‘Las yeguas’: guerreras de la vida
Chloé Brûlé-Dauphin estrena esta semana en el Central un espectáculo sobre el “legado silencioso” de las mujeres y el diálogo entre generaciones

A menudo contemplamos las fotografías de nuestros antepasados imaginando una distancia inabarcable entre ellos y nosotros, creyendo que el tiempo transcurrido convierte en absolutos extraños a nuestros muertos. Pero si algún tipo de hechizo rompiera el silencio implacable en que permanecen nuestros familiares, ese vasto océano que parece separar una época de otra se desdibujaría: entenderíamos que en un siglo y en otro nos mueven los mismos anhelos, y que aquellos rasgos que creemos singulares en nosotros, hoy, tal vez no sean sino ecos de quienes nos precedieron.
Consciente de que el teatro “es el lugar idóneo para resucitar a los muertos, hablar con ellos, bailarles”, Chloé Brûlé-Dauphin repasa su árbol genealógico y escarba en las raíces para Las yeguas, el espectáculo que estrena esta semana –jueves y viernes, a las 19:30, entradas agotadas– en la sala B del Central. En esta pieza, en la que la bailaora y coreógrafa se coloca fuera de plano y dirige a dos intérpretes –la artista flamenca Ana Salazar y la actriz Tamara Arias de Saavedra–, Brûlé-Dauphin traza un linaje que va de las “heroínas anónimas que sostuvieron un hogar” a las descendientes que gozan ya de la independencia conquistada y observan desde una intrigada lejanía ese pasado de abnegación.

“Quería contar una historia de mujeres”, afirma la creadora, que para este proyecto hizo “una introspección familiar” y con ayuda de su madre se adentró en un bosque de “fotografías, cartas, documentos” en el que emergió rotunda la figura de su bisabuela, con una “historia tremenda” a sus espaldas. El encuentro en Las yeguas de dos personajes distintos en apariencia, Inés, que sufre el derrumbe de su vivienda por una tormenta, y su bisabuela Alma, que acude a socorrerla, habla de la “sabiduría femenina” como un “legado silencioso” que se ha trasladado “de generación en generación”, dice Brûlé-Dauphin. “Yo siempre digo que las mujeres son guerreras de la vida. A los hombres los mandaban a la guerra a matar a los otros, y ellas se quedaban en casa pariendo, criando, levantando el hogar”.

La pieza, en cuya escritura Brûlé-Dauphin ha contado con el asesoramiento del dramaturgo Sergio Martínez Vila, reflexiona sobre “el patrimonio colectivo con el que cargamos durante siglos las mujeres”, el sustrato común que comparten generaciones que se enfrentan de modos muy distintos a asuntos como la fe, la maternidad o las relaciones de pareja. El diálogo de Las yeguas desembocará en el entendimiento y la liberación. “Inés deja de juzgar y asume que en otro contexto ella hubiera hecho lo mismo. Comprende a su familiar y se deshace de cosas que no le corresponden”, explica la directora.
La directora encontró dos “mujeres hechas” en la actriz Tamara Arias y la bailaora Ana Salazar
Para este montaje, Brûlé-Dauphin quería “mujeres maduras, mujeres hechas”, y encontró ese perfil en Tamara Arias y Ana Salazar. “Tamara viene del mundo audiovisual, ha hecho más cine y más televisión, y me interesaba explorar cómo funcionaba en el teatro. Es fuerte y frágil al mismo tiempo, y eso es muy poderoso”, comenta la canadiense afincada en Sevilla, que describe a la coprotagonista, Ana Salazar, como “un animal escénico. Canta, baila, es muy flamenca. Lo más importante es que entre las dos hay una química impresionante: no son islas, hemos tendido un puente”, celebra la ganadora del Premio Escenarios y el Premio Lorca, reconocida por sus trabajos junto a Marco Vargas, que aquí lleva a su elenco “a un lugar de danza. La palabra funciona como detonante del movimiento. Quería que Tamara y Ana vivieran y sintieran a través del cuerpo”.

Brûlé-Dauphin ha estado “otras veces dentro y fuera del escenario, dirigiendo y actuando” e imaginó que sería “más llevadero” estar solo en un lado. “Pero se pasan las mismas fatigas”, admite entre risas. “En los ensayos, me he sentido como una entrenadora que está en la banda. No soy yo la que tengo que marcar los goles. Hemos practicado, les he planteado mi estrategia, pero a la hora de la verdad estoy fuera pegando botes. En todo caso está siendo una experiencia muy enriquecedora. Me he dado cuenta de que soy una persona que necesita aprender”.
También te puede interesar
Lo último