La Fundación Cajasol engalana el flamenco
La segunda edición de los Premios del Flamenco de Cajasol reconocen la maestría del cantaor José Mercé, del guitarrista Paco Cepero y del bailaor Manolo Marín en una gala celebrada el martes

La alfombra roja del flamenco fue verde en esta ocasión. Por ese impoluto pedazo de tela recién desembalada fue discurriendo en la noche del martes la gran familia del flamenco con el gesto entre feliz y expectante de las grandes ocasiones. Esta segunda gala de los Premios del Flamenco de la Fundación Cajasol tuvo la virtud de convocar un largo desfile de grandes nombres del género: Manuela Carrasco, Aurora Vargas, Lole Montoya, Arcángel, Antonio Reyes, o Diego Amador posaron ante el vistoso photocall en el recibidor de la sede la Fundación.
Una gala en la que Antonio Pulido, presidente de la Fundación, y el coordinador del Ciclo de los Jueves Flamencos, Manuel Lombo, ejercieron de anfitriones. “El flamenco tenemos que creérnoslo, tenemos que engalanarlo, ennoblecerlo, dándole la categoría que se merece en noches como esta, como se hace en los Goya con el cine”, expresó Lombo en declaraciones a Diario de Sevilla, argumentando además que esta música requería de este tipo de iniciativas, pues “valoran y dan visibilidad a la trayectoria de tres figuras internacionales”. Por su parte, Antonio Pulido refería su orgullo al ser la fundación que preside la institución que haya tomado esta iniciativa. “Queríamos ponerle la alfombra roja al flamenco, me hace mucha ilusión que haya sido Cajasol porque nosotros estamos siempre comprometidos con el flamenco”.
El resultado de esa ilusión fue una gala presentada por Laura Sánchez que congregó a unas doscientos invitados, entre los que se encontraban diversas autoridades, como Patricia del Pozo, Consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, la alcaldesa de Jerez, María José García-Pelayo, o el director de la Bienal de Sevilla, Luis Ybarra.
Como ya lo hiciera en su primera edición, la institución ha querido reconocer la maestría de tres intérpretes de las disciplinas tradicionales del flamenco, en esta ocasión el cante del jerezano José Mercé, el toque de su paisano Paco Cepero y el baile del sevillano Manolo Marín.
En una ceremonia sencilla y fluida en sobre el escenario de la sala Chicarreros -la misma sobre la que acontece el Ciclo de los Jueves Flamencos- los asistentes pudieron disfrutar de las actuaciones de la bailaora Águeda Saavedra, el cante de María Terremoto, el toque solista del maestro Pedro Sierra y, como broche, el cante y baile de Alberto Sellés por alegrías.
La entrega de cada estatuilla estuvo precedida por la emisión de una entrevista grabada de los tres galardonados, quienes luego tuvieron oportunidad de agradecer la distinción desde el escenario, en unas declaraciones en donde prevaleció el humor.
Con su habitual socarronería, Cepero se congratuló de “recibir este premio en vida para poder disfrutarlo, una vez que te has ido qué más te da”. Justo después de recibir la estatuilla de manos de la Consejera de Cultura, confesó que estos reconocimientos “me dan vida”. El jerezano es una de las figuras claves de la guitarra flamenca de todos los tiempos. Su estilo de acompañar el cante le hizo sobresalir entre sus coetáneos, creando una escuela propia que, sin embargo, entronca con las enseñanzas de Niño Ricardo, Melchor de Marchena o Diego del Gastor.
Por su parte, Manolo Marín se mostró “nerviosillo”, y no encontró mejor forma de expresar su gratitud que entonando el estribillo de Gracias a la vida: “me voy a morir muy contento, el flamenco me lo ha dado todo”. El bailaor afincado en Triana supone un eslabón imprescindible entre la primitiva escuela sevillana, encabezada por Enrique el Cojo, y el baile moderno. Sus creaciones para el Ballet Nacional o la Compañía de Cristina Hoyos han supuesto un ejemplo cimero de expresividad y rigor coreográfico, una disciplina que ha podido trasmitir durante las últimas tres décadas en su academia de la calle Rodrigo de Triana. No obstante, ha recomendado a los jóvenes “menos técnica y más sentimiento”.
Finalmente, tocaba reconocer el cante de José Mercé, ese que según sus propias palabras “ha metido a muchos jóvenes en el canasto del flamenco”. Sus incursiones en la fusión le posibilitaron alcanzar audiencias insospechadas para un cantaor ortodoxo, “cuando una mala crítica te dejaba sin comer nueve meses”. No obstante, desde el escenario instó a los compañeros a seguir la senda de la pureza, y a los políticos a invertir más en lo jondo “que para el flamenco hay muy poquito dinero, Patri”, bromeó, en alusión a la Consejera de Cultura, Patricia del Pozo.
Una gala que culminó en una cena en el propio patio de la sede la Fundación Cajasol. Según adelantó Manuel Lombo a Diario de Sevilla, la organización no descarta ampliar la nómina de galardonados con “menciones especiales” en la próxima edición.
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