El Monkey Week abandona Sevilla y vuelve a celebrarse en El Puerto de Santa María

Monkey Week SON Estrella Galicia

El festival abandona Sevilla con la sensación de no haber podido desarrollar todo su potencial en una ciudad que, tras acogerlo con entusiasmo, acabó cerrándole puertas. La vuelta a El Puerto de Santa María, lugar donde nació y creció durante sus primeros años, no es solo un regreso sentimental sino también una apuesta decidida por recuperar la esencia de un evento que entendía la música como algo que se vive en la calle, en los bares y en el latido cotidiano de una ciudad cómplice

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Tali Carreto, codirector del Monkey Week SON Estrella Galicia
Tali Carreto, codirector del Monkey Week SON Estrella Galicia / Miguel Ángel Pino

Lo que nos temíamos los sevillanos amantes del Monkey Week se ha hecho oficial hoy mismo durante la presentación de la edición número 17 del festival con una rueda de prensa celebrada en el Teatro Municipal Pedro Muñoz Seca de El Puerto de Santa María. El Monkey Week SON Estrella Galicia, que así se llamará desde ahora con el regreso al patrocinio de esta marca cervecera con la que colaboró durante varios años, abandona Sevilla y vuelve a la ciudad que lo vio nacer, en la que tendrá lugar durante los días 19 al 22 de noviembre.

El acto ha contado con la presencia de Germán Beardo, alcalde de El Puerto y vicepresidente cuarto de la Diputación Provincial de Cádiz; Javier Rivera, gerente de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales de la Junta de Andalucía; Rubén Gutiérrez del Castillo, director general de Fundación SGAE; Gonzalo Sánchez Gardey, vicerrector de Sostenibilidad y Cultura de la Universidad de Cádiz; Víctor Mantiñán, director de Activación Iberia en Estrella Galicia; Iván Llanza, director de la Fundación Osborne; Paco Loco, músico y productor y Tali Carreto, codirector del festival, con el que hemos mantenido una entrevista para que nos explique los motivos que han llevado a este cambio y las implicaciones que tendrá en el futuro del festival. La primera pregunta, por tanto, es obligada.

Pregunta.-¿Por qué este cambio? ¿Nos puede explicar las discrepancias que haya podido haber con el ayuntamiento de Sevilla? ¿Han sido de tipo económico, logístico, político…? ¿Qué factores concretos han hecho insostenible mantener el Monkey Week en Sevilla?

Respuesta.-El Monkey Week es un festival 100 % urbano. Para desarrollar su programación necesita estar vinculado a la ciudad. No es un festival al uso, es una feria profesional que, no olvidemos, congrega en cada edición más de 1.000 profesionales, llegados no ya de toda España sino también de todo el mundo, además de más de 300 músicos y más de 100 periodistas. Para todos esos visitantes uno de los grandes atractivos del evento es que no se celebra en un recinto aislado, o lejos de la ciudad, sin vida, impersonal; todo lo contrario, el Monkey se vuelca en la ciudad y la ciudad con él. Así pasaba en El Puerto de Santa María, la ciudad que lo vio nacer. Y también en Sevilla, al menos en las primeras ediciones en la Alameda de Hércules; pero tras la pandemia resultó más complicado retomar aquel formato. Resumiendo: el Monkey se vino a Sevilla en unas condiciones que prácticamente solo se dieron completas el primer año; después ha ido complicándose cada vez más y más, hasta llegar al galimatías de la última edición.

P.-¿Llegaron ustedes a plantearse otras ciudades como alternativa antes de volver a El Puerto?

R.-No. Nos llegaron propuestas y cantos de sirena de otras ciudades. No es elegante decir cuáles. Pero siempre tuvimos claro que, en caso de abandonar en algún momento Sevilla, la idea era volver a la ciudad donde todo había comenzado.

Tali Carreto; Germán Beardo, alcalde de El Puerto y Javier Rivera, gerente de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales de la Junta de Andalucía
Tali Carreto; Germán Beardo, alcalde de El Puerto y Javier Rivera, gerente de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales de la Junta de Andalucía / Miguel Ángel Pino

P.-¿Qué tipo de relato quieren construir con este regreso? ¿Es una vuelta a casa, una revancha silenciosa o una reinvención total?

R.-Es una vuelta a casa en toda regla. De hecho, el leit motiv del festival este año es Volvemos a casa. Más claro, imposible.

P.- ¿El Monkey Week quedará asentado de nuevo en El Puerto a largo plazo o será un punto de inflexión para algo nuevo?

R.-Regresa para quedarse. El objetivo, sin ir más lejos, tanto con el Ayuntamiento de la ciudad como con la Diputación Provincial de Cádiz, es que este retorno no sea algo puntual, sino trabajar de cara al futuro.

