Festival de Cine de Sevilla

‘Pity’ o la felicidad de causar lástima

  • El griego Babis Makridis compite con una comedia negra sobre un hombre adicto a la compasión

El director Babis Makridis, antes de la rueda de prensa de 'Pity'.

El director Babis Makridis, antes de la rueda de prensa de 'Pity'. / Belén Vargas

La comedia negra, planteada desde la libertad que caracteriza el último cine griego, irrumpió este lunes en la Sección Oficial del SEFF con Pity, de Babis Makridis, la historia de un abogado que se habitúa a despertar la compasión en los demás desde que su esposa entra en coma y halla la felicidad, paradójicamente, en la práctica de provocar lástima. Makridis confesó ante los periodistas que él y su coguionista Efthymis Filippou dieron con la idea para su película al reparar en las particularidades de un amigo próximo. "Su madre murió cuando él nació y desde entonces todas las personas lo trataban con compasión. Él se aprovechó de eso en la infancia y aún sigue haciéndolo: es adicto a la compasión", opinó el realizador.

Aunque dar por terminado el libreto llevó cuatro años, Makridis señala que "la parte más complicada" del proyecto fue encontrar al actor protagonista. Tras "audiciones larguísimas", el elegido fue Yannis Drakopoulos, un intérprete célebre en Grecia por sus monólogos y por "ser muy divertido. Lo primero que le pregunté, porque su personaje tiene que llorar mucho, es que si sabía hacerlo", comenta el cineasta, que matiza de inmediato esas declaraciones: "No tenía que habérselo preguntado porque todos los actores cómicos son unos tristes. Si uno repasa la historia del cine se topa con que casi todos se suicidan, toman pastillas o se arrojan por la ventana", expone con humor.

Su personaje es un tipo con suerte, "que vive en un lugar soleado, en una casa maravillosa, con un hijo maravilloso y un perro maravilloso", pero tal prosperidad no le otorga precisamente la paz, sino "el deseo de destruirlo todo", detalla Makridis, que no ha querido "hacer una crítica a la burguesía ni al capitalismo, simplemente pensaba que era más interesante ese empeño en la infelicidad en un hombre que lo tiene todo".

En todo caso, añade Makridis, la tristeza "está dentro de todos. Si piensas en tu infancia, en cuando tenías siete años, ya asoma por ahí la melancolía", opina un creador que, admite, más de una vez invocó a la compasión para ligar en las fiestas. "Fingía estar triste y me ponía en un rincón para que se acercaran las chicas a ver qué me ocurría. A veces funcionaba, pero otras veces no", confiesa.

"Mi película es una comedia, pero me gusta que la gente se pregunte si debe reírse o no", dice el cineasta

Sobre el género al que pertenece su obra, Makridis defiende que "es una comedia, aunque me gusta poner al público en la disyuntiva de si debe reírse o no". En las diferentes proyecciones que Pity ha tenido a lo largo del mundo, el director ha observado todo tipo de reacciones. "En Estados Unidos le dije al público que no tuviera miedo de reírse y se rio un montón, pero una señora se levantó tras el pase y me increpó: ¿Dónde está la comedia de la que has hablado?", recordó entre risas.

Uno de los elementos en los que Makridis juega al despiste y acentúa las contradicciones de Pity es la banda sonora. "En la primera parte, cuando el hombre está triste, se oye una música feliz; y más tarde, cuando el hombre empieza a sentirse feliz lo que suena es el Réquiem de Mozart, una partitura concebida para un funeral", explica.

Preguntado por el estimulante cine griego, que en la última década ha dado a conocer a directores como Yorgos Lanthimos, Athina Rachel Tsangari o Alexandros Avranas, Makridis aseguró que "en mi país hay un rodaje en cada esquina, se están haciendo muchas películas. Con la crisis no encontrábamos financiación y decidimos no quedarnos parados, empezamos a hacer proyectos de forma comunista, ayudándonos los unos a los otros. Así empezó todo".

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