pastora Galván presentó su 'Máquina de bulerías' en los Jueves Flamencos de Cajasol.

Pastora Galván presentó su 'Máquina de bulerías' en los Jueves Flamencos de Cajasol. / Juan Carlos Muñoz

Este es el primer espectáculo de baile construido sobre un único estilo del flamenco. Pienso en algunos otros basados en los cantes sin guitarra pero en aquellos se mezclaban estilos a palo seco diferentes. Aquí no. La bulería es la protagonista exclusiva de la propuesta. Sin pretender ser exhaustivo, porque el universo de este palo es inabarcable y se amplía cada día, lo está haciendo en estos momentos, en esta obra se indaga en diferentes ritmos de la fiesta flamenca por excelencia, diferentes melodías, aires distintos:pastueño en Utrera, picante y juguetón en Cádiz, solemne en Triana ... Se ha hecho un trabajo exhaustivo para no caer en ningún otro estilo ya que, como saben, la bulería puede, si quiere, abarcar todo el orbe jondo. Pero aquí sólo hemos visto y escuchado bulerías:en modo flamenco, en modo mayor y canción andaluza por bulería. Especialistas en el cante de este género los hubo y los hay, pero los especialistas del baile eran siempre los de la fiesta, los de la pataíta, los que se cantan y se bailan al final de la noche. No fue esa la propuesta:aquí estamos ante un baile muy técnico, estrictamente coreografiado, con todos los estados de ánimo de la fiesta:frenético o moroso, sutil o tosco, y hasta cansado, embriagado. Es el más difícil todavía o las formas difíciles de ingenio que hacen los obreros del arte cuando están cansados de repetirse y deciden crear para otros obreros. Eso no quiere decir que la obra sea intrincada o críptica, como otras propuestas de apellido Galván. Pero es muy posible que, como en otras ocasiones con los Galván, lo que hemos visto sea el comienzo de muchas cosas que vendrán. El reto está al alcance, tan solo, de una artista superdotada y en la plenitud de sus recursos como es Pastora Galván que bailó una hora por bulerías, a un ritmo frenético, sin que la obra perdiera interés. Notable el trabajo de percusión de los tres músicos, explotando al máximo, casi al máximo como decíamos, las posibilidades rítmicas de este estilo. Buena parte del peso de la pieza recae también sobre la voz de José Valencia que cantó comedido, seguro, poderoso, rotundo, fértil.

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