Predicando en el desierto

Una imagen de la última película del malagueño Chiqui Carabante.
Una imagen de la última película del malagueño Chiqui Carabante.
Manuel J. Lombardo

16 de febrero 2013 - 05:00

Comedia, España, 2012, 93 min. Dirección y guion: Chiqui Carabante. Intérpretes: Gorka Zubeldía, Aránzazu Garrastazul, Manolo Monteagudo, Julián Manzano, Guillermo Villalba, Juanfra Juárez, Fran Torres. Fotografía: Juan González. Cine: Cicus (Salón de actos).

Con una larga experiencia en el teatro y dos cortos (Los Díaz felices, Bailongas) a sus espaldas, Chiqui Carabante despuntaba con Carlos contra el mundo (2002) como uno de los nombres a seguir de ese nuevo cine andaluz que hacía pensar en una auténtica generación que el tiempo ha consolidado (Zambrano, Rodríguez, Amodeo) como una realidad en el cine español. De todos ellos, Carabante es quien menos continuidad ha tenido, ya que desde que estrenara aquel primer largo, un interesante aunque irregular retrato sobre un inadaptado social, no había vuelto a concretar ningún otro proyecto cinematográfico.

12+1, Una comedia metafísica no ha tenido un parto fácil, ya que se trata de una producción independiente de bajo presupuesto, rodada hace más de tres años, y no ha podido ver la luz hasta hace pocos meses, con su paso por los festivales de Málaga y Sevilla, plataformas desde las que ha iniciado una tímida distribución por circuitos alternativos, de la que el Cicus fue ayer una nueva parada.

Rodada en los parajes naturales de Fuerteventura con un equipo reducido y un puñado de generosos actores amigos, 12+1 se postula como parábola existencial y posthumorística sobre el periplo de Jesús y los apóstoles en el desierto, locus vacuum que Carabante aspira a llenar de reflexiones tragicómicas sobre la vida material y espiritual en una suerte de teatro del absurdo itinerante al aire libre en el que quieren convivir, a duras penas, la depuración del Pasolini de Il Vangelo, el Beckett de Esperando a Godot y el humor satírico de los Monthy Python, aunque acabe por imponerse sobre todo ello un aire a sainete posmoderno tan caro a cierto teatro independiente andaluz.

A pesar de sus espectaculares localizaciones y de su buen acabado digital, 12+1 descansa empero sobre el texto, la palabra y sus actores, sin que la puesta en escena o la imagen signifiquen más allá de un simbólico fondo para el juego de réplicas, soliloquios y otras formas verbales para provocar la comicidad a propósito de los misterios de la fe y las sagradas escrituras, las falacias de la religión y otros asuntos traducibles al presente que Carabante trata entre la sorna carnavalesca y la irreverencia escatológica de barra de bar, sin empaste dramático, sin equilibrio tonal entre sus intérpretes, sin ritmo narrativo, sin demasiada gracia en definitiva, principal y más grave pecado de una apuesta tan excéntrica como fallida.

stats