El cine escacharra un éxito de Broadway

Querido Evan Hansen | Crítica

Ben Platt y Julianne Moore, en 'Querido Evan Hansen', otro musical fallido.
Ben Platt y Julianne Moore, en 'Querido Evan Hansen', otro musical fallido. / D. S.

La ficha

* 'Querido Evan Hansen'. Musical, EE UU, 2021, 137 min. Dirección: Stephen Chbosky. Guion: Steven Levenson. Musical: Justin Paul, Dan Romer. Música: Justin Paul, Dan Romer. Fotografía: Brandon Trost. Intérpretes: Ben Platt, Julianne Moore, Kaitlyn Dever, Amy Adams, Colton Ryan.

Decididamente el musical no tiene suerte en el cine actual. Cuando triunfa es un corta y pega (La La Land), grandes musicales teatrales se transforman en películas fallidas (Chicago, Los productores, Sweeney Todd, Los miserables, Cats) y las nuevas versiones de clásicos son desastrosas (la catástrofe de Mary Poppins Returns y más vale tocar madera oída la pobretona banda sonora del West Side Story de Spielberg que se ha estrellado en taquilla). Solo unos pocos musicales como Mamma mia, Moulin Rouge, Hairspray, Once o In the Heights han ofrecido algo nuevo e interesante en lo que llevamos de siglo XXI. Querido Evan Hansen se apunta a los musicales que triunfaron en Broadway -seis premios Tony- pero se escacharran en el viaje del teatro al cine.

La historia de un tímido joven con trastornos de personalidad que se enfrenta a una situación trágica que actuará como catarsis -si se quiere llamar así al tejido de una red de mentiras- debió funcionar bien sobre las tablas, como sus premios demuestran, pero falla en las pantallas. Supongo que será porque en teatro la exigencia de verosimilitud se atenúa mientras que en el cine se intensifica. Los juegos escenográficos de la puesta en escena permiten mayores libertades que la cámara, la sala de teatro crea una atmósfera participativa en la que la respuesta emocional acentuada por la música y el canto en directo es más contagiosa que en una sala de cine (y no digamos en los dispositivos domésticos).

El caso es que la aplaudida comedia musical se convierte en una película menos que discreta y desde luego no muy emocionante pese a la presunta intensidad emocional de la trama. También, todo hay que decirlo, la distancia del escenario disimula edades mientras que la pantalla -caso de Ben Platt: difícilmente se puede creer que sea un adolescente- las acentúa. Juliane Moore y Amy Adams dan la sensación de que salen en la película porque andaban por allí por casualidad. Supongo que se ha elegido a Stephen Chbosky para dirigirla porque tiene en su haber otra (y premiada) película de adolescentes con cartas de por medio, Las ventajas de ser un marginado, y otra, la celebrada Wonder, sobre el acoso y la dificultad de integración de un niño con deformidad facial. No ha funcionado. Estos temas tan delicados no son un género en el que un artesano pueda especializarse.

stats