Las nuevas cuerdas de la clásica

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Los violinistas Javier Comesaña y Sofía Navarro, junto al violonchelista Alejandro Blanco, participan en esta sexta edición del Festival Turina

Sofía Navarro y Javier Comesaña (de pie) junto al violonchelista Alejandro Blanco.
Sofía Navarro y Javier Comesaña (de pie) junto al violonchelista Alejandro Blanco. / Juan Carlos Muñoz
María Sánchez

Sevilla, 07 de septiembre 2017 - 08:33

Las salas del Ateneo de Sevilla han acogido las actuaciones del Ciclo de Jóvenes del Festival de Música de Cámara Joaquín Turina que arrancaron el martes y finalizan hoy con su segundo concierto. Los jóvenes violinistas Javier Comesaña (18 años) y Sofía Navarro (21) junto al cellista Alejandro Blanco (22) no se conocían antes de conceder una entrevista a este periódico pero tenían algo en común: contar con el prestigio y la responsabilidad de ser la nueva generación que llevará a los escenarios la música clásica en España.

Unidos por la esmerada educación musical que les otorgó un hogar melómano -una madre pianista en el caso de Comesaña, un padre rockero en el de Blanco y unos arquitectos que brindaron un violín a su hija de 3 años en el de Navarro, "la única música de la familia"- estos jóvenes talentos se muestran conscientes de su privilegio "por lo difícil que es dedicarse a la música sólo a partir de una signatura en el colegio" y pesarosos por encontrarse en "un país que no cuida la música a nivel orquestal", reconocen. Para su futuro próximo, Blanco sueña con irse a Alemania "donde la música es bienvenida y ofrece muchas más oportunidades que España", país en el que, considera, "hay mucha gente mayor en las orquestas y priman los contactos y las familias". Sin embargo, a Navarro le gustaría salir al extranjero con planes de establecerse en España en una orquesta o como profesora; y Comesaña se muestra cauto con unos planes de futuro en los que aún no ha pensado pero que preferiría vincular a su país.

"Hay que mentalizarse de que la música es una carrera de fondo en la que habrá baches"

Estos jóvenes músicos cuentan con una amplia gama de referentes clásicos en lo que respecta a la composición. El cellista Alejandro Blanco sostiene que no tiene "ningún tipo de preferencia" y asegura sentirse "más cómodo en la música de cámara, los cuartetos de cuerda, Haydn, Beethoven...". Coincidiendo con su compañero, la violinista Sofía Navarro apunta hacia los repertorios solistas y la música de cámara: "Creo que nos pasa a todos, podría nombrar a famosos compositores como Sibelius, Bach, Tchaikovsky... pero hay tantas obras de otros autores que me gustan. Tengo un trío con clarinete y piano en el que toco obras contemporáneas del siglo XX. Un repertorio en el que estoy descubriendo muchas cosas". En cambio, el violinista Javier Comesaña parece tenerlo claro al citar sin dudar al compositor italiano Paganini: "Nunca he sentido nada igual a tocar el concierto de Paganini el año pasado". Asimismo, añade, "también me gusta mucho Joaquín Turina", quien da nombre al festival al que pertenecen y que celebra su sexta edición en la capital andaluza hasta el próximo domingo.

Con una minuciosa dedicación diaria de cinco horas durante el curso, estos estudiantes reconocen haber pasado la "etapa más difícil" al compaginar su formación musical con el instituto. "Ahora tenemos bastante tiempo para estudiar pero cuando iba al instituto tenía que aprovechar en los descansos para hacer los deberes", declara Navarro. "Organizándote se saca tiempo para todo, hay tiempo para los estudios y para salir con los amigos. Los no músicos salen más, obviamente, pero no somos máquinas y hay que desconectar", explica con gran madurez Blanco.

Todos ellos coinciden en que el sacrificio merece la pena "si es lo que más te gusta", apunta el cellista. Aunque a su vez detalla que la satisfacción "dependerá del día, de la clase o del concierto que hayas tenido". Por su parte, Comesaña matiza que "no se trata tanto de una cuestión de merecerte o no la pena. Hay que mentalizarse de que la música es una carrera de fondo en la que habrá baches y ya está. Un mal concierto se supera pensando en qué has fallado". Asimismo, Sofía Navarro cree que los días malos se superan pensando "que no es el fin del mundo y que todo el mundo se equivoca alguna vez", a lo que Blanco añade: "Si no hay errores, no se aprende".

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