"El propio Rembrandt especulaba en Holanda con obras de arte"

Antonio Miguel Bernal. Premio Nacional de Historia

El director de la XI Escuela de Barroco de la Fundación Focus analiza la nueva ética de los negocios en el mercado artístico de los siglos XVII y XVIII.

Antonio Miguel Bernal (El Coronil, Sevilla, 1941) en la conferencia inaugural.
Antonio Miguel Bernal (El Coronil, Sevilla, 1941) en la conferencia inaugural.
Charo Ramos Sevilla

11 de noviembre 2014 - 05:00

El Hospital de los Venerables, con la colaboración de la Universidad Loyola Andalucía, acoge hasta mañana la XI edición de la Escuela de Barroco de la Fundación Focus-Abengoa. Especialistas internacionales de la economía, la historia y la cultura participan en este simposio que, titulado Empresas y empresarios en tiempos de Barroco, cuenta con un director de excepción: el Premio Nacional de Historia Antonio Miguel Bernal Rodríguez.

-Este proyecto quiere arrojar luz sobre el papel que jugaron empresas y empresarios en la cultura de los siglos XVII y XVIII, lo que ahora se conoce como la "primera globalización" de los mercados. Un cambio que, según su conferencia inaugural -Capitalismo y Barroco: dinero y agentes económicos en el mercado del arte- fue impulsado por las modificaciones en la teología moral que promovieron calvinistas y jesuitas.

-En mi ponencia he intentado relacionar el espíritu del nuevo capitalismo impulsado desde el calvinismo protestante, por un lado, y por los jesuitas católicos, por otro, con la nueva figura de los empresarios emprendedores, que surgen precisamente en la modernidad del XVII gracias a los cambios que se introducen en lo que se llamará como la nueva economía.

-¿Qué papel jugó la lógica capitalista en el mercado del arte de la Sevilla barroca?

-Desgraciadamente en la Sevilla barroca casi nada. Una de las hipótesis que barajo más detenidamente es que Sevilla, sobre todo en la segunda mitad del XVII, permaneció casi como una ciudad típicamente levítica. La nobleza ya se había marchado a Madrid y los mercaderes, financieros y hombres de negocios, la clase mercantil sevillana que teóricamente tenía que haber mantenido un papel central en la actividad económica y social, como por ejemplo sucedió en Holanda, y pese a que Sevilla tenía bases para hacerlo por sus vinculaciones con el comercio de las Indias, sin embargo, por la propia naturaleza de ese comercio y de la manera en que se llevó dicho monopolio, no pudo expandirse y desarrollarse a la altura de la burguesía capitalista europea.

-Esos nuevos agentes económicos -comerciantes, mercaderes y banqueros, entre otros- incidieron en el mercado del arte de un modo muy distinto al que practicaban la corte y la iglesia. ¿Cómo afectó a la demanda su modo laico de proceder?

-Básicamente el ejemplo mejor estudiado y conocido es el de Holanda y, en concreto, el caso de Rembrandt. Hay estudios, alguno de ellos citado y estudiado con mucho detenimiento, que demuestran que el propio pintor era un especulador con obras de arte - no suyas sino de coetáneos- para jugar a la subida de precios en el mercado y hasta en la manera en que se interviene en la demanda. En realidad los pintores flamencos y también algo ya los ingleses a finales del XVII están imbuidos del espíritu bursátil. Comprar y vender obras de arte como si fueran acciones no es sino una manera de entrar en el juego económico que dominaba estos países ya de un capitalismo pleno. Lamentablemente, salvo muy pocos estudios monográficos, esta visión economicista del arte ha sido siempre ignorada cuando no desdeñada por los historiadores del arte y, entre los historiadores de la economía, sólo recientemente se han desarrollado estudios de esta naturaleza.

-Por su carácter novedoso, ¿qué ponencia destacaría entre las que articulan este foro?

-Por su gran repercusión y novedad señalaría el trabajo de Christopher McKenna, catedrático de la Universidad de Oxford, con sus estudios sobre estrategias empresariales que no difieren mucho de las actuales estrategias económicas de las grandes corporaciones económicas a la hora de desarrollar y de establecer fundaciones y colecciones de arte, algo que en el siglo XIX estaba plenamente extendido en el mundo norteamericano (en Europa algo más tarde). En general, todos los estudios bajo esta perspectiva son muy destacables, como sucede, por ejemplo, con los de los profesores de la Loyola University Chicago que intervienen esta tarde: Alexander Evers se centrará en el arte barroco holandés como expresión de independencia y orgullo mercantil y Scott Hendrickson lo hará en el papel decisivo de los jesuitas en la educación de los hijos de mercaderes, algo que ya en un párrafo de antología recordaba Miguel de Cervantes cuando hablaba de esos grandes mercaderes sevillanos que iban todos los días muy aplicados estudiar a la escuela de la Compañía de Jesús.

-¿Qué gran objetivo se ha trazado como director de este proyecto que concluye mañana con la ponencia de Antonio Bonet Correa sobre el patrimonio de Osuna y el papel del mecenazgo universitario en esta ciudad ducal?

-Intentar aproximarnos a la nueva ética de los negocios que, sustentada en la responsabilidad social y en la eficiencia económica, surge en este período, un aspecto poco estudiado. Ver también la novedad de los agentes empresariales y las técnicas en que se manifiestan. Y, por último, estudiar cómo estos agentes económicos, que habían sido sujetos pasivos en la Historia del arte prácticamente hasta entonces, se convierten en el Barroco en elementos activos por cuanto son los definidores del gusto y, sobre todo, de la demanda artística.

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