Al este del Edén

Los del sur sabemos que apreciar la vida y sus goces no puede estar mal

En ocasiones hemos leído esa expresión inspirada en la Biblia, que dice: "Y después de expulsar a Adán y Eva, puso al oriente del jardín del Edén a los ángeles de la espada llameante, para custodiar el acceso al árbol de la vida". Porque habían conocido la diferencia entre el bien y el mal, inducidos por el diablo en forma de serpiente, fueron expulsados del paraíso terrenal y condenados a ganarse el pan con el sudor de su frente. Es decir, condenados a trabajar. La novela de John Steinbeck de ese mismo nombre nos enseña que la expulsión del paraíso también es el momento en que crecemos y vemos a nuestros padres como seres reales con sus defectos y a nosotros mismos como pequeños seres airados porque nunca nos crecerán alas para sobrevolar el mundo. El Edén quedó vacío y con guardias de seguridad con espadas llameantes en la puerta.

Y aún debe seguir vacío por lo que parece. Porque aquí, donde estamos todos nosotros, los titulares de los medios de comunicación se atropellan unos a otros con malas noticias: los talibanes en Afganistán, que por cierto, deben seguir allí haciendo de las suyas aunque ya no sean portada de los periódicos y telediarios; la pandemia que se mantiene en los países menos privilegiados y que por ello los coronavirus nos amenazan con constantes variantes hasta que consigan burlar a las vacunas; riadas que arrastran viviendas que quizás no deberían ocupar los cauces de los barrancos ancestrales; deshielos permanentes, lo último, el Mont Blanc aristocrático que se licua; erupciones en el mediterráneo y en La Palma canaria con el fuego de los abismos arrasando viviendas y cultivos de gentes que buscaron su lugar en el mundo; colas de necesitados en las puertas de instituciones solidarias; carestía de los alimentos y escasez de la energía que hace mover el sistema que hemos organizado. Y todas las consecuencias de las desigualdades sociales que cada vez se hacen mayores.

Toda estas malas noticias y situaciones encadenadas me hacen recordar la obra de teatro La trágica historia del Doctor Fausto del gran dramaturgo inglés Christopher Marlowe, que en el primer encuentro entre Mefistófeles y el sabio, este le pregunta al mensajero del diablo si el infierno existe y éste le contesta: "Donde nosotros estamos está el infierno y donde el infierno esté, siempre estaremos nosotros. Porque todo lo que no es el cielo es el infierno". Así parece y con lava y cenizas sobre nuestras cabezas. Mirando en nuestro entorno más próximo he recordado una canción de Silvio y Luzbel, tiene tela el nombre del conjunto en estas circunstancias, que Pive Amador participó en su creación, titulada Al este del Edén. La acabo de buscar y oír y la inconfundible cadencia y sonido de la voz de Silvio permite adivinar las siguientes frases: "…pienso que estoy a la diestra del cielo… el mundo se torna un grafiti… y pienso que tengo barra libre…" Los del sur sabemos que apreciar la vida y sus goces no puede estar mal, aunque vivamos al este del Edén.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios