Cuando apenas si respiramos

Crítica flamenco

Juan Vergillos

25 de febrero 2010 - 05:00

Manuel Gerena. Cante: Manuel Gerena. Guitarra: Ignacio González. Lugar: Paraninfo de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Fecha: Miércoles, 24 de febrero de 2010. Aforo: Media entrada.

Fue un acto íntimo, sencillo. Casi secreto. Ocurrió en ese lugar en el que suceden las cosas más importantes: en la intimidad del corazón. El recital programado por la Universidad Pablo de Olavide dio un giro cuando su protagonista, el cantaor Manuel Fernández Gerena (La Puebla de Cazalla, 1945), ofreció al público la oportunidad de un turno de preguntas al intérprete. Así, Gerena habló de sus peripecias con la censura y la policía franquista, su desencuentro (puramente físico, que no espiritual) con el pintor Pablo Picasso o de la necesidad de renovar el compromiso de la generación flamenca actual. Lo dicho: un pequeño homenaje. Manuel Gerena no necesita grandes reconocimientos después de los que le tributaron, en letras doradas de la lírica hispánica, Rafael Alberti o Blas de Otero.

Antes habían ocurrido los cantes y los toques. La sutileza de la guitarra solista de Juan Ignacio González, fina y clara por malagueñas y soleá. La contundencia de los fandangos. La melancolía del taranto. Las tonás, que hubo de ejecutar Gerena en pie y sin amplificación de sonido por un problema técnico, sin duda lo mejor del recital. Como dijo Alberti, que fue el primer y mejor crítico de Gerena, canta con el alma, no con la técnica: canta a lo que salga, canta sin red. Y desde luego que en su voz, por muy dolorida que esté por el tiempo, no caben florituras ni complacencias. Porque, "no estamos para fuegos de artificio, cuando apenas si respiramos".

Manuel Gerena es parte de nuestra historia reciente y, si no lo ponemos en un altar, es porque nos resulta muy fácil olvidarnos de nosotros mismos.

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