El primer jazz en Sevilla

El Teatro Cervantes y el Teatro de la Exposición hicieron historia en 1929 al acoger el espectáculo 'Hello Jazz' del bailarín afroamericano Harry Flemming

El primer jazz en Sevilla
El primer jazz en Sevilla
Julián Ruesga Bono Sevilla

14 de agosto 2016 - 05:00

Saber cuándo y cómo sonó por primera vez el jazz en Sevilla es complicado. Las primeras grabaciones de la Original Dixieland Jass Band, tomadas como las primeras grabaciones de jazz, fueron editadas por la Victor Talking Machine Co. en 1917 y ya en 1918 se comercializaron en España. Poco a poco, el jazz se puso de moda en todo el mundo, era visto como una música de baile, pensada, compuesta y ejecutada para bailar. En las salas de baile, salones de hoteles y cafés, las orquestas ofrecían en su repertorio piezas bailables de ritmos sincopados -como el cakewalk, el charlestón, el fox-trox y el one-step- próximos al jazz del momento, o incorporaban a otros temas de baile recursos rítmicos tomados de este primer jazz.

Como baile de moda, también las compañías de revista incorporaron el jazz en sus espectáculos. La compañía de revista del bailarín afroamericano Harry Flemming realizó una gira por España durante 1929, recorriendo las principales ciudades de la península. Esta gira es señalada por varios investigadores como una de las primeras actividades jazzísticas importantes en nuestro país. En ella el bailarín presentaba el espectáculo: Hello Jazz. Dos horas en Nueva York. Su presentación oficial se llevó a cabo en el Teatro de la Exposición, el 23 de octubre, pero antes se presentó en el Teatro Cervantes, el día 19.

Una nota publicada en el diario ABC de Sevilla el 20 de octubre de 1929 reseñaba en pocas líneas su presentación el día anterior en el Teatro Cervantes, con el título Harry Flemming en el Cervantes: "Anoche se presentó en Sevilla la agrupación de artistas negros que dirige el famoso bailarín Harry Flemming. La boga del arte negroide ha destacado a artistas muy notables, como el que anoche vimos en el Cervantes y como Luís [sic] Douglas, conocidos y aplaudidos en todos los teatros de Europa. Flemming es un bailarín extraordinario. Su agilidad y su sentido del ritmo y de la danza le han valido una gran reputación. Con él viene una compañía de revistas, compuesta de negros y blancos. De ella forman parte Little Esther, la pequeña negrita que se hizo popular en el cinematógrafo; Florence Miller, Elena Cooke y Ellington, los bailarines Quitty Morán y Sleet, el célebre cómico Bob Wolly y otros muchos artistas del baile y la canción. Representaron la revista Hello-Jazz, en la cual se ofrece una visión humorística y coreográfica de los barrios neoyorquinos y se reflejan costumbres pintorescas de Nueva York. El público tributó a todos aplausos calurosos y les obligó a repetir muchos números".

Ese mismo día, El Liberal, en su edición sevillana, también reseñaba el espectáculo con el título Teatro Cervantes: Las huestes de Harry Flemming. El texto decía así: "Anoche apareció en el escenario del Cervantes una trouppe de artistas dirigida por Harry Flemming, bailarín de fama mundial, estupendo director del Hello Jazz y armonizador de un crecido número de girls y de otro no menos abundante de músicos, bailarines, zapateadores, etc., que realizan para satisfacción constante del respetable concurso, una serie impecable de locuras y piruetas muy modernas. El espectáculo, que no vamos a describir porque detallarlo minuciosamente sería tarea laboriosa, que no acertaría por añadidura a dar una exacta impresión de lo que es, gustó extraordinariamente al público, que dicho sea de paso llenó todas las localidades del Cervantes y salió encantado".

