Tribuna Económica

Gumersindo / Ruiz

Depredadores y presas en economía

29 de abril 2014 - 01:00

Afinales de la semana pasada tuvimos la oportunidad de escuchar, en el Máster de Finanzas y Seguros de la Universidad de Málaga, al profesor Óscar Dejuan, catedrático en la Universidad de Castilla-La Mancha, sobre las relaciones entre la especulación financiera y la financiación de la economía real, productiva y generadora de empleo. Nos presentó un modelo matemático que explica cómo a partir de un desequilibrio limitado entre lo real y lo financiero puede desestabilizarse por completo la economía, haciendo muy difícil devolverla al estado original.

Hay una similitud entre la economía financiera especulativa y la real, y el conocido ejemplo de los depredadores y presas (leones y gacelas), de manera que cuando la población de presas aumenta, la de los depredadores también, porque tienen de dónde alimentarse; pero si se produce un desequilibrio y la población de presas no crece y se extingue, el sistema en su conjunto colapsa. Es también similar a lo que ocurre con los peces y la pesca, pues si la población de peces llega a un punto de debilidad reproductora, la actividad se extingue, y de ahí la necesidad de regulación pública.

Tres ideas, al menos, podemos sacar de este interesantísimo enfoque. La primera, aportada en el coloquio por el Catedrático de Estadística, profesor Francisco Trujillo, es la fragilidad de la persona y las condiciones limitadas en que puede sobrevivir, y que suponen unos márgenes relativamente estrechos de temperatura externa e interna, de presión atmosférica, ante las enfermedades, o las necesidades nutricionales. Esto es evidente, y de ahí las innovaciones en medicina y la preocupación por un deterioro de nuestras condiciones ambientales; pero somos más confiados -y ésta es la segunda idea- ante las consecuencias de los desequilibrios sociales, las desigualdades, o el fortísimo desempleo, que si persisten pueden generar una tendencia irreversible de deterioro generalizado. Lo mismo podría decirse de otros desequilibrios, como el desmesurado crecimiento del macro sector de la construcción, de la mano de obra que desde dentro y fuera acudió al mismo, y del endeudamiento que supuso, antes privado, ahora también público. No es algo que haya vuelto por sí solo a un equilibrio después de una experiencia más o menos traumática, sino que ha desestabilizado a la propia economía real, a la financiera y a la especulativa, y de una manera que todavía hace dudar de cómo se sale de la situación actual.

Y la tercera idea, volviendo al desequilibrio financiero, es la capacidad limitada de las finanzas especulativas para mantenerse en un mundo en que la economía real y el empleo se encuentran debilitados. No es extraño que el pensamiento financiero más inteligente esté planteando diferenciar la utilización del dinero como medio de pago, la creación de crédito para financiar la economía real, y la financiación especulativa, que tiene un papel mientras que siga una órbita de equilibrio. Esto implica una ordenación por los bancos centrales de la creación de dinero, el crédito, y su finalidad, para mantener el equilibrio ecológico entre la economía productiva, el intercambio, y las finanzas.

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