Un segundo | Crítica de cine

Obra menor de un maestro mayor

Una imagen de la película.

Una imagen de la película. / D. S.

Imposible, de momento, saber cómo hubiera sido esta película si en 2019 el Gobierno chino -que, no se olvide, es lo más parecido a un monstruo de Ray Harryhausen con dos cabezas, una comunista y otra ultracapitalista- no la hubiera retirado abruptamente del Festival de Berlín y hubiera forzado a su director a hacer un nuevo montaje incluyendo escenas rodadas a gusto de los censores. Porque se desarrolla durante la Revolución Cultural y eso es, todavía, digamos que una cuestión delicada.

Zhang Yimou ya había ambientado otras obras suyas en la Revolución Cultural -Amor bajo el espino blanco y Regreso a casa- pero las autoridades debieron pasar la mano porque la primera era un intenso melodrama (de los mejores que haya visto desde los años de Douglas Sirk) en el que al final los jerifaltes maoístas tienen su corazoncito, y la segunda se desarrollaba justo después de aquella atrocidad tan aplaudida por tantos intelectuales europeos. Algo vieron en ésta que les olió a chamusquina.

Difícil saber qué fue porque, como las anteriores, es un melodrama que, pese a tener a diferencia de ellas algún momento de humor (para el que, todo hay que decirlo, Yimou no está muy dotado, baste recordar -o mejor olvidar- Happy Times y sobre todo Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos), es un dulce drama y un sincero homenaje al cine. El protagonista se escapa de un "campo de reeducación" para ver una película en la que, durante unos segundos, aparece su hija fallecida. Diversos incidentes le obligan a perseguir la película de pueblo en pueblo, coincidiendo en la búsqueda con una joven huérfana a la que guían otras intenciones.

Un segundo es una de las encantadoras, y a veces soberbias, películas íntimas y de bajo presupuesto que el coloso de las suntuosas y/o espectaculares La linterna roja, Hero, La casa de las dagas voladoras o La maldición de la flor dorada se permite de vez en cuando; pequeñas grandes películas de aire neorrealista llenas de emoción como Ni uno menos, El camino a casa o las ya mencionadas El amor bajo el espino blanco y Regreso a casa. Una obra menor de un maestro mayor.

          

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios