La aldaba
Carlos Navarro Antolín
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Tribuna Económica
LA asamblea anual de la Confederación de Empresarios de Málaga se ha complementado este año con un foro en torno a la digitalización de la empresa. Lo digital incluye al menos dos aspectos. Uno es la informatización de los procesos, que no son sólo la gestión de stocks, facturas y medios de pago, sino que también tiene un componente de ingeniería mecánica como la eficiencia energética, o la reposición automática cuando se va acabando un producto. Otro se refiere a la información y las comunicaciones, las relaciones con clientes a través de redes sociales y páginas web, así como la creación y análisis de bases de datos para conocer el comportamiento de los clientes y relacionar la empresa con el entorno en que se mueve. Por ejemplo, si entramos en la web de un restaurante no está de más tener un gráfico con días y horas punta, además de lo obvio, como es el menú y los precios; hay otro tipo de información sobre la experiencia del cliente que interesa al empresario, y que puede conseguirse por el correo electrónico con el que se hace la reserva. Algo más complejo es relacionar bases de datos, y ver si hay correspondencia entre la actividad de la empresa y variables de entorno como el empleo o del índice local de precios al consumo.
La Junta tiene un portal interesante llamado Andalucía compromiso digital, con cuatro temas: búsquedas en la red, comunicar on line, creación de contenidos, y destrezas y soluciones (como el apoyo a personas dependientes). Cuenta con 227 entidades colaboradoras, 734 voluntarios en 82 municipios de más de 20.000 habitantes, 190 cursos, y 106.000 usuarios. Hay un problema de exclusión de personas mayores que no utilizan internet, que debe preocupar tanto a la administración pública como a la empresa, pues la mayor parte de los trámites tienden a ser on line, igual que la relación con las empresas y sus productos. Son cifras muy exiguas las del portal de la Junta, en relación a la magnitud que lo digital supone hoy día, pero hay que reconocer el mérito de cualquier iniciativa que extienda el uso de tecnologías digitales.
Tres cuestiones a añadir. Una, que la digitalización de las empresas se produce desde hace muchos años de la mano de la entidades financieras, sobre todo en medios de pagos y facilitando todo tipo de trámites a la empresas, con los clientes, entre ellas, y con las administraciones públicas; las cajas de ahorros, con su presencia en poblaciones pequeñas, daban acceso a estas tecnologías a cualquier empresa; hoy, las empresas piensan ya en promociones para sus clientes a través de la aplicación de la entidad financiera con la que trabajan. La otra cuestión a tener siempre presente es la seguridad, no sólo por la protección de datos y del consumidor, el cliente, sino porque un problema de seguridad puede causar un grave trastorno y comprometer incluso la viabilidad de la empresa. Por último, pero no menos importante, hay una preocupante concentración monopolista en la tecnología; los avances digitales nos maravillan, pero hay que plantearse la utilidad de los mismos, cómo se distribuyen las ganancias digitales, y qué tipo de regulación y protección frente a su poder es necesaria.
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