El Manchester United es inmortal

El escritor británico David Peace reconstruye el accidente aéreo que sufrió el equipo británico en Munich en 1958

La novela 'Munichs' puede entenderse como la segunda parte de una bilogía sobre el fútbol inglés tras 'Maldito United'

Mural en Old Traffod en recuerdo a las víctimas del accidente del Manchester United, en el año 2008, 50 aniversario de la tragedia.
Mural en Old Trafford en recuerdo a las víctimas del accidente del Manchester United, en el año 2008, 50 aniversario de la tragedia. / Paul Ellis / AFP

La ficha

Munichs. David Peace. Traducción de Gabriel Cereceda. Contra editorial. Barcelona, 2024. 464 páginas. 24,90 euros.

Manchester United in Europe era el título de uno de los videojuegos de fútbol más icónicos de los años noventa, que muchos niños españoles disfrutaron en sus Amstrad, Spectrum o Atari recién regalados por sus primeras comuniones. El juego consistía en avanzar ronda a ronda en alguno de los tres torneos europeos de entonces, la Copa de Europa (la de antes, la de verdad), la Recopa y la Copa de la UEFA. Y ganarlos si se podía, claro. La cuestión es que el usuario podía elegir la competición en la que quería jugar, pero no el equipo. Tenía que dirigir, obligatoriamente, al Manchester United.

Claro que eso no era ninguna desventaja, porque entonces los diablos rojos tenían un equipazo con estrellas como Eric Cantona, Peter Schmeichel, Paul Ince o Mark Hugues, entre otros muchos. Así que, de tanto jugar uno se fue haciendo un poquito fan del Manchester United. Pasarían varios años más para conocer un suceso clave en la historai del club.

El 6 de febrero de 1958, el avión que trasladaba al Manchester United se estrelló nada más despegar del aeropuerto de Munich, donde hizo escala tras regresar de Belgrado. El equipo británico había eliminado al Estrella Roja y se había clasificado para las semifinales de la Copa de Europa. Murieron ocho jugadores, varios periodistas y miembros de la tripulación y de la comitiva. Lejos de hundirse, el Manchester United resurgió con fuerza, reconstruido en torno a su principal figura, Bobby Charlton, superviviente del accidente aéreo, y dirigido desde el banquillo, en cuanto pudo recuperarse, por Matt Busby. Diez años después, ganaría la Copa de Europa.

Hasta aquí los hechos objetivos. Sesenta y seis años después de la tragedia, uno de los más interesantes escritores británicos de la actualidad ha escrito un novelón absorbente y trepidante sobre aquel suceso, que sirve, si cabe, para engrandecer aún más la historia del Manchester United y del futbol británico. Ese escritor es David Peace, viejo conocido de cualquier aficionado a la novela negra porque tiene una estupenda tetralogía sobre unos asesinatos cometidos en Yorkshire cuyos títulos son los años (1974, 1977, 1980, 1983). Luego, ya viviendo en Tokio, Peace sacaría una trilogía de unos crímenes ocurridos en la capital de Japón formada por Tokio año cero, Ciudad Ocupada y Tokio Redux. Entre medias, publicó la que probablemente sea su mejor novela, que lleva por título GB84 y es un retrato de la Inglaterra thatcheriana a partir del conflicto con los mineros, que estuvo a punto de sumergir al Reino Unido en una guerra civil.

Pero la obra que más nos interesa, al menos para esta reseña, es su anterior incursión en la historia del fútbol británico. Fue con una novela sensacional titulada Maldito United, que no va del Manchester sino del Leeds, y en concreto del periodo de 44 días que este equipo tuvo como entrenador a Brian Clough, el hombre que después llevaría al Nottingham Forest a subir de segunda y ganar la liga y la Copa de Europa dos veces seguidas.

Munichs, que así se llama el libro que recrea la tragedia del Manchester United, puede entenderse como la segunda parte de una bilogía (ojalá le dé por hacerlo trilogía) dedicada al fútbol británico. Como la anterior, la edita Contra, un sello especializado en deportes, música y cultura popular, que amplía así su ya de por sí más que interesante catálogo. Aunque estilísticamente son dos novelas distintas, basta leer un par de páginas para saber que estamos ante el mismo autor y que las dos obras son hermanas. Peace es uno de los escritores más brillantes de su generación. Y no lo digo yo, sino que así fue bautizado por la revista Granta a principios de los años dos mil.

En otras obras anteriores, Peace ha comulgado con la que el crítico Eduardo Lago llama la Escuela de la dificultad (lo hace sobre todo para referirse a los posmodernistas norteamericanos tipo Pynchon, Foster Wallace, Delillo, Gaddis, etcétera), una serie de autores geniales pero a cuya literatura hace falta enfrentarse con una fuerza de voluntad y concentración máximas, pues exigen un esfuerzo al lector.

Pero en este caso Peace parece haber rebajado un pelín ese listón. No llega a las cuotas de dificultad de GB84 ni mezcla diálogos en dos tiempos ni nada de eso. Eso sí, que nadie se espere una guía de personajes ni algo que facilite la comprensión o saber quién es un tal Jimmy que aparece mucho. El autor no se lo va a explicar, busquen en internet si quieren, que para eso está. Que se joda el espectador medio, que diría el gran David Simon.

La obra se inicia con un magnífico triunfo del Manchester United en Highbury, donde se sale Tommy Taylor, que moriría unos días después en el accidente. Es sólo el prólogo y la felicidad dura un par de páginas. A partir de ahí, Peace reconstruye la catástrofe a base de microrrelatos, de pequeñas escenas que funcionan como piezas de un puzle mayor. De flashazos, llega a decir el propio autor en una de esas partes iniciales. Como Dos Passos en Manhatan Transfer, Cela en La Colmena o Doctorow en Ragtime.

Es precisamente ahí donde la literatura de Peace se eleva por los aires, muy por encima del avión Elizabethan de la British Airways, y nos lleva hasta el hospital de Munich, donde los médicos se afanan por salvar las vidas de los que sólo unos años atrás fueron enemigos en la guerra. Y nos lleva de vuelta a Inglaterra, donde la noticia cae como un jarro de agua fría, nos muestra a las mujeres, a las madres, a los compañeros de las víctimas... Y a los periódicos, al vestuario de un equipo roto, a los funerales de los Muertos, así, en mayúsculas, como se les llama continuamente en la novela. Y nos cambia la narración sin avisar y nos mete de buenas a primeras a un tipo hablando en dialecto (puntazo para el traductor, Gabriel Cereceda), nos introduce en las entrañas de Old Trafford o asistimos a una final de Copa a través de la radio. Y uno, pieza a pieza, flashazo a flashazo, se lee casi 200 páginas de un tirón con sumo placer, casi sin enterarse.

stats