La ciudad y los días

carlos / colón

Don Manuel Blasco Garzón

MIENTRAS escribía el artículo del lunes, en el que a propósito del último libro de Stanley G. Payne recordaba la Tercera España que la Primera (largocaballerista, comunista, anarquista) y la Segunda (falangista, integrista, reaccionaria, nacional católica) hicieron imposible, oía que le dedicaban una calle a don Manuel Blasco Garzón. ¡Mira por dónde! Tal vez él fuera el primero de entre los sevillanos de aquella España posible que los totalitarios de uno y otro signo hicieron imposible. Hay que felicitar al alcalde por dedicar una calle a este gran personaje, motor incansable de la vida cultural, social y política de la Sevilla de los años 20 y 30. Y al Pleno de Ayuntamiento por aprobarlo por unanimidad.

Hace exactamente 80 años, el 11 de abril de 1936, Sábado de Gloria, escribía Simplicísimo en el Sevilla al día del Abc: "El brillante desfile de las cofradías promovió el Jueves Santo un nuevo desbordamiento de gentío, que no dejó vacantes ni las sillas de la carrera. La animación persistió durante la madrugada entera, en cuyas horas arribó a su tierra el ministro de Comunicaciones, D. Manuel Blasco Garzón, no sabemos si con tiempo suficiente para incorporarse a su Hermandad del Silencio, de que es devoto orador tan insigne". Pero vamos a ver… ¿Blasco Garzón no había sido en su juventud masón, adoptando el nombre del Proudhon que afirmó que la propiedad que no procede del trabajo propio es un robo? ¿Blasco Garzón no fue concejal de Sevilla en 1917 y diputado a Cortes en 1923 por el Partido Liberal de Rodríguez de la Borbolla, no obtuvo un escaño por Sevilla en las elecciones de 1933 por el Partido Republicano Liberal de Lerroux y en 1936 por la Unión Republicana de su íntimo amigo Martínez Barrio? ¿Blasco Garzón no fue ministro de Comunicaciones y de Justicia en los gobiernos agónicos del Frente Popular? ¿Blasco Garzón no fue cónsul general de la España republicana en su exilio bonaerense, presentándose el hombre una y otra vez en los actos oficiales en representación del Gobierno legítimo para ser expulsado de ellos sin contemplaciones? Pues sí y además, mire usted por dónde, era un primitivo nazareno de Sevilla que tuvo el honor de llevar la bocina ante Jesús Nazareno.

Es que este hombre, bueno en el buen sentido de la palabra, tenía la manía, siempre peligrosa en España, de aunar lo que los cerriles consideran inconciliable. Quede esto para mañana.

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