Las dos orillas

José Joaquín / León /

Enemigos de la libertad

15 de noviembre 2015 - 01:00

PARÍS era una guerra, desatada por el Estado Islámico, que es mucho más que una pandilla de yihadistas locos. El presidente de la República Francesa, François Hollande, lo calificó sin eufemismos: "Ha sido un acto de guerra del Estado Islámico". El papa Francisco lo ha considerado parte de una Tercera Guerra Mundial, no declarada. A medida que se han conocido los detalles de lo ocurrido, se ha confirmado la crueldad de los asesinos, que dispararon de forma indiscriminada contra personas que se encontraban en varios restaurantes, asaltaron la sala Bataclan y mataron sin piedad a ciudadanos indefensos que habían acudido a un concierto de rock. Para aumentar el pánico, provocaron explosiones cerca del estadio de Saint Denis, donde estaba Hollande, viendo el partido de fútbol entre Francia y Alemania.

No podemos limitarnos a la tristeza infinita por los más de 120 muertos. Posiblemente, Europa no ha vivido un momento tan difícil después de la Segunda Guerra Mundial. Si entonces fue necesario que las naciones libres del mundo se unieran para derrotar al totalitarismo nazi de Hitler, el fascismo de Mussolini y el imperialismo de Japón, ahora el gran enemigo de las libertades es el islamismo fundamentalista.

Nadie se debería poner una venda delante de los ojos. En España (que es vecina de Francia y sufre la misma amenaza) se ha llegado a acusar a la OTAN de provocar el éxodo de refugiados sirios por bombardear el país. Es una estupidez tan grande que hasta da vergüenza oírla. La guerra de Siria la han provocado entre Bachar al Asad, el EI y otros grupos de la oposición, cuya democracia es irreal. Por el contrario, sí se puede criticar a EEUU y sus aliados europeos porque entraron en Siria despistados y confundieron al enemigo. Lo mismo que pasó en Afganistán y en Iraq.

Francia ha defendido su libertad con sangre en importantes ocasiones. Por eso, saben que los yihadistas que han protagonizado esos ataques tienen el objetivo de acabar con un sistema de vida, que es el de la democracia y la libertad. Es un debate que estaba abierto y que ha llegado incluso a la literatura, con novelas polémicas como Sumisión, de Michel Houellebecq. La amenaza se sabe cuál es y de dónde viene.

Hay que establecer mejores sistemas de alerta, porque los actuales fallan a veces, como en este viernes 13 de noviembre en París. Y no olvidar que en las guerras (mundiales o no) los malos pueden ganar batallas cuando se desorientan los buenos.

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