Sobredosis de hormonas del crecimiento

Bullhead. Director: Michael Roskam. País: Bélgica. Año: 2011. Duración: 129 mins. Intérpretes: Matthias Schoenaerts, Jeroen Perceval, Barbara Sarafian.

Con un ojo mirando a los Coen y el otro en los manuales de guiones redondos, Michael Roskam debuta en el cine con una película atravesada por el exceso. Y es que en Bullhead cabe casi todo, la tragedia, el melodrama, la distensión cómica y el cine de acción. Es la coctelera posmoderna; esa que, cuando se agita con negligencia, no ofrece sino los réditos del oportunismo.

Todo lo tenía aquí Roskam: un tema nada trillado (las mafias y traficantes del sector cárnico) unos actores de físico peculiar (de esos a los que no hace ninguna falta dotarlos de palabra), y un curioso fondo atmosférico donde hacer bailar al primero con los segundos (la Bélgica plurilingüista y asimétrica). Pero escasean las ideas, y el filme desaprovecha la materia prima con desfachatez. Primero en lo que a la mezcla de tonos se refiere -de lo que resulta, como nos apuntó Lombardo, un imposible maridaje entre los Coen y Bruno Dumont-; segundo, aún más grave, a la hora de construir la enunciación, donde todo es naufragio: ni se siente ni se entiende la necesidad de regresar al pasado de la bestia adicta a la testosterona, de darle imagen a lo que no lo merece, a lo que tan bien sobrevolaría, ciego, un filme declinado en presente.