Alcorcón como penúltimo cáliz

ESTAMOS en esa especie de tiempo de basura que son los partidos que faltan para que el infierno en que se instaló el Betis acabe. Esta noche, el por siempre Real Betis Balompié ha de tragarse el enésimo cáliz que depara la Segunda División y lo hace en un escenario de esos que se dan en llamar de polvareda. Y todavía le quedará uno más, ya que cáliz representa igualmente el que un histórico como él, de los de verdad, haya de jugarse los puntos con un filial. Todo, lo de hoy y lo si guiente, aparece en un segundo plano en el día a día de un club que no tiene más remedio que ir a una transformación que parece cruenta en muchos apartados.

Solventada la continuidad de Pepe Mel tras un proceso que se fue enquistando por interpretaciones a veces torticeras, ahora procede acabar la competición con la mayor dignidad, campeonando a ser posible, que será. Ocurre que ahora son cuestiones menores y que las urgencias pasan, una vez más, a los despachos para que haya tino a la hora de ordenar las cosas en pos de un futuro bonancible. Y ahí hay que confiar en la buena mano de José Antonio Bosch, un perfecto desconocido que ha ido haciéndose un hueco fundamental en el club de las trece rayas, incluso externalizando compartimentos si ello redunda en el bien del por siempre Real Betis Balompié.

Confiando en que la sensibilidad aflore para que ciertos profesionales no sufran menoscabo en su relación laboral ni agresiones sentimentales que no vienen a cuento, la regeneración del club está en marcha y eso es lo trascendente en estos minutos de la basura que tienen en Alcorcón su primera singladura. Son partidos en los que sólo se juega el nombre y que deben servir para rematar el informe que dictamine quiénes están capacitados para defender al Betis en Primera como es debido. Atrás el infierno de la prosaica Segunda División y con las juntas generales ya fijadas, hoy se libra el penúltimo cáliz con el deseo de que esos cálices desaparezcan de una vez.