Francisco Andrés Gallardo

Campos

Visto y Oído

04 de enero 2018 - 23:31

Black Mirror se queda corta en sus distopías de celofán frente a Las Campos, el Juego de tronos de Sálvame. En realidad no llegan ni a becarias de las Kardashian. Ni a la suela de Alaska y Mario. Lo de Nueva York no tiene nombre, ufanas de su candidez garrula, con horror a las palomas, comprando bolsos de imitación. Ni fabricando situaciones Teresita y sus niñas, gente gris, tienen interés. Lo de Las Campos no debería ni haberse planteado pero Mediaset siempre tira al monte a ver si retozando por el pasapuré a sus personajes aún son capaces de generar algo de papilla de publicidad. Telecinco no anuncia cuándo retomará a María Teresa y las Borrego aunque no hace falta que reaparezcan. Les queda una visita por los manglares de Miami y un pase por el cirujano estético para lijarse lorzas por las anatomías.

Hace más de doce años que María Teresa Campos, la incólume matinal, dejó Telecinco por Antena 3 y supuso la sentencia en su antigua casa y entre una parte de la audiencia que no quiso acompañarla en su migración. Desde entonces nada volvió a ser igual para la pureta que se subió a las alzadas barbas de Hermida. Campos de España, intocable, vivió con excesiva soberbia en su cénit así que en Mediaset no temblaron cuando hubo que asediarla por los Tomates y otros tamizadores. Terelu, por ejemplo, no volvió a levantar cabeza.

La matriarca regresó con la cabeza gacha y el cheque en alto a las pantorrillas de Paolo Vasile. Tras ensayos en horas y formatos María Teresa encontró su sitio en las tardes de los fines de semana a la vez que era contertulia de lujo en Sálvame y le abrieron el melón de su reality familiar. Pero Campos ya no era aquel apellido con mayúsculas. Su salida al cabo de los años fue un tanto abrupta y a eso se le unió un ictus del que celebramos su magnífica recuperación. El propio Vasile le firmó la continuidad sin saber qué va a ser realmente de la veterana presentadora. Lo del reality con las hijas por lo pronto es indigno. Es como si la venganza contra ella estuviera aún vigente.

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