P.-En lo musical y profesional, ¿habrá algún cambio en el planteamiento del festival este año? ¿Se plantean arriesgar más, volver a lo esencial o abrir nuevos caminos?

R.-En lo musical y en lo profesional, seguiremos con la senda marcada en las últimas ediciones. Por ejemplo, en lo musical seguiremos abriéndonos a géneros y estilos sin cortapisas, sin prejuicios. En lo referente a las jornadas profesionales de Monkey PRO, los objetivos principales son continuar atrayendo más profesionales internacionales, realizando más alianzas con instituciones y entidades de otros países, tomar el pulso a temas actuales, pero intentando ofrecer herramientas y soluciones y ser no solo testigos sino también agentes activos en ese cambio generacional que se aprecia en la industria musical. Respecto a la segunda pregunta, el Monkey siempre se arriesga, no solemos caer en tópicos ni lugares comunes, o al menos intentamos evitarlos o darles una vuelta. Propuestas como el FlaMonkey, por la que han pasado artistas como Niño de Elche, Rocío Márquez o más recientemente, Ángeles Toledano o Yerai Cortés, son buena muestra de ello: viajar desde el flamenco para abrir nuevos caminos.

Muchos de los profesionales que acudían a la edición sevillana nos confesaban echar de menos El Puerto. Este regreso reforzará la esencia local del festival sin perder atractivo para su proyección internacional"

P.-Desde el punto de vista práctico: ¿qué implica esta vuelta en cuanto a formato, espacios, recursos? ¿Vuelve el Monkey de los bares, los teatros y las esquinas?

R.-Esa es la idea, retomar la esencia del Monkey como un evento 100 % urbano. Sorprender al espectador, tanto al público general como al profesional. Y conectar la programación del festival con el impresionante patrimonio histórico y artístico que tiene una ciudad como El Puerto de Santa María.

P.-El festival creció en El Puerto, se expandió en Sevilla, y ahora regresa. ¿Cree que este movimiento diluirá o reforzará la esencia local del evento? ¿Cómo se mantiene el equilibrio entre proyección internacional y arraigo territorial?

R.-Es curioso, muchos de los profesionales que acudían a la edición sevillana nos confesaban echar de menos El Puerto. Y muchos de ellos, fíjese, eran internacionales. Personas procedentes de México, Colombia, EE.UU., Chile, Suecia, Reino Unido o Francia, por decirle solo algunos países, y todos coincidían en ese detalle. Por lo tanto, sí; lo local puede ser todo un reclamo. Y este regreso sin duda reforzará la esencia local del festival, como usted dice, pero sin perder nada de atractivo para su proyección internacional.

P.-Es lógico pensar que han encontrado en El Puerto el respaldo que últimamente faltaba en Sevilla ¿Hay garantías de estabilidad institucional y apoyo real?

R.-Sí. Como le apuntaba antes, instituciones como el Ayuntamiento y Diputación ya han mostrado su apoyo. Y con garantías de presente y futuro.

P.-¿Han percibido ya señales de entusiasmo o colaboración por parte de más instituciones y de la ciudadanía? ¿Sienten que hay ilusión compartida o más bien cautela?

R.-Estamos ya concretando colaboraciones como las de la Universidad de Cádiz o la Fundación Osborne, por citarle solo dos ejemplos de la más que calurosa acogida. Tampoco hemos destapado mucho la noticia aún, había cierto runrún, algunas personas lo sabían, pero muy del círculo más cercano; pero claro, esto no había sido anunciado hasta ahora. Esperamos que los portuenses nos acojan con la misma ilusión con la que volvemos a casa.

El Ayuntamiento de Sevilla nos propuso trasladar el Monkey en unas condiciones que considerábamos idóneas para el crecimiento que buscábamos. La decisión fue lógica"

P.-Si comparan la primera etapa en El Puerto con la experiencia en Sevilla, ¿qué errores evitarán esta vez y qué prácticas exitosas trasladarán al nuevo formato?

R.-Bueno, hay cosas que sabemos que funcionan, ya sea en Sevilla o en El Puerto, como propiciar la cercanía entre los diferentes escenarios y conseguir que el público se vea inmerso en la ciudad. Eso fue algo que, por ejemplo, en la primera edición en El Puerto no hicimos, apostando en cambio por escenarios más lejanos, como el de Puerto Sherry. Y aunque fue algo que fuimos puliendo en ediciones posteriores, ahora tenemos mucha más experiencia y sabemos cómo diseñar un formato idóneo para una ciudad como la nuestra.

P.-Hablemos del vínculo y el legado del Festival. El Monkey Week nació en El Puerto de Santa María y allí vivió una etapa fundacional que muchos recuerdan con cariño. ¿Qué significó para ustedes aquella etapa inicial?