También en el diario Abc del 25 de octubre del mismo año apareció una segunda reseña, en la página 30, con un pequeño anuncio donde se menciona una nueva actuación de la compañía de Flemming en el Cervantes: "Hoy reaparece en este popular teatro la formidable atracción Harry Flemming, que tan brillantísima actuación ha celebrado en el de la Exposición. A las 6:30, vermouth. A las 10:30, a beneficio del ya popularísimo Harry Flemming".

Naturalmente, cabe pensar que no fue la única actividad musical con la presencia del jazz durante la Exposición Iberoamericana de 1929. Jazz era sinónimo de modernidad, actualidad y baile y debió de estar presente de distintas formas en un acontecimiento como fue la Exposición Iberoamericana. Tony Évora, en su libro Música cubana, los últimos 50 años, afirma, sin explicar mucho más: "A ritmo de fox-trot tuvieron que escuchar Ignacio Piñeiro y sus compañeros del Septeto Nacional el himno oficial de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. ¿Saben como se titulaba? Sevilla, yes!".

La presencia de Flemming en Sevilla tiene su importancia, tanto por los músicos que lo acompañaban como por el importante papel que este bailarín tuvo como difusor del jazz en Europa y Latinoamérica. Aunque Flemming es hoy un gran desconocido, fue un showman muy popular en los escenarios europeos en las décadas de los años 20 y 30. Entre los músicos que integraban la orquesta de la compañía, Bluebirds, estaban Tommy Ladnier (trompeta), Herb Flemming (trombón), Roy Butler y Wilson Townes (saxos), Frank Ethridge (piano) y Strappy Jones (batería). Además, el espectáculo contaba con la presencia del guitarrista argentino Óscar Alemán.

Herb Flemming fue uno de los primeros grandes trombonistas del jazz. Antes de entrar en los Bluebirds, formó parte de los famosos Harlem Hell Fighters, la banda del Regimiento de Infantería 369, dirigida por James Reese Europe en Francia durante la Primera Guerra Mundial; también tocó con Sam Wooding, con el que grabó en Berlín en 1925. Más adelante lo haría con Fats Waller, Nobble Sissler, y Henry Allen. El trompetista Tommy Ladnier fue otro de los grandes instrumentistas del primer jazz neoyorquino; había tocado anteriormente con Fletcher Henderson y con King Oliver, más adelante lo haría con Nobble Sissler, Bennie Peyton y Sidney Bechet. El recorrido profesional de los otros músicos integrantes de la banda es similar aunque menos deslumbrante.

Los Bluebirds acompañaban los números de baile de Flemming y demás bailarines de la compañía, era en los intermedios musicales del espectáculo cuando la banda tenía su protagonismo musical. En el escenario Harry Flemming hacía tap dance, claqué, figuras rítmicas, más o menos complejas, sobre ritmos sincopados. Jorge García, en el catálogo de la exposición Jazz en la BNE. El ruido alegre, cita este comentario referido a Flemming tomado de El Heraldo de Madrid del 2 de octubre de 1929: "Este negro elegante ha dado con las líneas suaves de las danzas negroides; ha disimulado los horribles descoyuntamientos y las posturas descompuestas con un estudio de concepción mecánica de la danza moderna".

Por su parte, José María García Martínez, en su libro Del fox-trot al jazz flamenco, cita un párrafo de un artículo de Gonzalo Torrente Ballester en el que se describe a Flemming así: "... negro, aunque no demasiado, y tenía una gran fachada, como que fue el mejor vestido de cuantos andábamos por España (...) Harry bailaba los bailes negros, descoyuntados, de inesperados aunque lógicos movimientos".

Harry Flemming volvió a España en varias ocasiones. Aunque tenía su residencia en Dinamarca, trabajó a menudo en la España de la Segunda República. Una de esa veces fue en mayo de 1935, en el espectáculo taurino El Bombero Torero de Rafael Dutrús Zamora Llapisera, con el que actuó en la Plaza de la Maestranza de Sevilla, compartiendo cartel con el saxofonista cubano Aquilino Calzada González, El Negro Aquilino, que tocaba flamenco con su saxo.

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