Miguel Marín. Gestor cultural

“Los artistas han situado el flamenco entre lo mejor del mundo”

  • El Flamenco Festival de Londres arranca este miércoles con una programación que apuesta por la guitarra, homenajea a Carrete de Málaga y volverá a mostrar la riqueza y diversidad del sector

Miguel Marín, fotografiado la semana pasada en una visita a Sevilla.

Miguel Marín, fotografiado la semana pasada en una visita a Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

Como hace, de otro modo, Carrete de Málaga, el bailaor al que dedica una gala el Flamenco Festival de Londres, Miguel Marín, el gestor de la cita que celebra ahora su nueva edición, la número 18, en la capital británica, lleva mucho tiempo proporcionando alegría al público, haciendo partícipes a los espectadores extranjeros que podían haberse estancado en el estereotipo la grandeza de un arte que no ha dejado de crecer. Sara Baras, con Alma, abrirá este miércoles una programación que cerrará el día 15 el cantaor de El Puerto de Santa María Álvaro Romero y su Yeli Yeli. Con Marín (Córdoba, 1967), responsable también de llevar el mejor flamenco a EE UU, hablamos de una cita que toma el 400 aniversario de la muerte del músico, poeta y escritor Vicente Espinel, que creó la guitarra española al añadirle una cuerda, para celebrar la diversidad del toque actual. Rafael Riqueni, Vicente Amigo, Olga Pericet, Manuel Liñán o Mercedes de Córdoba son algunos de los invitados este año.

–Usted decía hace unas semanas que no somos conscientes de lo que significa contar con el Sadler’s Wells como aliado para la divulgación del flamenco.

–Estamos acostumbrados a hablar en términos grandilocuentes, y decimos que todo es lo más importante del mundo, y se pierde la noción de la realidad. Pero en este caso es verdad que no habría mejor plataforma, mejor teatro, que el Sadler’s Wells para la difusión de la danza. Que los Premios Olivier hayan nominado a varios artistas del Flamenco Festival es muy relevante. Manuel Liñán fue candidato por actuar dos días, con la cartelera teatral tan impresionante que hay en Londres, y Sara Baras fue galardonada antes con el premio al mejor espectáculo que pasó por la ciudad. Eso trasciende la idea que nosotros tenemos del flamenco: nos gusta, pero no le damos el valor que se merece. Estos indicadores nos hacen pensar en lo que los artistas han hecho del flamenco hoy, lo han situado entre lo mejor del mundo, frente a cualquier manifestación de artes escénicas. Algunas instituciones españolas no aprecian el salto que ha habido en la consideración y el entendimiento del flamenco en el exterior.

–Dedica esta edición a la guitarra. ¿Cuesta más promocionarla en el exterior frente al baile y el cante?

–Puede que haya un público más minoritario, del mismo modo que se dice que hay más público para el teatro que para la danza. Pero todo eso también puede cambiar. ¿Por qué algo tiene menos impacto? Porque se le ha prestado menos atención, porque no se ha difundido tanto. Con el impulso que damos los festivales, o los programadores, se puede ampliar el público de la guitarra, que como el baile tampoco tiene la barrera del idioma. Creo que era una asignatura pendiente. Es importante recordar a personajes que han influido en la historia, como Vicente Espinel al incorporar una cuerda al instrumento y crear eso que se llama guitarra española, aquí y en China, en todo el mundo.

–La oferta del Flamenco Festival quiere mostrar la diversidad de sensibilidades que abordan la guitarra...

–Sí, exploramos los vínculos del flamenco con la música clásica, como es el caso del Albéniz flamenco que une a José María Gallardo del Rey, uno de los máximos exponentes de la guitarra clásica, con el maestro Miguel Ángel Cortés; tenemos también la visión más jazzística de Niño Josele... En la Big Flamenco Guitar Night abrimos el abanico a estilos muy diferentes: la guitarra flamenca tradicional aunque fresca y joven de José del Tomate; la más experimental de Raúl Cantizano, que estoy seguro de que va a sorprender; y la visión femenina de Mercedes Luján. En los últimos años hay más mujeres que están tomando la guitarra como su instrumento, y eso teníamos que recogerlo. Y el público de Londres verá también a dos genios como Riqueni, solo con su guitarra desnuda en el escenario, y a Vicente Amigo, éste en un espectáculo de mayor escala.

"Carrete tiene 82 años y después de Londres quiere hacer una gira. Es una inspiración enorme"

–Uno de los momentos más emocionantes del Festival será el tributo a Carrete de Málaga.

–Sí, hemos tenido muchos otros maestros que han pasado por el festival, y para mí es muy importante dejar espacio a la veteranía. Es bonito comprobar que los límites de lo que es posible o imposible los tenemos en la mente. El otro día, con sus 82 años, me decía: “Miguel, de aquí tiene que salir una gira, que estoy en mi mejor momento”. Eso es una inspiración enorme. La gala que se verá en Londres es una coproducción con la Bienal de Málaga, donde abrió la programación, y en los ensayos era precioso cuando le soltaba a los demás: “Bailad, bailad. Yo vengo a daros amor, vengo a que os riáis conmigo, que yo ya he bailado mucho”. Andaban los artistas de la gala practicando su número con muchos nervios y entonces todo se relajó, sintieron que se podía bailar desde otro ánimo, desde esa diversión, ese amor. Las generaciones anteriores tenían otro lugar de partida, y recuperarlo es muy emocionante.

–Manuel Liñán es quien dirige esa gala, y presentará el work in progress Amor Amado Amén, y Julio Ruiz participa con Tocar a un hombre. Creadores que se rebelan en su obra contra la idea de masculinidad que tenemos...

–Ahí también estaría Álvaro Romero. Resulta muy estimulante romper con los prejuicios que puede haber en el exterior sobre el flamenco, esta idea de territorio macho, de que pueda ser un entorno cerrado. Para mí una de las grandes satisfacciones del año pasado es que uno de los espectáculos más aplaudidos, tanto en Londres como en Nueva York, fue ¡Viva!, ante el que los programadores tuvieron cierto miedo... Pero triunfó. Es una responsabilidad por parte del festival acabar con ideas preconcebidas, como hicimos con la imagen de la mujer en el flamenco, haciendo hincapié en la apuesta por la modernidad que muchos bailaores elegían frente a esa parte más étnica... Podemos presumir de que la visión de este arte ya es muy distinta en Londres gracias a nosotros.

Sara Baras, en 'Alma'. Sara Baras, en 'Alma'.

Sara Baras, en 'Alma'. / D. S.

Amor Amado Amén surge del laboratorio de creación que promueve en Torrox.

–Y estoy contento porque el In Progress empezó en Londres y en Nueva York. Gracias a esas residencias los creadores pueden salir de lo conocido a los desconocido, pueden arriesgar, emprender una búsqueda. Es interesante que Maui de Utrera, que ha trabajado también en Torrox, presente un espectáculo de texto; el Teatro Cervantes, coproductor de esta obra, acoge un montaje más teatral. Yo ya he visto Puerto Alegría y creo que va a ser un hit. Quiero dedicarle más tiempo al proyecto de Torrox, que tiene un potencial enorme. Me gustaría encontrar aliados, porque es bonito acompañar a los artistas, asesorarles si tienen una carencia de distribución, o una consulta relacionada con la financiación.

–El año pasado confesaba sentir cierto agotamiento por la falta de apoyo de las instituciones. ¿Está más animado?

–Sí. Este año el Festival de Nueva York ha sido más pequeño, pero no menos exitoso. Siento que tengo que encontrar el equilibrio, aclarar qué formato es el que puedo gestionar con la estructura tan pequeña de la que dispongo, y sin que se me vaya la vida en ello. Cuando te sientas en el patio de butacas, y ves la reacción del público, y recuerdas lo que se ha hecho en estos años, te compensa. El año que viene el Festival lo vamos a dedicar a Paco de Lucía en el décimo aniversario de su muerte. Vuelvo a lo de antes: creo que las instituciones no son conscientes de lo que movemos, de lo que cuesta levantar algo así, quizás porque no lo han hecho y por eso piensan que es fácil. Que el Festival de Nueva York sea el evento español con más presencia en el New York Times, que nos ha dedicado 144 páginas, por encima de iniciativas como el Museo del Prado, refleja la importancia de nuestro trabajo.

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