El primer baile de Drexler
El ciclo de Grandes Intérpretes del Maestranza arranca esta noche con el cantautor uruguayo, que presenta su último disco 'Bailar en la cueva'
Aunque la principal de sus virtudes sea componer música, Jorge Drexler lleva obsesionado con la danza desde hace un par de años. Este cantautor, hijo de la dictadura uruguaya, ha sufrido la represión hasta límites insospechados, razón por la que ahora decide adentrarse en nuevos caminos y aunar letras, ritmos y movimientos en su último trabajo, Bailar en la cueva, que presenta esta noche en el Teatro de la Maestranza (20:30) inaugurando así el ciclo de Grandes Intérpretes de este espacio.
"Me crié en un lugar en el que no se bailaba porque era una cosa que el régimen no consideraba importante. Por entonces se valoraba más el entorno intelectual. Mi curiosidad por el movimiento hizo que empezara a hacer cursos relacionados con esta disciplina, a buscar lugares donde ir a bailar después de los conciertos, y fue el momento en el que me pregunté porqué no ponían ninguna canción mía cuando decidí hacer un disco para bailar", explica el intérprete, que se encuentra nominado a seis Grammys latinos por este trabajo.
Los artistas, conocedores de la situación que atraviesa la industria discográfica, saben que los tiempos que corren no favorecen al sector musical. Esto lleva al algunos músicos, como en el caso de Drexler, a verse afectados incluso en su faceta creativa. "Existe una razón anímica, además de la musical, por la que me marché a grabar el disco fuera de España. El invierno de 2013 fue muy duro para la industria musical. Los impuestos a la cultura en este país son un asesinato a los conciertos en vivo. Yo necesitaba impregnarme de alegría y decidí buscarla en otro lado. En estos momentos no hay ilusión en el país, musicalmente hablando", comenta el cantautor.
Jorge Drexler asegura que "otra de las cosas que buscaba era una nueva sonoridad". "En principio este disco estaba orientado a una percepción muy global de la música americana. Me he pasado los últimos cinco meses recorriendo el continente de arriba a abajo, he tocado desde Canadá hasta la Patagonia, pasando prácticamente por toda Sudamérica. Me sorprende que en muchos sitios, especialmente en los lugares de habla hispana como Guatemala, Costa Rica, Panamá o Bolivia conozcan mis canciones, por eso quise reflejar su musicalidad en mis temas", explica el músico, que sitúa a Colombia como el sustento principal de este disco.
"Me encanta el discurso alternativo de Bogotá con el que hemos trabajado. La esencia de este álbum reside en ese ambiente aperturista y generoso que aporta la música alternativa del país con bailes como la cumbia. Colombia tiene una relación muy sana con sus raíces y a la vez con la musicalidad más moderna. Mezclan las melodías tradicionales con la música electrónica. Se nota mucho la influencia de Sudamérica en el disco a través de las letras y los ritmos y por el hecho de que tiene una impronta bailable que se identifica con la cultura de cada país que he visitado".
El último trabajo de Jorge Drexler incluye 11 canciones con aires primitivos en las que no se olvida de los países que le dieron la inspiración que necesitaba. Bolivia,Data Data, Bailar, La luna de Rasquí -en la que homenajea al maestro Simón Díaz-, Todo cae, Esfera -en la que destaca un magnífico cuerpo de viento-, La plegaria del paparazzo, La noche no es una ciencia exacta, Triángulo de las Bermudas, Organdí y la nominada a los Grammy latinos como mejor canción Universos paralelos, que interpreta con la rapera chilena Ana Tijoux, conforman el álbum que, según Drexler, "es el más heterogéneo" de su carrera.
En la producción de este disco han sido fundamentales personas como Mario Galeano, quien ayudó al músico a introducirse en la sonoridad latina, y la figura de Charlie Bautista, del que Drexler dice que "ha aportado una dosis enorme de musicalidad".
La banda con la que el artista se presenta en el Maestranza la componen Borja Barrueta en la batería, Sebastian Merlin a la guitarra, Carles Campi Campón a las percusiones, Martin Leiton al bajo y un cuerpo de viento formado por Roc Albero (trompeta), Santiago Cañadas (trombón) y Fabrizzio Scarafile (saxos). El público sevillano, del que el músico dice que "tiene una tradición del movimiento innata", disfrutará de "un show preparado para bailar", que comenzará con una coreografía interpretada por los propios músicos.
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