El hijo del cura

Un buen padre | Crítica

El niño Anton Alluin y Grégory Gadebois en una imagen del filme.
El niño Anton Alluin y Grégory Gadebois en una imagen del filme.

La ficha

** 'Un buen padre'. Drama, Francia, 2024, 93 min. Dirección: Ronan Tronchot. Guion: Ronan Tronchot, Ludovic du Clary. Fotografía: Antoine Chevrier. Música: Damien Tronchot. Intérpretes: Grégory Gadebois, Géraldine Nakache, Lyès Salem, Anton Alluin, Jacques Boudet, Françoise Lebrun.

Hay películas que se sostienen sobre un cuerpo, una mirada y un temblor más allá de su anécdota argumental, su tema o su voluntad pedagógica e ilustrativa. Es el caso de esta Un buen padre de Ronan Tronchot que materializa, y lo hace pronto, el descubrimiento y las consecuencias de una paternidad inesperada por parte de un cura de provincias muy apreciado y querido por sus feligreses.

Ese cura rebosante de humanidad es Grégory Gadebois, a quien hemos visto en títulos recientes como Delicioso o Las cosas sencillas, uno de esos actores singulares capaces de echarse encima el peso de la conciencia individual pero también la colectiva, intérprete de formas reposadas, gesto callado y mirada vidriosa que necesita muy poco para comunicar y emocionar.

Eso es lo que hace una vez más en esta película, cargarse con su culpa, sus dudas y un pasado que regresa para afirmarse como un hombre bueno e íntegro, un más que posible buen padre y un pastor capaz de compatibilizar su labor contra el dogma férreo de la iglesia.

En todo caso Un buen padre añade demasiado en lo narrativo cuando tiene todo su interés y toda su fuerza en la presencia incontestable de Gadebois. Tal vez por eso molesta un poco que se insista en delimitar su marco con una antigua amante deprimida, un hijo preadolescente ejemplar, una joven que ha abortado y unos colegas y superiores que funcionan como evidentes contrapesos dramáticos de cara a la tesis que se enarbola por una iglesia inclusiva dispuesta al cambio y la reforma.

stats