R.-Mucho, sin duda. Piense que nosotros veníamos de tener una revista, FREEk!, y un festival pequeño, muy rockero además, como era el FREEk! Fest. El Monkey era otra cosa totalmente distinta: un híbrido entre feria profesional y festival, con escenarios repartidos por toda la ciudad, unas jornadas con múltiples actividades, mucha presencia institucional… Aquellos años fueron todo un aprendizaje. También hicimos grandes relaciones, que hoy en día aún perduran.

P.-Cuando el festival se trasladó a Sevilla, se argumentó que El Puerto se había quedado pequeño para el formato. ¿Qué factores motivaron realmente aquel cambio en su momento?

R.-En aquel momento el festival nos pedía crecer. Fuimos al Ayuntamiento de Sevilla a presentar un proyecto de festival de cine que teníamos en mente, y nos propusieron entonces trasladar el Monkey, en unas condiciones que considerábamos idóneas para ese crecimiento que buscábamos. Teníamos pues por delante la posibilidad de ampliar el formato y por otro lado unas condiciones atractivas. La decisión fue lógica.

En 2024 nos denegaron la Declaración de Interés Cultural que hasta ese año concedían al festival y facilitaba la realización de conciertos en espacios públicos y salas; este año no podíamos usar el Espacio Santa Clara"

P.-En Sevilla, el Monkey consolidó su carácter profesional y urbano, e incluso creció en proyección internacional. ¿Qué balance hacen de esos años? ¿Qué funcionó especialmente bien?

R.-El balance es positivo de cara al festival: ha crecido en profesionales, en público, en logística, en presupuesto; pero luego queda para nosotros el desgaste de ciertas luchas constantes. Por otro lado, y aunque el festival sí que dio un salto urbano considerable al celebrarse en la Alameda de Hércules y alrededores, en las últimas ediciones se había complicado cada vez más utilizar espacios públicos, como el escenario gratuito que teníamos en la propia Alameda, o incluso edificios, como ha ocurrido con el Espacio Santa Clara, que no podríamos haberlo utilizado a partir de este 2025.

P.-Las cosas comenzaron a dejar de funcionar ¿En qué momento empezaron ustedes a sentir que el vínculo con la ciudad o con sus instituciones comenzaba a desgastarse?

R.-Pues justo después de la pandemia comenzamos a sentirnos cada vez más desplazados fuera de la ciudad. Nos fuimos a Cartuja Center Cite, y luego ya fue imposible retornar a la Alameda. También ha sido un desgaste significativo el sufrir la lentitud en los procesos administrativos con el ICAS.

P.-¿Hubo algún episodio clave durante la etapa en Sevilla (positivo o negativo) que el público desconozca y que haya marcado el destino del festival?

R.-Lo más reciente, sin duda; la denegación en 2024 de la Declaración de Interés Cultural que hasta ese año concedían al festival y que facilitaba la realización de conciertos en espacios públicos y salas.

Todos los participantes en el acto de presentación, brindando por el futuro del festival
Todos los participantes en el acto de presentación, brindando por el futuro del festival / Miguel Ángel Pino

P.-¿Cree usted que los festivales tienen la responsabilidad de ser agentes de cambio social, o su prioridad debe ser el entretenimiento? ¿Cómo se refleja esto en el Monkey Week?

R.-La prioridad debe ser el entretenimiento. Su propia palabra lo indica: festival. Pero otra cosa es el Monkey, que no solo es un festival, sino también una feria profesional, por lo que tiene (y tenemos) un compromiso con la escena, con la industria, con todos aquellos que trabajamos en y por la música. Además, eso sí, un festival también puede tener inquietudes sociales. En el Monkey, por ejemplo, hemos realizado conciertos en el centro penitenciario de Sevilla o en las Tres Mil Viviendas, acercando la música a colectivos privados de ella o de complicado acceso.

P.-En un contexto de saturación de festivales, ¿qué estrategias usan para mantener relevante y fresca la propuesta sin caer en el mainstream comercial?

R.-En realidad, gracias a que el Monkey cuenta con una convocatoria abierta de showcases, somos muy permeables a nuevas propuestas, al talento emergente y a nombres no habituales. Al final, en cada edición, el cartel del festival es un reflejo de lo que se cuece en la escena del momento. También nos gusta mucho comernos el coco con ideas un tanto locas -risas-.

P.-Más allá de la música, ¿qué les gustaría que el Monkey Week haya dejado implantado en la cultura de Sevilla?

R.-Quizás lo más bonito para nosotros ha sido que el festival haya ayudado a bastantes artistas sevillanos a desarrollarse como tales, a crecer, a ser más conocidos dentro y fuera de la ciudad. También creo que ha ayudado a borrar las fronteras entre escenas en la ciudad, acercando tendencias, estilos y artistas que no solían vincularse con tanta frecuencia entre ellos. Y sí, también, que se pueden hacer conciertos en una pista de coches de choque.

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