'El sacacorchos', un mosaico duro, mordaz y certero
El Teniente de Hermano Mayor de la Real Maestranza de Caballería, Santiago de León y Domecq, presenta ‘El sacacorchos’ (Páginas del Sur), última obra del notario Pablo Gutiérrez-Alviz
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“Hombre de riquísima personalidad, sabio de muchos registros y de sobrehumana capacidad de trabajo”. Una definición exacta y precisa sobre el director de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, Pablo Gutiérrez-Alviz. Quien dibuja esta fina descripción no es otro que Santiago de León y Domecq, Teniente de Hermano Mayor de la Real Maestranza de Caballería. Figura que se ha encargado de escribir el prólogo de El sacacorchos. Obra que firma Gutiérrez-Alviz, cuenta con ilustraciones de Daniel Rosell y ha sido presentada en el Palacio de los Pinelo. Un libro –más bien un heterogéneo mosaico– que recopila muchos de los artículos que el notario ha escrito para los periódicos del Grupo Joly, labor que realiza desde el año 1999. No es el primer volumen en el que quedan reflejadas sus opiniones, vivencias personales y emociones. A El sacacorchos le preceden Un patinete de lujo (2002), Cariño, quítate la corbata (2006), La soldada rasa (2017) y El testamento del espía (2020).
La presentación –ante un auditorio abarrotado– corrió a cargo de Antonio Narbona, vicedirector de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. En su introducción, explicó que El sacacorchos es “una obra variada y amena” que no “amena por ser variada”. Aseguró que el lector “no se va a aburrir” por ser “grato y placentero”. También puso en valor la “fina y disimulada burla” que el jurista despliega en sus páginas. “Una habilidad”, que a su juicio, “no está al alcance de cualquiera”. Estamos, señaló, ante un libro “con vocación de permanencia que trasciende lo tangible y demuestra la importancia del papel de la prensa en una sociedad democrática”.

Durante su alocución, Gutiérrez-Alviz expuso las múltiples dudas que atravesó para “convencerme con el título” por ser “una tarea complicada que requiere cierta responsabilidad”. Entroncó estas vacilaciones con las que deben experimentar los progenitores cuando pisan el Registro Civil con sus recién nacidos. “Hoy la imposición del nombre se ha frivolizado en pos de modas” que –durante la adolescencia y etapa adulta del individuo– pueden pasar factura. Con el humor que caracteriza al notario y una fina prosa hizo un repaso por esa gramática castellana –y anglosajona– referente a los nombres propios. Desde el santoral –“muchos padres falseaban las fechas de nacimiento para que no coincidieran con algunos nombres de santos”– hasta los continentes –“América y Asia”– pasando por la originalidad de figuras como David Beckham y Elon Musk para bautizar a sus retoños.
Finalmente, desveló que detrás de El sacacorchos hay varias anécdotas y vivencias. Por un lado, recordó una importante conferencia en Madrid –allá por 2003– en la que obsequiaron a los asistentes con un sacacorchos que, a día de hoy, sigue siendo un elemento indispensable en las cenas y comidas navideñas. Pero también, “le faltaba una casualidad”. Evocó un viaje familia a Sicilia el año pasado. Allí conoció a un guía que le contó que había nacido en Sevilla pero emigró a la isla junto a sus padres con apenas seis años. Rápidamente, le preguntó si Carmelo era su padre y, para sorpresa de todos –más del guía que del jurista– resultó que su progenitor fue profesor de inglés del notario durante su juventud. “Comimos todos juntos y Carmelo abrió un vino criado en arena volcánica con un sacacorchos idéntico al que me regalaron en Madrid”, comentó entre risas. Finalizó su alocución pidiendo que “disfruten este libro, que disfruten su vino y adoren El sacacorchos”.
Por último, intervino Santiago de León y Domecq, quién explicó que, a través de 300 páginas y 54 artículos, el director de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras confecciona un puzzle por el que “desfilan personajes de carne y hueso o de ficción, vivos o muertos, con nombres reales o fingidos, protagonistas de historias verídicas o también inventadas”. Sujetos que, de un modo u otro, forman parte –y sirven como inspiración– de “disertaciones académicas y estudios jurídicos escritos con orden y rigor”, pero también de “cuentos y narraciones impregnados de humor” y “necrológicas teñidas de tristeza y de dolor”. Como buen instrumento que se utiliza para quitar los tapones a los frascos y airear los caldos que se guardan en el interior, en la obra no falta la crítica política sobre la situación actual de España. En ocasiones, mordaz. En ocasiones, dura. Pero siempre, necesaria y certera.
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