Lo que acordaron Felipe VI y Juan Carlos I

Charla. El Rey y su padre tuvieron una honda conversación en la que pactaron asuntos de calado, como el Emérito no piensa regresar a España hasta que pasen muchos meses

Juan Carlos I saluda durante su estancia en Sanxenxo.
Juan Carlos I saluda durante su estancia en Sanxenxo. / Lavandeira / Efe

12 de junio 2022 - 06:00

La Zarzuela y el Gobierno no buscan casa en España para Juan Carlos I, el encuentro entre padre e hijo no fue tan tenso que la incomodidad se trasladó al posterior almuerzo familiar; el Rey emérito no piensa regresar a España hasta que pasen muchos meses, nadie de la Zarzuela ha echado en cara a Pedro Campos que haya utilizado el acogimiento a don Juan Carlos en su casa de Sanxenxo para promocionarse personalmente y, de paso, a la localidad y al Club Náutico. Todo lo ocurrido en los tres días que permaneció el ex Jefe de Estado en España después de casi dos años de ausencia no voluntaria, fue muy parecido a lo que se vio, y menos parecido en cambio a lo que se contó posteriormente.

La ausencia no fue voluntaria sino inducida por el Gobierno, aunque éste siempre explica que todas las decisiones relacionadas con don Juan Carlos son competencia de la Casa Real. Lo son, o deberían ser, pero Pedro Sánchez y algunos ministros han tomado decisiones importantes. Y es probable que también la Fiscalía General del Estado haya jugado un papel relevante, pero no hay pruebas concretas, sino suposiciones. Que se convierten prácticamente en certezas cuando fiscales de prestigio han expresado durante los últimos meses su inquietud; consideraban un retraso no justificado de la Fiscalía del Supremo para archivar las causas abiertas a Juan Carlos I, una vez que lo había hecho el fiscal suizo Bertossa, y creían ver la larga mano de la fiscal general, Dolores Delgado, en la demora.

Los contactos entre padre e hijo han sido frecuentes estos dos años a través de intermediarios, fundamentalmente el Jefe de la Casa de S. M. el Rey, Jaime Alfonsín, por parte de don Felipe, y del general Félix Sanz Roldán por parte de don Juan Carlos, además del abogado de este último, Javier Sánchez Junco. Durante meses se ha tratado de llegar a acuerdos sobre cuándo y cómo podría regresar a España, y desde el primer momento La Zarzuela marcó líneas rojas: no mientras tuviera causas judiciales abiertas en España. Una vez archivadas por la Fiscalía tras los incomprensibles retrasos ya mencionados, surgieron también problemas con la caso en el Reino Unido, donde Corinna Larsen presentó una demanda por acoso.

Después de Semana Santa se aceleraron las conversaciones entre La Zarzuela y Abu Dabi con el acuerdo de preparar minuciosamente la primera visita a España, la más difícil después de tantos meses de ausencia. La idea era que en las siguientes ocasiones en las que don Juan Carlos quisiera venir esas visitas se vieran con naturalidad. En una carta dirigida al Rey en marzo y que se hizo pública, había anunciado su deseo de "continuar residiendo de forma permanente y estable en Abu Dabi", aunque viajara "con frecuencia" a España. Dejaba abierta la posibilidad de residir en España en el futuro, aunque sería en "ámbitos de carácter privado", lo que se interpretaba como que no sería en La Zarzuela. Posteriormente, poco antes de su viaje, se estipuló que se trasladaría a España en vuelo comercial, mantendría un encuentro con el Rey y con el resto de su familia, y estaría unos días en Sanxenxo para navegar con la intención de prepararse para una nueva competición en el Bribón.

La reunión

Las cosas no salieron bien desde el principio. El día anterior a su llegada, La Zarzuela conoció que don Juan Carlos viajaría en un avión privado puesto a su disposición por el emir de Abu Dabi, no en vuelo comercial. Pero lo que causó más incomodidad fue que no se cumplieron las expectativas de privacidad.

El Emérito prácticamente no salió del domicilio de Pedro Campos, su anfitrión, excepto para navegar; pero la estancia en Sanxenxo se convirtió en un acontecimiento que provocó debate político, con manifestación republicana incluida; minoritaria, pero suficiente para que durante dos días se pusiera el acento en el futuro de Monarquía, las diferencias entre padre e hijo, se recordara el nivel de vida de Juan Carlos I en Abu Dabi –no cuesta un duro al erario español, pero se cargaron las tintas–, si debía residir o no en La Zarzuela, si había creado una corte paralela en la localidad gallega... polémicas que ni Juan Carlos I ni Felipe VI deseaban.

El encuentro que mantuvieron padre e hijo en La Zarzuela duró cuatro horas. Todo un indicio de que se trató de una conversación, a solas, que probablemente deberían haber tenido hace muchos años. Con oportunidad de decirse frente a frente todo lo que por prudencia, por respeto y por afecto no se habían dicho. Todo. Con momentos tensos, y otros en los que admitieron errores.

No eludieron ningún tema, desde las causas abiertas y archivadas, a la que queda pendiente en el Reino Unido, así como de la inquietud del Rey por algunas amistades de su padre poco aconsejables. Cuatro horas dan para mucho, tanto como para no dejar ningún asunto pendiente y para superar las tensiones que hubo en algunos momentos. Con seguridad habrá más diferencias de criterio entre los dos, pero hay algo que los une sólidamente: su interés por dar prioridad a la defensa de los intereses de España y de la Corona por encima de cualquier otra circunstancia.

La vida en Abu Dabi

A continuación se celebró el almuerzo familiar, al que asistió doña Letizia y también la infanta Sofía. Y, por supuesto, doña Sofía, recién llegada de EEUU. Tenía Covid, pero se sumó con mascarilla. Estaban también la infanta Elena, y la infanta Margarita y su esposo, así como algunos nietos de don Juan Carlos. Fue un encuentro largo que se prolongó hasta el final de la tarde.

Las conversaciones sobre su futuro continuaron después entre los intermediarios habituales. Se decidió renunciar a la visita a Saxenxo que había previsto para dos semanas más tarde, para marcar distancias con la polémica del primer viaje. Y también no fijar fechas ni calendarios.

En su momento se decidirá su residencia, no se ha manejado ninguna hipótesis, salvo la inconveniencia de La Zarzuela. Cuenta. Residirá en Abu Dabi como es su deseo, y así expresó en su carta. Allí cuenta con todas sus necesidades resueltas y también con el afecto del jeque Jalifa ben Zayed al Nahayan, desde hace unos días presidente de Emiratos Árabes Unidos tras fallecer su hermano.

Hasta que llegue un nuevo viaje, Juan Carlos I tiene dos asuntos pendientes que no le permitirán disfrutar de una total tranquilidad: por una parte, la demanda de Larsen, que algunos profesionales consideran que no han planteado bien los abogados de Londres, empeñados en asegurar la inviolabilidad del Emérito en el Reino Unido, en lugar de centrarse en la posible falsedad de la acusación por acoso. Y, segundo, se ha sabido ahora que la Agencia Tributaria española investiga si don Juan Carlos podría haber tenido ingresos en especie en las múltiples cacerías a las que ha acudido. Ha dado un paso de gigante al viajar a España después de dos años de ausencia. Pero todavía le queda camino por recorrer. Con un ingrediente añadido: se le ha retirado su asignación, lo que tampoco facilita que pueda vivir en España con los medios propios de quien ha sido Jefe de Estado.

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